El Ej¨¦rcito israel¨ª avanza en plena guerra abierta en el sur de Gaza
Al menos 40 palestinos han muerto en tres d¨ªas en la operaci¨®n militar contra Rafah
"Lo he perdido todo en una noche. Mi casa, mi trabajo, cualquier futuro. S¨®lo me queda una cosa: la venganza". Mahmoud Abu Tabab masticaba ayer las palabras mientras desde el grupo de tiendas de campa?a instalado en las cercan¨ªas del hospital de Rafah miraba hacia el sur, donde en esos mismos momentos zapadores e ingenieros del Ej¨¦rcito israel¨ª derribaban viviendas en el barrio de Al Brazil, junto a la frontera con Egipto. En una de las tiendas, 24 personas de su familia cruzaban miradas cargadas de incertidumbre.
En la madrugada de ayer todos los familiares de Mahmoud tuvieron que salir corriendo de su hogar ante la amenaza de derribo inminente. "No s¨¦ qu¨¦ voy a hacer ma?ana, pero necesito encontrar un lugar donde vivir. Mi familia necesita lo m¨ªnimo: un techo y sensaci¨®n de seguridad", suplicaba. Las tiendas permanecen cerradas y la comida empieza a escasear en una zona que era escenario de una guerra abierta por tercer d¨ªa consecutivo. Al menos 40 palestinos han muerto desde que comenz¨® la Operaci¨®n Arco Iris.
El Ej¨¦rcito israel¨ª abri¨® ayer m¨ªnimamente el bloqueo impuesto sobre el campo de refugiados de Rafah. Las carreteras principales segu¨ªan bloqueadas por carros de combate que disparaban r¨¢fagas de ametralladora sobre los veh¨ªculos que se acercaban, pero el laberinto de caminos agr¨ªcolas que separa Rafah de Jan Yunes estaba parcialmente abierto.
Por las calles desiertas de Rafah se escuchaban disparos y detonaciones procedentes de los carros de combate israel¨ªes. En numerosas esquinas, milicianos palestinos manten¨ªan tiroteos con unidades israel¨ªes, mientras a poca distancia las dotaciones de las ambulancias observaban la escena.
El Ej¨¦rcito de Israel est¨¢ actuando de forma paralela en dos barriadas diferentes de Rafah colindantes con la frontera con Egipto; por un lado, Tel al Sult¨¢n, que contin¨²a sellado por tercer d¨ªa consecutivo y a donde ni siquiera las ambulancias pueden acceder, y el barrio de Al Brazil, donde anoche cientos de personas tuvieron que huir a la carrera ante la amenaza inminente de que sus viviendas iban a ser demolidas. "Ten¨ªamos un edificio de seis plantas donde viv¨ªan 24 personas, entre ellas seis ni?os. A medianoche los israel¨ªes nos echaron a todos y esta ma?ana han volado la casa", relataba Baser al Ashrad. El ch¨¢ndal verde que lleva puesto representa todas las pertenencias que ha podido salvar y trabajaba de vendedor en una tienda que ya tampoco existe. "Lo peor es que en el caos de la huida nos hemos separado y no s¨¦ nada de mis padres", afirmaba con l¨¢grimas en los ojos. Su casa estaba situada a 250 metros de la frontera, y Baser aseguraba que cuando llegaron los soldados ya no quedaba en pie ninguna de las viviendas que hab¨ªa delante. "Quiero tomarme toda la venganza que pueda por esto, quiero matar al m¨¢ximo n¨²mero de israel¨ªes posible", concluy¨® amenazante.
A poca distancia del peque?o hospital de Rafah, en un edificio blanco de dos plantas con rejas en sus ventanas, un grupo de milicianos disparaba desde un cruce al que nadie se atrev¨ªa a acercarse. Las ambulancias iban y ven¨ªan.Varios hombres armados con fusiles Kal¨¢shnikov y alg¨²n M-16 vigilaban en la puerta, lo que no imped¨ªa que, pasado el mediod¨ªa, varios hombres intentaran secuestrar al enviado especial de The New York Times en la misma puerta del hospital, algo que impidi¨® la polic¨ªa palestina.
"Esto no es nada. La cosa va a ir a mucho peor", auguraba sombr¨ªo el doctor Al¨ª Musa, director del hospital de Gaza, cuyo atestado despacho est¨¢ presidido por dos grandes retratos de Yasir Arafat y del jeque Ahmed Yassin. Musa describe el panorama hospitalario en pocos segundos: "No hay medicamentos, no hay sangre, ni equipo, ni ambulancias, ni nada de nada. Lo peor es que ni siquiera hemos podido atender a los heridos de Tel al Sult¨¢n". M¨¦dicos y enfermeras de otras zonas de Gaza han entrado en Rafah en cuanto se ha suavizado el bloqueo. "Pero no s¨®lo necesitamos buena voluntad", concluye el doctor Musa, quien manifiesta su temor de que en estas condiciones las alt¨ªsimas cifras de heridos engrosen la lista de muertos.
"Los israel¨ªes tienen dividido Rafah en sectores y es muy dif¨ªcil pasar de una zona a otra", destacaba Abdul Hasan, responsable de un ret¨¦n de ambulancias situado en una calle principal, mientras dirig¨ªa la mirada tranquilamente a unas esquinas en las que se escuchaban numerosos disparos. "Recibimos constantes llamadas de auxilio y es desesperante, porque hay zonas que nos est¨¢n vedadas", explicaba Hasan mientras mostraba varios folios con anotaciones a mano en una cuadr¨ªcula. "Son de las ¨²ltimas dos horas", se?ala. "Lo peor es que ya no s¨®lo llaman los heridos. Acabo de hablar con una mujer que pide agua y leche para sus hijos. La primera noche fue la peor. Una ambulancia fue destruida en Tel al Sult¨¢n y los dos conductores estuvieron rodeados por los militares durante horas en una casa. Hab¨ªan acudido a atender a tres heridos y a recoger a un muerto. Al final los heridos tambi¨¦n murieron". Durante la jornada de ayer al menos otros ocho palestinos murieron en Rafah, tres por un misil disparado desde un helic¨®ptero y los otros cuatro por disparos de los soldados. Dos de ellos estaban enterrando a sus muertos, seg¨²n Efe. Otro ni?o de tres a?os muri¨® de un susto tras la demolici¨®n de una casa vecina. Fuentes palestinas citadas por France Presse aseguraban que Jalid Abu Anza, jefe local del brazo armado de Ham¨¢s, est¨¢ entre los muertos.
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