Aznar vuelve al lugar

Los tres presidentes elegidos en este periodo democr¨¢tico han finalizado su mandato a la edad a la que los pol¨ªticos europeos suelen iniciar su carrera presidencial. Su¨¢rez sali¨® de La Moncloa con 50 a?os; Gonz¨¢lez, con 54, y Aznar, con 51. Kohl ten¨ªa 53 cuando fue elegido canciller por primera vez, los mismos que Thatcher al ganar las elecciones en 1979; Chirac, candidato perdedor en dos ocasiones, hab¨ªa cumplido los 63 cuando gan¨® las presidenciales. Esta singularidad espa?ola, que hace que los presidentes se conviertan en viejas glorias a la edad en que otros son promesas, agrava la dificultad para encontrar acomodo cuando se despiden de su alta responsabilidad. Zapatero se ha comprometido a impulsar una ley que convierta a los ex presidentes en miembros natos del Consejo de Estado. Pero falta que ellos se conformen con esa funci¨®n, digamos, senatorial.

Aznar no se conforma. Su nueva presencia en Estados Unidos ha provocado m¨¢s revuelo (subterr¨¢neo) en sus propias filas que en las del Gobierno, aunque todos se lo han reprochado. No ha tenido el don de la oportunidad: almorz¨® en el Pent¨¢gono con Donald Rumsfeld el mismo d¨ªa en que un destacado dirigente del PP se extra?aba de que el secretario de Defensa no hubiera sido "cesado inmediatamente" despu¨¦s de conocerse el esc¨¢ndalo de las torturas en Irak. Ayer se entrevist¨® con Bush. Desde el entorno del ex presidente se insiste en el car¨¢cter privado de la visita, pero la opini¨®n p¨²blica no hila tan fino: fue Aznar, sin que nadie se lo pidiera, quien dijo que cuando se marchase lo har¨ªa del todo, para no interferir en lo que decidiera su sucesor. Rajoy se encuentra con dificultades para reorientar a su partido, buscando temas de confrontaci¨®n diferentes al de Irak. La ¨²ltima encuesta del CIS revela que el 77% de los espa?oles considera un acierto la retirada de tropas.

Por supuesto que Aznar tiene derecho a pensar que esa retirada supone una claudicaci¨®n ante el terrorismo, como ha declarado en Los ?ngeles. Pero sus declaraciones no han sido ni oportunas ni generosas. No se trata de que diga lo contrario de lo que piensa, pero ser¨ªa deseable mayor discreci¨®n. No es simplemente un pol¨ªtico en retirada, sino un ex presidente, con la carga representativa que ello implica. La incoherencia es total si se recuerda que cualquier declaraci¨®n de Gonz¨¢lez se convert¨ªa en un intento de manejar a sus sucesores al frente del PSOE; incluso hubo una expl¨ªcita acusaci¨®n de deslealtad por una supuesta entrevista con Mohamed VI..., que ni siquiera se hab¨ªa producido.

Es dif¨ªcil retirarse a los 51, sobre todo cuando lo inesperado del desenlace trastorna planes (e im¨¢genes sublimadas de s¨ª mismo) largamente acariciados. Pero llama la atenci¨®n esta obsesi¨®n por volver al lugar donde empezaron sus desgracias.