En un lugar de...
En un lugar de La Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que viv¨ªa un hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, roc¨ªn flaco y galgo corredor. Mete el dedo entre las p¨¢ginas, a modo de gu¨ªa, y levanta la vista.
Cu¨¢ntas veces ha o¨ªdo recitar esta frase -tantas que incluso la sabe de memoria- sin haberse decidido a leer el libro. Lo tiene en su estanter¨ªa, en dos tomos grandes. Lo compr¨® hace mucho tiempo, sin meditarlo siquiera, pero sin ninguna urgencia por leerlo. Lo conoce de forma somera, porque no es posible sustraerse a su influencia. Y tal vez sea esta noci¨®n superficial la peor enemiga de esta obra y de su disposici¨®n, siempre remolona, frente a ella.
"La capacidad de intensificar la vivencia de algo deseado al diferir su presencia"
No es la pereza ante su tama?o intimidante la que le ha apartado de su lectura, m¨¢s bien tantos otros t¨ªtulos que se encadenan continuamente en sus manos, sin dejar nunca un hueco. Libros deudores de este que acaba de comenzar, eso confiesan sus autores. Ni siquiera siente una inquietud ingobernable ante todo lo que ha o¨ªdo referir con tanta admiraci¨®n por quienes tanto admira. Autores que, si son honrados, no se perdonar¨ªan usurpar el tiempo a la lectura de aquella obra genial, que, sin embargo, ¨¦l nunca se anima a leer.
Si bien es cierto que -por verg¨¹enza- ha mentido en el pasado, nunca ha sentido la obligaci¨®n de leerlo, como si fuera una deuda que debiera saldar. Mucho menos desde que encontr¨® en cierto autor una reflexi¨®n sobre los encuentros aplazados: la capacidad de intensificar la vivencia de algo deseado al diferir su presencia. Evidentemente desea leer este libro, pero no en tal ocasi¨®n. M¨¢s tarde.. un poco m¨¢s tarde.
Ahora ha llegado el momento, y se da cuenta de que no se trata de un encuentro aplazado, pues no ha retrasado su llegada con el objetivo de disfrutar a¨²n m¨¢s de ¨¦l. Ha sido un aplazamiento involuntario. Tal vez haya sido voluntario e inconsciente; puede cerrar el libro y convertirlo de verdad en un encuentro aplazado. Todav¨ªa no ha le¨ªdo nada que no conociera ya: esta primera frase tan repetida...
... En la calle, el sonido de una sirena extrav¨ªa sus razonamientos. Otra sirena y el motor de un helic¨®ptero que sobrevuela la ciudad le instigan a acercarse a la ventana para mirar; el libro colgando de la mano, mordi¨¦ndole el dedo. Luces naranjas, luces azules, desconcierto. Algo ha sucedido, o est¨¢ sucediendo.
En la cocina conecta las noticias...
Consternado, vuelve al sill¨®n. Una olla de algo m¨¢s vaca que carnero, salpic¨®n las m¨¢s noches,
duelos y quebrantos los s¨¢bados...
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