"Sus muertes no han servido para nada"
Frustraci¨®n entre los familiares de los soldados que perdieron la vida el martes
El soldado Kobi Mizrahi, de 19 a?os, no regresar¨¢ nunca al moshav (granja comunal) de Matta, donde ha residido toda su vida, con su madre y sus cuatro hermanos, y donde falleci¨® hace una d¨¦cada su padre, v¨ªctima de un c¨¢ncer. El muchacho muri¨®, junto con otros cinco compa?eros, en el barrio de Zeituni, en un extremo de la capital de Gaza, en el interior de un veh¨ªculo blindado del Ej¨¦rcito que salt¨® por los aires tras pisar una mina. Su cuerpo qued¨® descuartizado y sus restos esparcidos en un radio de unos 300 metros, para ser luego exhibidos por los milicianos palestinos como bot¨ªn de guerra.
"Su muerte no ha servido para nada", llora desconsolada su madre Rivka, de 55 a?os, originaria de la ciudad marroqu¨ª de Fez, mientras sus hijas la abrazan y tratan de consolarla. El soldado Katzin Air, enviado por la oficina de enlace entre el Ej¨¦rcito y los civiles, contempla la escena, imp¨¢vido, cumpliendo la misi¨®n que le han encomendado: permanecer con la familia todo el tiempo que sea necesario, hasta que pueda celebrarse el funeral.
Los familiares y vecinos escuchan compungidos los lamentos de la madre. En voz baja, como si fuera un mantra, repite una y otra vez: "Su muerte no ha servido para nada, no ha servido para nada...". Descalifica con esa frase la guerra de Gaza, en la que en poco menos de diez d¨ªas han muerto 16 israel¨ªes, 11 de ellos soldados, de la Brigada Givati, a la que Kobi pertenec¨ªa desde hace cerca de un a?o.
La misma sensaci¨®n de derrota y de impotencia se palpaba ayer en el kibbutz Maapil, en el otro extremo de Israel, en las puertas de Haifa, oficialmente el lugar de residencia de otro soldado muerto en combate en Gaza: el sargento Yaakov Mervizi, de 26 a?os, oriundo de Serbia, de madre jud¨ªa y de padre cristiano.
Yaakov -originalmente Zelco- hab¨ªa hecho aliy¨¢ (fecha de establecimiento en Israel) hace poco menos de dos a?os, tras haberse licenciado en Educaci¨®n F¨ªsica en la Universidad de Novisad, en su pa¨ªs de origen, en el que prest¨® tambi¨¦n en su momento servicio militar. En su nueva vida en Israel se estableci¨® en este kibbutz donde fue adoptado por los Klein, Zeev y Vered. Luego, tras aprender hebreo en el ulpam (escuela de idioma) e incorporarse al Ej¨¦rcito israel¨ª, pas¨® estar protegido por Amid, una asociaci¨®n ben¨¦fica que tutela los soldados que est¨¢n solos.
"Todo para nada. El sue?o de Yaakov era la de cumplir el servicio militar cuanto antes, integrarse en el pa¨ªs y convalidar los estudios de Educaci¨®n F¨ªsica que hab¨ªa hecho en Serbia. Pensaba incluso que cualquier d¨ªa podr¨ªa viajar a EE UU para perfeccionar su formaci¨®n", explica Moti Arbel, su abogado y amigo, mientras trata de recabar informaci¨®n de los restos del muchacho.
El moshav Matta y el kibbutz Maapil han quedado unidos desde ayer con el mismo sentimiento de frustraci¨®n por esa guerra que se desarrolla en un territorio que no pertenece a Israel y que todos creen que tarde o temprano se deber¨¢ abandonar. Son los primeros pasos hacia un frente de rechazo, similar al creado hace 20 a?os por la guerra en L¨ªbano y que finaliz¨® en el verano del a?o 2000 con la retirada de Israel.
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