Las grietas de ayer
El dibujo de caracteres no le impide a Olga Merino subrayar con igual intensidad en su nueva novela, Espuelas de papel, dos momentos concomitantes de la historia espa?ola del siglo veinte: la Guerra Civil y las dram¨¢ticas secuelas que dej¨® su gesti¨®n por los vencedores. Quiero indicar con esto que Olga Merino no subordin¨® ninguno de los niveles con los que esta novela trabaja, el hist¨®rico y el intrahist¨®rico. Ninguno de los dos se impone al otro, y este equilibrio de ambas instancias hace que la novela fluya sin fisuras, se desenvuelva como un todo narrativo a pesar de sus muchas idas y venidas cronol¨®gicas y espaciales. Ya en su anterior novela, Cenizas rojas (Ediciones B), pudimos ver su inter¨¦s por hacer que los vertiginosos cambios que se estaban operando en la Uni¨®n Sovi¨¦tica los lectores los vivieran desde la ficci¨®n. En Espuelas de papel la autora catalana procede con el mismo esp¨ªritu, incluso con un punto de riesgo que tratar¨¦ de explicar.
ESPUELAS DE PAPEL
Olga Merino
Alfaguara. Madrid, 2004
282 p¨¢ginas. 17 euros
Digamos antes que Espuelas de papel est¨¢ escrita en tercera persona. La elecci¨®n de esta voz narradora es la acertada, toda vez que se nos cuenta peripecias distintas y alejadas en el tiempo, con varios personajes que aparecen y desaparecen, un volumen argumental si no denso s¨ª poblado, y a la vez nunca esta voz resulta abrumadoramente omnisciente. La materia de esta novela es suficientemente emotiva como para encima a?adirle m¨¢s madera con una elecci¨®n narradora en teor¨ªa m¨¢s pr¨®xima. As¨ª que en este cap¨ªtulo Olga Merino demuestra una no habitual sapiencia. En cuanto a su asunto, la novela trata de unos inmigrantes andaluces que llegan a Catalu?a alrededor de los a?os sesenta. La protagonista es Juana, una chica de veinte a?os que se coloca de sirvienta en una casa de Barcelona. La se?ora de la casa tiene dos hijas (las Monterde) y un pasado brumoso. A Juana (Merch¨¢n) le acompa?a en protagonismo Liberto, un relojero y antiguo anarquista de cuarenta a?os que pas¨® veinte en las c¨¢rceles de Franco. Est¨¢n luego los padres de Juana y sus hermanos, el barrio de extrarradio donde se hacinan, el barrio g¨®tico donde vive Liberto, el trasiego de unos negocios turbios. Sobre la memoria de esta gente, pesan los terribles d¨ªas de la represi¨®n franquista en Sevilla, despu¨¦s de la sublevaci¨®n. En unos, en otros los otrora desmanes y la rapi?a inhumana. Y como elemento que suelda estos dos escenarios cronol¨®gicos y humanos, la figura casi m¨¢gica de Chachachica. He hablado antes de riesgo. Quien lea esta novela hallar¨¢ ecos de la narrativa de Juan Mars¨¦. La atm¨®sfera que rodea a las Monterde parece sacada de una novela del gran escritor. Otra referencia es la de Merc¨¦ Rodoreda, en cuyo mundo no me extra?ar¨ªa que Merino se hubiera inspirado para construir al relojero Liberto y su romance con Juana. S¨®lo creo que Olga Merino no acert¨® a justificar plenamente en su novela la presencia de Chachachica, un personaje tal vez demasiado entra?able para una historia que no permit¨ªa ni un gramo de miel, excepcionalmente imprescindible en la excelente secuencia en la que es vejada por el capit¨¢n (real) franquista Manuel D¨ªaz Criado. Trabajar una novela con la sola posibilidad de que alguien identificara en su hechura paisajes tan emblem¨¢ticos como los de los autores citados era un riesgo. Y Olga Merino, salvo en el dibujo que le reprocho, sali¨® airosa. Y con una escritura personal y exenta de lagrimeo y demagogia, exigencia, entre otras, con la que hay que contar si se quiere, como la autora, tener un mundo propio.
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