El salario m¨ªnimo tampoco sube con Lula
El exiguo aumento de los sueldos provoca el desencanto entre el electorado natural del presidente brasile?o
El Primero de Mayo de este a?o ser¨¢ una fecha de triste recuerdo para el presidente brasile?o, Luiz In¨¢cio Lula da Silva. La fiesta de los trabajadores no cont¨® en ninguno de sus actos, exceptuando la misa tradicional, con la presencia del antiguo obrero metal¨²rgico y sindicalista que desde hace 16 meses ocupa la m¨¢xima magistratura de Brasil. Es casi seguro que Lula habr¨ªa sido abucheado nada menos que por su electorado natural, que no le perdona la medida m¨¢s impopular y que m¨¢s le ha dolido adoptar desde que lleg¨® a la presidencia: el exiguo aumento del salario m¨ªnimo en 20 reales (6,9 d¨®lares), de 240 a 260 reales. De ah¨ª su ausencia en los actos multitudinarios del pasado fin de semana.
"No podemos gastar aquello que no tenemos", ha dicho el presidente
Hay una gran diferencia entre hablar desde la oposici¨®n o desde el Gobierno
"No podemos gastar aquello que no tenemos", ha dicho el presidente despu¨¦s de reconocer que le cost¨® mucho firmar un aumento tan precario, levemente superior al ¨ªndice de inflaci¨®n. El diario O Globo publicaba ayer en la tercera p¨¢gina una fotograf¨ªa que no pod¨ªa ser m¨¢s elocuente. Era del a?o 2000 y en ella se ve¨ªa a un grupo de diputados opositores del Partido de los Trabajadores (PT) -varios de ellos son hoy ministros- que se burlaban ostensiblemente del aumento de 15 reales aprobado en aquella ¨¦poca por el Gobierno de Fernando Henrique Cardoso.
Basta con acudir a las hemerotecas para comprobar la diferencia que en pol¨ªtica hay entre hablar desde la oposici¨®n y desde el Gobierno, y el largo trecho entre promesas y realidades. Dec¨ªa Lula en octubre de 1998 que el salario m¨ªnimo deber¨ªa ser de 1.100 reales, si se tuviera en cuenta el valor del real de 1939. "Quienes perciben el salario m¨ªnimo deber¨ªan recibir excusas", a?ad¨ªa el entonces l¨ªder de la oposici¨®n. Hoy, como presidente de la Rep¨²blica, Lula se ve obligado a decir a sus conciudadanos que, si hubiera decidido aumentar el salario m¨ªnimo en 10 reales m¨¢s, habr¨ªa significado un gasto para el Estado de 3.000 millones de reales (1.034 millones de d¨®lares) en 12 meses. Y probablemente tenga raz¨®n, a pesar del descontento que reina estos d¨ªas en las filas de las organizaciones sindicales, incluida la Central ?nica de Trabajadores (CUT), en cuya fundaci¨®n intervino decisivamente Lula.
La reforma de la Seguridad Social aprobada a finales del a?o pasado ha elevado el tope de las prestaciones a jubilados de 1.200 reales a 2.400, equivalente a unas diez veces el salario m¨ªnimo, cuyo aumento tiene un impacto directo en las arcas de la Seguridad Social y, por consiguiente, en el d¨¦ficit de la instituci¨®n, que alcanza 31.000 millones de reales (10.690 millones de d¨®lares). La reforma constitucional de 1988 estableci¨® dos v¨ªas de financiaci¨®n de la Seguridad Social: la contribuci¨®n de trabajadores y empresarios, por una parte, y las transferencias presupuestarias. Puede decirse que la Constituci¨®n prev¨¦, de alguna manera, el d¨¦ficit de la Seguridad Social al autorizar su financiaci¨®n v¨ªa presupuesto. Es un sistema m¨¢s parecido al europeo que al estadounidense, que pone el acento en la autosuficiencia. Los organismos financieros multilaterales, como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, presionan al Gobierno brasile?o para que modifique su modelo de Seguridad Social y se aproxime al que rige en Estados Unidos.
En este marco de d¨¦ficit, aumentar el salario m¨ªnimo significa incrementar el gasto de la Seguridad Social. El mayor impacto se har¨¢ sentir en los ayuntamientos de ciudades menores del norte y noreste de Brasil, en territorios de bajo desarrollo econ¨®mico y social, donde la relaci¨®n entre pago de salarios m¨ªnimos y recaudaci¨®n es claramente desfavorable para los gobiernos municipales y estatales. De ah¨ª que estos gobiernos opusieran una fuerte resistencia al aumento del salario m¨ªnimo.
Sin duda, el precario aumento del salario m¨ªnimo es una decisi¨®n abiertamente impopular, pero el margen de maniobra del Gobierno era escaso. "No hab¨ªa otra salida. Estamos muy endeudados, no podemos pagar la deuda ni los tipos de inter¨¦s", advierte el juez federal Renato Lopes Becho, especialista en Derecho tributario. La disciplina fiscal que ha mostrado desde el principio el Gobierno, que mantiene a rajatabla un super¨¢vit fiscal del 4,25% del producto interior bruto (PIB), s¨®lo ha servido para pagar el 50% de los intereses de la deuda p¨²blica (interna y externa). La realidad es que la deuda p¨²blica ha aumentado y, seg¨²n todas las previsiones, seguir¨¢ creciendo. En el orden interno, el Banco Central no se atreve a reducir los tipos de inter¨¦s porque teme un rebrote de la inflaci¨®n incontrolable. Externamente, Brasil no puede hacer nada sino sufrir las consecuencias de la previsible subida de los tipos por parte de la Reserva Federal. Las primeras consecuencias se han hecho sentir con un aumento del riesgo pa¨ªs del 5,7%, a pesar de los elogios del FMI y de la Administraci¨®n de Bush a la econom¨ªa brasile?a.
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