Una chica de pueblo terca e imprudente
Lynndie R. England, la soldado de las fotos de torturas, se alist¨® antes de acabar el colegio
Durante semanas, el juzgado de Mineral County, en Virginia Occidental, ha mostrado con orgullo, a lo largo de la escalinata de entrada, las fotograf¨ªas de los soldados del pueblo destinados en Irak. Un cartel dice: "Somos un pueblo orgulloso". Pero en los ¨²ltimos d¨ªas, una de las fotograf¨ªas ha sido quitada, concretamente la de la soldado Lynndie R. England, cuya cara se ha hecho famosa por una raz¨®n completa y lamentablemente distinta.
La soldado England es quiz¨¢ la persona m¨¢s conocida de la serie de fotos tomadas en la prisi¨®n de Abu Ghraib, en las afueras de Bagdad, en las que se ve a miembros de la 372 Compa?¨ªa de la Polic¨ªa Militar vejando a los prisioneros iraqu¨ªes.
En una de las im¨¢genes, England sostiene un cigarrillo entre los dientes mientras hace un signo con los dedos de aprobaci¨®n ante un grupo de presos desnudos. En otra, que se hizo p¨²blica el jueves, tira de un prisionero, atado por el cuello con una correa, como si fuera un perro.
La fotograf¨ªa ha dejado a su familia y amigos horrorizados y haci¨¦ndose preguntas. Est¨¢n convencidos de que ella nunca hubiera hecho algo tan cruel por s¨ª misma y que debe de haber cumplido ¨®rdenes. Si ¨¦ste fuera el caso, sus parientes y amigos tendr¨ªan que plantearse entonces c¨®mo la mujer joven e independiente que ellos conoc¨ªan cumpli¨® con una orden tan claramente err¨®nea. "Es bastante terca", dice su madre, Terrie England, de 44 a?os, "pero eso no significa que no pueda cumplir ¨®rdenes".
Su familia cuenta mil historias sobre lo fuerte que pod¨ªa ser Lynndie. En una ocasi¨®n, durante una tormenta, con un tornado acerc¨¢ndose a la ciudad justo cuando su hermana mayor estaba preparando su graduaci¨®n del bachillerato, oblig¨® al resto de estudiantes y a sus padres a abandonar a todo correr la ceremonia. Mientras su familia buscaba refugio bajo la caravana en la que viv¨ªan, Lynndie se qued¨® a la intemperie. Ignorando los gritos de su familia implor¨¢ndole que se escondiera y cuando el viento soplaba tan fuerte como un tren, ella intent¨® fotografiar el ojo del hurac¨¢n.
Es la manera de su madre para explicar que su hija puede ser impetuosa, a veces incluso imprudente. Tal vez ese mismo rasgo de car¨¢cter hizo que la soldado England se casase a los 19 a?os con un amigo de toda la vida para divorciarse dos a?os despu¨¦s, o para enrolarse en la reserva del Ej¨¦rcito cuando a¨²n hac¨ªa el bachillerato pese a las objeciones de sus padres.
Un amigo, Kerry Shoemaker-Davis, afirma: "Ella siempre va de frente. Por eso me sorprenden tanto esas fotograf¨ªas. No es su forma de ser; no est¨¢ en su naturaleza hacer cosas como ¨¦sas".
La vida de England ha cambiado por completo tras ir a Irak, como le pas¨® a otra chica tambi¨¦n de Virginia Occidental, la soldado Jessica D. Lynch, que se alist¨® porque quer¨ªa ganar dinero para pagarse la universidad y tener la oportunidad de salir de su pueblo y ver mundo.
Y as¨ª como el rescate de Lynch atrajo la atenci¨®n del mundo, el esc¨¢ndalo de las fotos de Abu Ghraib ha llevado a este peque?o pueblo de Virginia a decenas de reporteros. Hartos de periodistas, la familia de England abandon¨® ayer el pueblo."Necesitan unas vacaciones", dijo un amigo de la soldado.
Lynndie Rana England naci¨® en 1982 en Kentucky, donde su padre trabajaba para una compa?¨ªa ferroviaria. La empresa destin¨® a su padre a la estaci¨®n de Cumberland, en el Estado de Maryland, cuando ella ten¨ªa dos a?os. La familia se estableci¨® en Fort Ashby, unos 13 kil¨®metros al sur.
Seg¨²n todos los testimonios, la familia estaba muy unida. Lynndie y sus dos hermanas, una mayor y otra m¨¢s peque?a que ella, pasaban mucho tiempo juntas cazando, yendo de c¨¢mping, pescando y nadando.
Sus padres le llamaban marimacho, pero s¨®lo para indicar que era tan fuerte como los chicos.
? The New York Times.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.