Sete, el nieto del Jefe
Termin¨® la prueba inaugural de Sur¨¢frica en el podio, gan¨® brillantemente bajo la lluvia en Jerez y ayer volvi¨® a vencer con autoridad sobre la pista francesa de Le Mans. Despu¨¦s de tres carreras, es l¨ªder de la tabla de MotoGP -el segundo espa?ol en lograrlo, tras ?lex Crivill¨¦-, apeando a Valentino Rossi de un pedestal al que se hab¨ªa subido hace tres a?os. Manuel Gibernau Bult¨®, alias Sete, ha chupado mucha rueda antes de llegar a este punto.
Su primer triunfo a nivel internacional fue en Albacete, bajo la lluvia, en una carrera del Europeo de 250cc en 1995. Dos a?os despu¨¦s debut¨® en los 500cc sobre una Yamaha. Luego, pas¨® a Honda y estuvo de gregario de Crivill¨¦ y Okada en el equipo oficial, donde le endilgaron la V2 que los otros no quer¨ªan ni en broma y le supo sacar partido: lleg¨® a encabezar una carrera. Fich¨® por Suzuki como segundo de Kenny Roberts Jr., obtuvo su primer triunfo con una 500 en Valencia en 2001 y despu¨¦s pas¨® al equipo de Gressini, su actual formaci¨®n.
Sete ha crecido como persona y como piloto. A sus 31 a?os, es uno de los corredores con mayor grado de autoconfianza, si no el que m¨¢s, entre los que est¨¢n delante en la categor¨ªa m¨¢xima. Si Rossi es uno de esos genios tocados por los dioses del motociclismo que aparecen muy pocas veces en la historia y Biaggi uno de los mejores del mundo, pero demasiado voluble ante las circunstancias adversas y con un punto de divo que llega a perderle, Gibernau encarna el equilibrio: fuerte, inteligente, competente e id¨®neo para su misi¨®n.
?El piloto perfecto? Del lado humano, es el amigo enrollado con quien compartir¨ªamos confidencias, que caer¨ªa bien a nuestras madres y enamorar¨ªa a nuestras hermanas. Un tipo trempat con los genes de la moto en la sangre -nieto de Paco Bult¨®, luce una divertida caricatura del Jefe en su casco- que mantiene excelentes relaciones con todo el paddock. Su sinton¨ªa personal con Valentino, la m¨¢xima estrella y su principal rival, salta a vista.
Sete es el leal contendiente, un gentleman rider como lo fue su abuelo, pero imbuido de una mezcla de autenticidad y sentido pr¨¢ctico. Jam¨¢s en ninguna de sus declaraciones se ha o¨ªdo una palabra inconveniente: todo es fruto del esfuerzo, todo cuenta -la menci¨®n al patrocinador, el reconocimiento al equipo, el recuerdo al compa?ero fallecido...-, cada gesto tiene su motivo y el mensaje es siempre positivo. No hay queja. Es el deportista en estado puro. El piloto medi¨¢tico del siglo XXI: pol¨ªticamente correcto, en excelente forma f¨ªsica, con una educaci¨®n intachable, naturalmente pol¨ªglota y dotado de s¨®lidos conocimientos t¨¦cnicos. El retrato robot de un futuro campe¨®n del mundo.
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