La Operaci¨®n Lazo asegur¨® Madrid
Interior blind¨® el paseo real con hasta cuatro agentes o alumnos de polic¨ªa por metro
Cinco de la madrugada. Una masa azul avanza hacia la Cibeles entre estandartes rosas. Son chavales j¨®venes, muy j¨®venes, alumnos de polic¨ªa de la Academia de ?vila. Ni placa ni pistola ni autoridad. S¨®lo la porra. Son miles. "Unos 6.000", aclara la Direcci¨®n General de la Polic¨ªa. "Ahora les van a llevar a sus puestos. Est¨¦n atentos y no dejen entrar a nadie". El instructor da la ¨²ltima voz: "?Est¨¢ todo claro?". La primera escuadra de 50 alumnos echa a correr Gran V¨ªa arriba a tomar posiciones con los veteranos de las Unidades de Intervenci¨®n Policial (UIP, antidisturbios). "Otros 6.000", se dice oficialmente. "A ver si vamos a ser m¨¢s polic¨ªas que p¨²blico", bromeaba un comisario. Y mientras jarre¨®, casi fue as¨ª. Pero la Operaci¨®n Lazo funcion¨®, sin apenas incidentes. S¨®lo hubo un hecho inquietante, bastante inquietante.
La polic¨ªa tom¨® el eje Atocha, Cibeles, plaza de Espa?a, Catedral de la Almudena sin dejar un resquicio. Quien quisiera ejercer de p¨²blico pod¨ªa ser registrado. Incluso cacheado. El alba mostr¨® cuatro l¨ªneas continuas, de casi cuatro kil¨®metros de longitud, de uniformes azules. Dos en el interior de la ruta, cubriendo las vallas de seguridad a ambos lados de la calle y mirando hacia el p¨²blico, y otras dos a las espaldas del p¨²blico. A las 7.30 llegaron los contrafrancotiradores. Inconfundibles por el malet¨ªn en el que guardan sus fusiles Mauser de tiro tenso. "Llegan para tomar sus posiciones con los ojeadores, pero hasta las 9.30 o las 10.00 no se van a levantar", es decir, a apostarse, explica un veterano miembro de las UIP.
Los polic¨ªas ven¨ªan desayunados: caf¨¦ con leche ya azucarado o batido de chocolate, dos magdalenas o un d¨®nuts y una barrita de chocolate blanco crujiente. Iban a tener que aguantar a pie firme, viniera lo que viniera, entre 10 y 12 horas. Vino el chaparr¨®n y siguieron en sus puestos. "Nosotros ya sabemos qu¨¦ es esto", comentaban los antidisturbios, "pero los chavales se van a desanimar".
Pero las cosas iban saliendo bien. V¨ªctor Garc¨ªa Hidalgo, director general de la Polic¨ªa, estuvo al mando de los suyos en el centro de coordinaci¨®n. Lo mismo hizo Carlos G¨®mez Arruche, m¨¢ximo responsable de la Guardia Civil, encargada de la custodia del Palacio Real y de los traslados de personalidades en carretera. Y acabaron bien: s¨®lo hubo una falsa amenaza de bomba en nombre de ETA, un par de detenciones y una suelta de globos con la bandera republicana. "La normalidad ha sido la nota dominante en la celebraci¨®n este s¨¢bado", sentenciaba el Ministerio del Interior por la tarde. Casi 23.000 funcionarios del Cuerpo Nacional de Polic¨ªa, Guardia Civil, Polic¨ªa Municipal y Guardia Real lo hicieron posible.
S¨®lo hubo un motivo de inquietud. Pasajero. Agentes de la Brigada M¨®vil de la Jefatura Superior de Polic¨ªa de Madrid localizaron por la ma?ana frente a la estaci¨®n de autobuses de M¨¦ndez ?lvaro el veh¨ªculo Renault 11 de uno de los implicados en los atentados del 11-M. Fuentes de la jefatura explicaron que era el coche de Abdelhouahid Berraj, en prisi¨®n desde el 19 de marzo como colaboraci¨®n con organizaci¨®n terrorista. Es el hermano de Said Berraj, uno de los autores materiales de la matanza que, por lo que cree la polic¨ªa, est¨¢ huido.
"Levanten zona azul", sonaron los radiotransmisores. Era el aviso del principio del fin. Formaron 2.000 alumnos y se dispusieron a volver a ?vila. Les esperaban en Cibeles 60 autobuses. Eran las dos y media de la tarde.
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