Todos somos palestinos

A la vista de los ¨²ltimos acontecimientos, pocas dudas caben sobre las intenciones de Ariel Sharon respecto al pueblo palestino. Paso a paso, con muerte y desolaci¨®n, el primer ministro de Israel no s¨®lo hace inviable un futuro de convivencia y vecindad, sino que pretende la destrucci¨®n de un pueblo para el que no va a haber otro futuro que adentrarse en el mar, siguiendo los pasos de Alfonsina Storni.

Mientras esto sucede, los gobiernos europeos, pese a tener en sus manos los instrumentos de presi¨®n adecuados para que cese esa pol¨ªtica suicida y homicida, disimulan bajo una falsa indignaci¨®n que no lleva a ninguna parte, y los ciudadanos callamos para que nadie nos acuse de antiisrael¨ªes. Lo que contrasta con el cada vez m¨¢s numeroso n¨²mero de ciudadanos e intelectuales de Israel que manifiestan su oposici¨®n hacia la pol¨ªtica de su Gobierno, y a los que nadie podr¨¢ acusar de ese sentimiento, como tampoco se puede hacer hacia aquellos europeos que pensamos que la paz mundial, la seguridad de nuestra sociedad y el futuro de jud¨ªos y palestinos, pasa por oponerse y denunciar la pol¨ªtica asesina de terrorismo de Estado practicada por Ariel Sharon, cuyas consecuencias las pagaremos todos.

Los gobiernos europeos deben ser conscientes de que la pol¨ªtica que siguen los convierte en c¨®mplices del Gobierno de Israel, y de que, de seguir as¨ª, al peso de sentirse culpables en distinto grado del Holocausto deber¨¢n sumar las consecuencias de lo que permiten en Palestina. Por eso, es la hora en la que gobernantes como Rodr¨ªguez Zapatero deben poner sensatez y responsabilidad ante ese grave problema, si no quieren convertirse en ¨¦mulos de Chamberlain, el cual, con sus pa?os calientes, no pudo evitar en el siglo pasado la tragedia de la guerra y el exterminio.