Magn¨ªfico rescate
El actor mexicano Gael Garc¨ªa Bernal volvi¨® ayer a ser la estrella de los escaparates de La Croisette -ya lo fue junto a Almod¨®var en la noche inaugural de La mala educaci¨®n- con su inteligente y viv¨ªsimo rescate de la figura de Ernesto Guevara, antes de convertirse en la leyenda del Che, en el filme dirigido por el brasile?o Walter Salles Diarios de motocicleta. Redonde¨® la jornada un nuevo alarde de ingenio visual del gran cineasta chino Zhang Yimou, La casa de los pu?ales voladores.
Es Diarios de motocicleta un limpio, libre y muy bien hecho recuento y resumen de anotaciones escritas por Ernesto Guevara en los descansos y las cunetas de su largo viaje en motocicleta desde su Buenos Aires a los confines del continente suramericano, abierto de par en par a los ojos de un muchacho que de aquel poco conocido viaje sac¨® ra¨ªces morales e intelectuales para otro viaje, ¨¦ste universalmente conocido y fuente de la leyenda viva del revolucionario Che Guevara, un icono inagotable que acaba de atravesar con su energ¨ªa intacta la frontera del siglo XXI.
En el a?o 1952, Ernesto Guevara, estudiante bonaerense de Medicina de 23 a?os, y Alberto Granado, bioqu¨ªmico de 29, dieron la espalda a los edredones de su lugar en el mundo en familias acomodadas de la burgues¨ªa argentina y se echaron a cuerpo limpio en la enormidad de las distancias de Am¨¦rica subidos en una vieja moto Norton, que llamaban La poderosa. El viaje fue una arriesgad¨ªsima aventura f¨ªsica, un desaf¨ªo a la muerte en toda la regla, pero acab¨® convirti¨¦ndose en algo m¨¢s que eso: en una aventura imaginaria y en un recorrido moral que conform¨® la visi¨®n de una Am¨¦rica unida en el pensamiento y el sentimiento de un muchacho que d¨¦cada y media m¨¢s tarde, en el ¨²ltimo recodo de aquel viaje iniciador, se alz¨® como una parte esencial de la lucha de Am¨¦rica Latina por la conquista de su identidad y su libertad.
La pel¨ªcula de Walter Salles alcanza calidades narrativas y anal¨ªticas m¨¢s que notables. Por un lado, define con precisi¨®n y con unas pocas pinceladas magistrales el estrecho mundo de la burgues¨ªa argentina de donde surge la colosal presencia de Ernesto Guevara. Por otro lado, su estilo es llano, sin ca¨ªdas en el ¨¦nfasis y en los subrayados, a los que se presta obviamente el hecho de que el rostro del joven estudiante que encarna Gael Garc¨ªa Bernal, el espectador tiende instintivamente a adosar los rasgos del icono universal en que acab¨® convirti¨¦ndose el personaje que el actor mexicano construye con admirable llaneza y mucho talento.
Adem¨¢s, logra Salles un buen engarce y una muy apretada s¨ªntesis de las anotaciones de Guevara durante su viaje, que son la materia de fondo que alimenta al excelente gui¨®n de Diarios de motocicleta. Y extrae de estas anotaciones no s¨®lo un relato y una atm¨®sfera dram¨¢tica, sino algo m¨¢s y de gran calado: la inquietante vigencia de lo que ocurre en el filme, que Walter Salles expone con palabras di¨¢fanas: "Mi primera impresi¨®n fue que la mayor¨ªa de los problemas estructurales y sociales que golpearon los ojos de Ernesto en su viaje no han sido resueltos. Hay en el hilo de mi itinerario lo esencial de lo que sent¨ª leyendo los testimonios escritos por Guevara. La gran sorpresa es la constataci¨®n de que estos cuadernos de anotaciones son modernos, contempor¨¢neos, signo de que las realidades sociales y pol¨ªticas de la cultura latinoamericana han cambiado poco en el medio siglo transcurrido".
Gael Garc¨ªa Bernal y la extraordinaria r¨¦plica que le da Rodrigo de la Serna logran dar una contagiosa viveza y una apasionante inmediatez a la aventura. Hay condici¨®n de hombres vivos, de gentes de ahora mismo en los dos personajes. Lo que les ocurre son sucesos rigurosamente de hoy. Su camino sigue siendo recorrido, est¨¢ todav¨ªa abierto. Y esto finalmente es lo que dispara hacia arriba Diarios de motocicleta, que es un relato sobre las ra¨ªces de la leyenda del Che, pero tambi¨¦n sobre la persistencia de las razones que hicieron posible esa leyenda.
En los ant¨ªpodas est¨¢ La casa de los pu?ales voladores, en la que el maestro chino Zhang Yimou prolonga su diversi¨®n de H¨¦roe y vuelve a moverse en las tortuosas bambalinas de la China medieval, en el a?o 859 y bajo el poder de la dinast¨ªa Tang. Juega el cineasta a crear impactos visuales inesperados y prodigios pl¨¢sticos que producen asombro. Pero es en la segunda mitad del filme, cuando comenzamos a olvidarnos de las deliciosas estampas que mueve el filme, cuando ¨¦ste salta bruscamente hacia arriba, hacia el desmelenamiento emocional. Surge entonces el Zhang Yimou rom¨¢ntico que sit¨²a a la hermosa y magn¨ªfica actriz Zhang Ziyi -que ¨¦l descubri¨® y form¨®: hoy convertida en m¨¢xima estrella del cine chino- en la picota de una nueva met¨¢fora de gran gesto y hermosa ret¨®rica visual.
Babelia
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