El fracaso previsible de un proyecto emblem¨¢tico

La decisi¨®n adoptada ayer por el consejo de administraci¨®n de Terra M¨ªtica, el parque tem¨¢tico de Benidorm que iba a revolucionar el sector tur¨ªstico de la Comunidad Valenciana, impulsar su desarrollo hasta cotas insospechadas y, al tiempo, convertirse en un referente mundial del sector del ocio por su car¨¢cter innovador, supone un duro final a la iniciativa m¨¢s emblem¨¢tica de la etapa de Eduardo Zaplana al frente de la presidencia de la Generalitat valenciana. Aunque la decisi¨®n est¨¦ sujeta a la aprobaci¨®n de la junta general de accionistas, la cuant¨ªa del endeudamiento acumulado y la escasez de ingresos ante una demanda muy inferior a la prevista, seg¨²n se ha venido informando estos d¨ªas, hacen muy improbable una vuelta atr¨¢s. Sobre todo, tras el fracaso de las negociaciones con una veintena de entidades financieras acerca de c¨®mo abordar su imposibilidad de hacer frente al pago del plazo del cr¨¦dito sindicado vencido el pasado diciembre.

No es, en modo alguno, una buena noticia. Que una iniciativa que podr¨ªa haber servido para complementar la oferta tur¨ªstica de una comunidad puntera en este terreno pase a estar bajo control judicial ante la gravedad de su desequilibrio financiero es lamentable. Pero, al mismo tiempo, no es posible ignorar que la trayectoria de la sociedad, desde el mismo momento en que se proyect¨®, y mucho m¨¢s cuando se acabaron las obras con un sobrecoste reconocido superior al 25%, auguraba la situaci¨®n a la que ahora se ha llegado.

Porque el desprecio a las leyes que dominan el funcionamiento de los mercados, de las que, como hace falta recordar, derivan los resultados empresariales, ha sido absoluto por parte de quienes, con un apoyo total del gobierno aut¨®nomo, proyectaron, dise?aron y han venido gestionando hasta este momento la sociedad. Sin duda, porque estaban convencidos, como de hecho as¨ª ha parecido en muchos momentos, de que el respaldo pol¨ªtico ser¨ªa suficiente para contar con recursos financieros ilimitados que salvaran su incapacidad para mejorar una cuenta de resultados que, a?o tras a?o, ha venido demostrando la irrealidad de las previsiones realizadas.

S¨®lo desde este desprecio se puede entender la pretensi¨®n de innovar en un sector tan maduro como el de los parques tem¨¢ticos, sin contar con profesionales cualificados a la hora de analizar la viabilidad de la idea, dise?ar el contenido de la iniciativa, acometer la ejecuci¨®n de las obras o establecer criterios de gesti¨®n, financieros y comerciales, austeros y eficaces. Millones de decisiones individuales de consumidores de ocio han emitido su veredicto. El resultado: una reducci¨®n de dos tercios en las cifras de visitantes previstos y una demostraci¨®n m¨¢s de que las preferencias pol¨ªticas expresadas en unos comicios no guardan relaci¨®n con las que los mismos individuos adoptan como consumidores.

Ahora, desaparecidos m¨¢s de 150 millones de euros por el desag¨¹e de las p¨¦rdidas, s¨®lo cabe esperar que la situaci¨®n a la que se ha llegado s¨®lo sea un punto y aparte y que, redimensionado y bien gestionado, el parque pueda superar la tutela judicial en el m¨¢s breve plazo posible. Y, sobre todo, que, con m¨¢s modestia y menos descalificaciones, no se vuelva a ignorar que los recursos gestionados en funci¨®n del respaldo ciudadano recibido, ni son ilimitados, ni dejan de tener un coste de oportunidad ni, menos a¨²n, caen del cielo, sino que de manera directa o indirecta pertenecen a los ciudadanos.

Jordi Palafox es catedr¨¢tico de Historia e Instituciones Econ¨®micas en la Universidad de Valencia, y vocal del Consejo de Administraci¨®n de Bancaja.