Por qui¨¦n caen las chimeneas
Dispuesta por fin a iniciarme en los misterios y encantos del F¨®rum, emprendo un paseo a pie desde la plaza de las Gl¨°ries hasta el recinto sito en Sant Adri¨¤ de Bes¨°s. Adem¨¢s de prepararme psicol¨®gicamente para penetrar en el F¨®rum, la caminata por la avenida Diagonal resulta de lo m¨¢s edificante e instructiva. Y po¨¦tica, muy po¨¦tica. Siempre me han gustado las chimeneas, pero esa tarde, entre el polen primaveral que flota en la atm¨®sfera, el calor bestial, los t¨ªos cachas que recorren el paseo haciendo footing, patinando o en bici, y la contemplaci¨®n de las enhiestas chimeneas que jalonan la avenida, unas m¨¢s gruesas, otras m¨¢s finas, no puedo evitar ponerme rom¨¢ntica. Por cierto: si caminando por la Diagonal ven ustedes a alguien cuya cabeza da un giro de 360 grados, no se alarmen. No se trata de ¨¦mulos de Linda Blair en El exorcista, sino de ciudadanos que prefieren que no los atropelle el tranv¨ªa y, por si acaso, miran en todas las direcciones.
Pero volvamos a las chimeneas, que adem¨¢s de animar el paisaje urbano con reminiscencias f¨¢licas, se erigen en una estupenda met¨¢fora, no s¨®lo de la ciudad que estamos dejando atr¨¢s, con sus periferias fabriles y sus barrios obreros, de los que a¨²n quedan muestras atrapadas entre modernos rascacielos, sino del pa¨ªs que en un plazo muy breve ya no seremos: la Catalu?a industrial que produc¨ªa cosas y que ahora mismo est¨¢ dejando de producirlas a marchas forzadas para reciclarse en el sector servicios. Cae una f¨¢brica con su correspondiente chimenea (aunque algunas se las han ingeniado para sobrevivir al derribo de la f¨¢brica de la que formaron parte, de lo que deduzco que en este pa¨ªs hay mucha gente sensible a las met¨¢foras) y en su lugar florece un hotel de lujo. Caen 200 obreros y en su lugar florecen 200 camareros. ?Sabremos ser tan buenos como camareros como lo fuimos en la f¨¢brica?, me pregunto, l¨®gicamente preocupada por el porvenir.
La respuesta la obtengo enseguida, en el F¨®rum, donde los 200 azafatos y azafatas que han brotado en el lugar donde anta?o habr¨ªa habido 200 obreros reaccionan a nuestra solicitud de informaci¨®n con tal despliegue de simpat¨ªa, sonrisas, calidez humana y eficiencia que enseguida me embarga un profundo optimismo con respecto a nuestro futuro en el sector servicios. Sin embargo, mi dicha dura poco porque no tardo en darme cuenta de que la c¨¢lida acogida de que nos han hecho objeto se debe en parte a que en el recinto del F¨®rum, cuando son las nueve de la primera noche calurosa de la temporada, hay m¨¢s informadores que visitantes.
Qu¨¦ enorme privilegio, se me ocurre pensar mientras paseo boquiabierta por las enormes y fastuosas instalaciones casi desiertas, poder ver todo esto sin las apreturas de la multitud. Lo mismo debe de estar pensando una joven y ardiente pareja unida en un interminable beso de tornillo. Qu¨¦ duda cabe que besarse es una forma impecable de ejercer la fraternidad. L¨¢stima que los dos j¨®venes sean heterosexuales y del mismo color, lo que arruina un poco las posibilidades simb¨®licas del beso en este marco incomparable que invita a pensar en la interpenetraci¨®n multicultural.
Todav¨ªa no s¨¦ si lo m¨¢s alucinante de la visita es el placer est¨¦tico experimentado ante la abrumadora belleza de la placa solar que da energ¨ªa a todas las instalaciones o la visi¨®n, ins¨®lita y casi fantasmag¨®rica, de los merenderos vac¨ªos. Es cierto que es un d¨ªa laborable, pero el ¨²nico espect¨¢culo que registra cierta afluencia es el ensayo general de Naumaquia, de la Fura, que despliega sus gigantes c¨®smicos en la noche, mientras el m¨²sico argelino Cheb Bilal act¨²a ante un centenar escaso de personas.
Al final, nos concedemos un descanso en el puerto, donde la sonriente camarera nos sirve dos cervezas en dos largos vasos de pl¨¢stico con una curiosa torsi¨®n que evoca las columnas salom¨®nicas. "Los vasos cuestan medio euro", nos informa la empleada. La simpat¨ªa que desprende no s¨®lo aborta todo conato de rebeli¨®n, sino que abandonamos el recinto plet¨®ricos de optimismo y con la certeza de que Catalu?a sabr¨¢ reconvertirse en un pa¨ªs de admirables camareros, hoteleros y azafatos de congresos.
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