Dal¨ª y Andaluc¨ªa
Hoy se celebra el centenario del nacimiento de Salvador Dal¨ª, quien, gracias sobre todo a su estrecha amistad con Lorca, ten¨ªa con Andaluc¨ªa una relaci¨®n bastante singular. Pese a la insistencia del poeta, Dal¨ª nunca le visit¨® en Granada. Pero, si recordamos el tremendo apego de Lorca a su Sur natal, as¨ª como las mil an¨¦cdotas que contaba (o inventaba) al respecto, cabe pensar que ya para 1926, cuando se autoexpuls¨® de la Real Academia de San Fernando y volvi¨® a Catalu?a, Dal¨ª tendr¨ªa la sensaci¨®n de haber recorrido con frecuencia, al lado de su particular Boabdil, los patios y salas de la Alhambra, las calles empinadas del Albaic¨ªn, las tupidas choperas de la Vega y, ?qui¨¦n sabe?, hasta la catedral de Sevilla o la mezquita de C¨®rdoba. En 1927, al decidir Margarita Xirgu estrenar Mariana Pineda, no pod¨ªa haber m¨¢s decorador que Dal¨ª, que en seguida envi¨® a Lorca sus sugerencias. Una carta suya al mismo demuestra la gran seriedad con la cual inici¨® el trabajo. Y las de Lorca a otros amigos -no tenemos por desgracia las dirigidas al catal¨¢n por el poeta- dan fe del entusiasmo que a ¨¦ste le suscitaban los resultados obtenidos. El decorado, le cont¨® a Falla, estaba "lleno de un maravilloso andalucismo intuido sagazmente por Dal¨ª" a trav¨¦s de fotograf¨ªas "y de conversaciones m¨ªas exaltadas horas y horas".
Cuando se public¨® el Romancero gitano al a?o siguiente, Dal¨ª mand¨® a Lorca una carta enjundiosa en la cual le expon¨ªa su descontento con el neopopularismo del libro, que consideraba trasnochado, pero dejaba claro que a su juicio conten¨ªa "la sustancia po¨¦tica m¨¢s gorda que ha existido". No cab¨ªa mayor elogio.
Lorca y Dal¨ª no se volvieron a ver hasta 1935. Entretanto, en 1930, el pintor hab¨ªa estado en M¨¢laga con Gala, invitado por Jos¨¦ Mar¨ªa de Hinojosa. Fue su primera visita a Andaluc¨ªa y, si podemos creer lo que cuenta de la estancia en La vida secreta de Salvador Dal¨ª, su gran obsesi¨®n durante aquellas semanas, inevitablemente, era otro andaluz universal: Picasso.
Despu¨¦s del asesinato de Lorca, Dal¨ª volver¨ªa una y otra vez sobre el Romancero gitano, al fin y al cabo la m¨¢xima expresi¨®n lorquiana de la Andaluc¨ªa profunda, y cabe pensar que recordar¨ªa sobre todo el escalofr¨ªo que produc¨ªa el poeta entre sus compa?eros de la Residencia de Estudiantes cuando recitaba el Romance son¨¢mbulo, tan surrealista avant la lettre, con su trasfondo de un Generalife lunar y misterioso.
En 1957 Dal¨ª lleg¨® por fin a Granada y dej¨® su firma en el libro de oro del conocido restaurante El Sevilla, donde treinta a?os antes D¨¢maso Alonso, acompa?ado de Lorca, hab¨ªa quedado at¨®nito cuando un camarero, que luego result¨® ser due?o del establecimiento, empezara a declamar la Primera Soledad de G¨®ngora. ?Qu¨¦ hac¨ªa Dal¨ª en Granada? ?Le acompa?aba Gala? ?Con qui¨¦nes se reuni¨®? ?Pregunt¨® por el poeta? Parece ser que la necesaria labor hemerogr¨¢fica se est¨¢ llevando a cabo y que esta misma semana podemos saber algo m¨¢s del asunto. Esper¨¦moslo, pues averiguar las circunstancias de la visita del Divino a la ciudad del mejor amigo podr¨ªa ser una importante contribuci¨®n a nuestro conocimiento de ambos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.