Cuerda y viento
Los m¨²sicos de St. Mart¨ªn-in-the-Fields fueron en su d¨ªa un punto de referencia decisivo en el repertorio barroco. Hoy, sin embargo, el hecho de no utilizar instrumentos originales les relega, de alguna forma, a un segundo plano. La corriente historicista gana cada vez m¨¢s adeptos, en parte por la deslumbrante labor de algunos int¨¦rpretes y, en parte, tambi¨¦n, por cierto esnobismo fundamentalista. Un esnobismo que impide, a veces, valorar correctamente las aportaciones de los int¨¦rpretes que trabajan con instrumentos actuales.
La actuaci¨®n del martes estuvo a cargo de una de las muchas agrupaciones de c¨¢mara que forman los integrantes del famoso conjunto ingl¨¦s. Centrada en obras del clasicismo (Danzi, Mozart y el joven Beethoven), pareci¨® trazar un recorrido -quiz¨¢ involuntario- en torno a las dificultades de conjunci¨®n de la cuerda y el viento en los grupos camer¨ªsticos. En el cuarteto de Danzi, para fagot, viol¨ªn, viola y violonchelo, el viento no aportaba gran cosa al conjunto, y hasta se dir¨ªa que dificultaba el empaste del grupo. El hermoso timbre del fagot no acababa de encontrar su lugar entre sus compa?eros de cuerda. Estamos ya lejos de las concepciones barrocas, donde el bajo continuo proporciona una ligaz¨®n aqu¨ª inexistente. Tampoco se trataba de una obra plenamente concertante. En definitiva: a veces se a?oraba un primer viol¨ªn que sustituyera al fagot en el cuarteto. Contribuy¨® a ello, sin duda, el correcto pero plano discurso del instrumentista.
Ciclo de c¨¢mara y solistas
Academy of St. Martin-in-the-Fields Chamber Ensemble. Obras de Danzi, Mozart y Beethoven. Palau de la M¨²sica. Valencia, 4 de mayo de 2004.
Mozart, que compondr¨ªa algo m¨¢s tarde la maravilla del quinteto con clarinete, mostr¨® en este otro, para trompa y cuerdas, su finura a la hora de casar, en la transparente textura del clasicismo, sonoridades tan diversas. Las dos violas que flanqueaban a la trompa proporcionaron, con su color suave y oscuro, un acolchado puente hacia el timbre m¨¢s incisivo del viol¨ªn y violonchelo. El solista, c¨¢lido y cuidadoso, s¨®lo se mostr¨® inseguro en algunas notas agudas y en ciertos pasajes r¨¢pidos.
El recorrido termin¨® con el Septeto en mi bemol de Beethoven (el famoso Septimino). Mal que le pese a su autor (Beethoven estaba harto de que siempre le alabaran esa pieza, y no quer¨ªa ni o¨ªr hablar de ella), encontramos aqu¨ª una preciosa intuici¨®n para integrar los diversos timbres que concurren (viol¨ªn, viola, violonchelo, contrabajo, trompa, fagot y clarinete). Las intervenciones de cada uno de los instrumentos son, todas ellas, impensables para cualquiera de los otros. La "fusi¨®n", acoplamiento y diferenciaci¨®n de los colores -de los siete colores- se constituye en un verdadero fest¨ªn de la combinatoria. Se trata de un hito encantador en la dif¨ªcil conjunci¨®n de arcos y vientos dentro de la m¨²sica de c¨¢mara, acompa?ado, en este caso, de una progresi¨®n paralela en cuanto a altura interpretativa.
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