La gris memoria sumergida

Aun cuando es de imaginar que el se?or ingeniero Juan Benet, adem¨¢s novelista, no anegara con sus embalses todos los pueblos del noroeste espa?ol, qu¨¦ duda cabe que, adem¨¢s de posibles influencias literarias en algunos escritores, ha influido tambi¨¦n en otros embalsamando en agua la memoria de muchos pueblos de la zona. Damnificados y beneficiados de las aparatosas obras civiles, que no literarias, en este caso, del se?or ingeniero Benet son gente como Julio Llamazares, desde luego y, ahora, Tom¨¢s Val, que ha escrito una hermosa, densa, ambiciosa y, en ocasiones, morosa eleg¨ªa sobre el valor de la memoria. Tom¨¢s Val ha hecho un meritorio ejercicio literario para que todo -con alg¨²n ocasional desfallecimiento narrativo achacable, quiz¨¢, a la intensidad que ha puesto en el relato y que no permite al lector tomarse un respiro- cuadre con notable perfecci¨®n. No ha renunciado, desde el primer momento, a echar mano de esas f¨®rmulas de la literatura de entretenimiento de calidad, que facilita la lectura y crea una tensi¨®n dram¨¢tica, un enigma a desvelar. En una zona no determinada del noroeste espa?ol, en esa tierra castellano-leonesa, que linda con el mundo literario de Celama de Luis Mateo D¨ªez y tambi¨¦n, por qu¨¦ no, con la Regi¨®n de Benet, Tom¨¢s Val, nacido en 1961 en un pueblo ya desaparecido de esa zona, Marcillo de Bureba, un pueblo desaparecido o anegado por las aguas sit¨²a la acci¨®n, real y metaf¨®rica (est¨¢ muy bien conseguida la natural sucesi¨®n narrativa de lo que es real, en tiempo presente, y lo que fue real, o imaginado, u olvidado: el lector pasa de un plano a otro con total naturalidad; y eso hay que apunt¨¢rselo al novelista).

El comienzo, ya digo, sigue las normas propias de ese g¨¦nero literario tan noble cuando es, como es el caso, de calidad: el libro encontrado, las pesquisas que emprende el que lo ha hallado, un joven arque¨®logo que prefiere no ir a rebuscar entre las ruinas de la memoria del pasado m¨¢s remoto, en arenas egipcias, por ejemplo, para interesarse por otro pasado, m¨¢s pr¨®ximo en el tiempo y en el espacio. Y utilizando como p¨¦ndulo ese libro misterioso que sit¨²a el origen de la humanidad no en ?frica como dicen los libros, sino, acaso, en esa zona no determinada pero s¨ª castellano-leonesa, encuentra agua, s¨ª, pero no subterr¨¢nea, sino bien a la vista, un pantano misterioso, donde puede estar anegada buena parte de la memoria colectiva de unas gentes que vivieron unas guerras, unas gentes que pueden ser muertos en vida porque han olvidado.

Tom¨¢s Val ha atravesado tambi¨¦n la raya de la realidad, nos lleva a otra dimensi¨®n, aunque lo que se ve al otro lado puede superponerse con lo que est¨¢ a este lado. Hubo una guerra civil, hubo unos muertos, hubo unos huidos al monte y hubo un miedo colectivo, que hizo olvidar. ?Hay que olvidar para vivir o somos muertos en vida si olvidamos, si perdemos la memoria? Tom¨¢s Val ha escrito una excelente novela, llena de intensidad narrativa y de contenido l¨ªrico, y la ha escrito al mismo tiempo en que, en esas tierras y otras, gentes sencillas han recobrado la memoria desenterrando huesos, sin m¨¢s intenci¨®n que poner nombres a esos restos, a esas v¨ªctimas. De esto habla tambi¨¦n esta novela.