El alcaide de Guant¨¢namo llega a Irak

Fuera de los c¨ªrculos militares el general Geoffrey D. Miller ha pasado desapercibido, pero es uno de los pilares de la guerra global contra el terrorismo lanzada por Estados Unidos. Se especializa en la t¨¢ctica que a los ojos de Washington es vital para ganar esa guerra: interrogar al enemigo. Lo ha hecho hasta hace dos meses en Guant¨¢namo y, dado el ¨¦xito, de acuerdo con el Pent¨¢gono, lo han destinado a Irak. Asume sus funciones en plena crisis de credibilidad de EE UU a ra¨ªz de los abusos y torturas a detenidos en la prisi¨®n de iraqu¨ª de Abu Ghraib.

Miller, de 55 a?os y tejano como el presidente de EE UU, George W. Bush, es un hombre de acero con grandes dotes diplom¨¢ticas. Se trata de un estratega curtido que entiende la importancia de la imagen de su patria en el mundo porque ha vivido mucho tiempo fuera de ella. Lo demostr¨® en Guant¨¢namo y lo volvi¨® a hacer el mi¨¦rcoles. Su primer paso para abordar el esc¨¢ndalo de las fotos de los detenidos fue invitar a la prensa internacional a recorrer la prisi¨®n de Abu Ghraib, y a la Cruz Roja a que establezca all¨ª un puesto permanente. Una portavoz de Cruz Roja, Antonella Notari, manifest¨® desde Ginebra que este organismo rechaza el ofrecimiento del general Miller, seg¨²n informa la agencia Reuters. "Nosotros no vamos a formar parte de su organizaci¨®n", manifest¨® la portavoz. Asimismo Cruz Roja, reiter¨® ayer que ya hab¨ªa emplazado a la Administraci¨®n de Estados Unidos para que adoptara medidas que corrigieran la situaci¨®n en la prisi¨®n iraqu¨ª.

Miller orden¨® que no se grabaran los interrogatorios de Guant¨¢namo

El general Miller aprovech¨® la ocasi¨®n para "garantizar" que no se volver¨¢n a repetir los abusos: "Se?oras y se?ores, hemos cambiado esto, conf¨ªen en nosotros. Se han cometido errores, cosas aberrantes, pero los hemos corregido para que no vuelvan a pasar". Miller reafirm¨® asimimo que va a reducir la poblaci¨®n reclusa de 3.800 a 2.000, a partir de la pr¨®xima semana. Justo tambi¨¦n una semana despu¨¦s de su llegada al penal de Guant¨¢namo, en noviembre de 2002, firm¨® la liberaci¨®n de los primeros cautivos y convoc¨® a la prensa para tratar de aplacar las cr¨ªticas internacionales "garantizando" que el trato que reciben es humano. Pero el paralelismo con la operaci¨®n de la base estadounidense en Cuba no acaba ah¨ª. El general de dos estrellas ha dicho que se propone aplicar el sistema de interrogatorios, basado en incentivos a los que cooperen: m¨¢s recreo, m¨¢s comida y en general mejora de su situaci¨®n hasta el punto de poder ser liberados. Premisas diametralmente opuestas a las que en apariencia se han estado usando en Irak.

Los incentivos funcionaron de maravilla, seg¨²n Miller. En s¨®lo ocho meses "tres cuartas partes de los 600 detenidos hab¨ªan confesado alg¨²n tipo de implicaci¨®n en actos terroristas". Por razones que no han quedado aclaradas, Miller orden¨® que tales interrogatorios no se grabaran. En una entrevista hace un a?o con este diario asegur¨® que no se deb¨ªa a que utilizaran t¨¢cticas ilegales que tuvieran que ocultar, sino a razones sobre el uso que en el futuro pod¨ªan hacer los detenidos de la informaci¨®n, como prueba en un juicio. La l¨®gica de Miller es que si saben que lo pueden usar, tratar¨ªan de manipular los testimonios a su favor.

En Irak, de los 50 t¨¦cnicas de presi¨®n durante interrogatorios permitidas por las leyes militares de EE UU, el general Miller ha dicho que van a excluir la utilizaci¨®n de capuchas, la privaci¨®n de sue?o y mantener al detenido varias horas en una misma posici¨®n. No ha explicado cu¨¢les van a aplicar, dejando la puerta abierta a especulaciones que s¨®lo pueden incendiar a¨²n m¨¢s la situaci¨®n en Irak en momentos cr¨ªticos para la entrega de la soberan¨ªa, y para la campa?a de reelecci¨®n de Bush.

Esta vez, su misi¨®n requiere una dosis mayor de habilidades pol¨ªticas. A Miller no le faltan. Ha pasado la mitad de sus 33 a?os de vida militar en puestos de confianza de la c¨²pula del Pent¨¢gono, entre ellos en Corea, su ¨²ltimo destino antes de incorporarse a Guant¨¢namo. Miller comenz¨® su carrera en Alemania, ha pasado alguna temporada corta en Espa?a, cuya cultura dice admirar, y es un estudioso de las relaciones internacionales y la historia. De hecho, sus licenciaturas universitarias son en historia y en gesti¨®n de instituciones educativas, una formaci¨®n at¨ªpica en un militar.

La gesti¨®n en este caso va a ser de una instituci¨®n penitenciaria en una situaci¨®n calamitosa, con una plantilla desmoralizada y bajo sospecha de graves delitos. Miller ha responsabilizado abiertamente de ese caos a su antecesora, la general de la reserva Jannis Karpinski. Pero todos los indicios apuntan a que no se trata de un problema aislado. Quiz¨¢ el general Geoffrey D. Miller no se haya dado cuenta, pero esta puede ser la misi¨®n m¨¢s dif¨ªcil de su vida.