La caja de donde sali¨® la Goma 2
Cr¨®nica del robo de los explosivos y de los ¨²ltimos movimientos de los terroristas antes del 11-M
Tres semanas antes del 11 de marzo los suicidas acud¨ªan a una casa en el t¨¦rmino municipal de Chinch¨®n, en medio de la Vega del Taju?a. Viv¨ªan all¨ª desde enero. Llevaban una vida sedentaria y manten¨ªan buen trato con los vecinos. De pronto, desaparecieron. La casa se qued¨® sola, con las gallinas revoloteando cerca de un peque?o zulo que estaban construyendo. Y al volver, dijeron a los vecinos que se hab¨ªan ido de vacaciones al Pa¨ªs Vasco.
Pero no era exactamente al Pa¨ªs Vasco adonde hab¨ªan ido. Y no fue precisamente un viaje de placer gestionado en una agencia el que emprendieron.
Los planes del viaje se gestaron el 27 de febrero en un Mc Donald's cercano a un hospital madrile?o. All¨ª se reunieron dos hombres que nunca se hab¨ªan visto antes: Jamal Ahmidan, alias El Chino, marroqu¨ª de 34 a?os, y Jos¨¦ Emilio Su¨¢rez Trashorras, espa?ol de 27, quien se hab¨ªa casado el 14 de febrero y regresaba de su luna de miel en Canarias.
Jos¨¦ Emilio vio que el m¨¢s integrista de los cuatro con quienes se reuni¨® era el Chino
El Chino llevaba 12 a?os en Madrid y fue el primero de los 14 hermanos Ahmidan en instalarse en Espa?a. La comunidad marroqu¨ª de Lavapi¨¦s sab¨ªa que se dedicaba a los negocios de la droga. En la ciudad de Tetu¨¢n se le consideraba un tipo peligroso y con influencias, amigo de peque?os y grandes traficantes. A esa reuni¨®n asisti¨® con el peque?o camello Rachid Adli.
Los conocidos de Adli en el restaurante La Alhambra, en la calle Tribulete de Lavapi¨¦s, aseguran que s¨®lo se dedicaba a robar tel¨¦fonos m¨®viles, a atracar turistas, a trapichear con droga. Comentan que aunque Rachid Adli trabaj¨® alg¨²n tiempo en la carnicer¨ªa que tiene su hermano en los l¨ªmites del barrio, a Rachid le gustaba m¨¢s el dinero f¨¢cil y c¨®modo al margen de la ley.
-Pero ¨¦l jam¨¢s habr¨ªa participado en la matanza de 192 personas- asegura un conocido suyo. Jam¨¢s se habr¨ªa atrevido a eso.
Ahora su abogado tendr¨¢ que demostrar que Rachid Adli no conoc¨ªa los planes de los siete terroristas que se suicidaron el d¨ªa 3 de abril en Legan¨¦s, tres d¨ªas antes de que la polic¨ªa lo detuviera.
El Chino quer¨ªa explosivos y el antiguo minero sab¨ªa d¨®nde y c¨®mo encontrarlos
Uno de esos suicidas, Mohamed Oulad Akcha, se encontraba tambi¨¦n en aquella hamburgueser¨ªa. Mohamed hab¨ªa nacido en Tetu¨¢n, donde el Chino, ten¨ªa antecedentes de droga y se dedicaba a limpiar casas.
Tambi¨¦n asisti¨® a la cita Rafa Zuheir, un tipo con fama de andar inmerso en los negocios de la prostituci¨®n, un tipo que en un bar como La Alhambra, donde la mayor¨ªa de los clientes son varones de nacionalidad marroqu¨ª, se presentaba con mujeres del Este. El art¨ªfice de esa reuni¨®n entre el Chino y el reci¨¦n casado asturiano era ¨¦l, Rafa Zuheir, quien hab¨ªa coincidido tiempo atr¨¢s en la c¨¢rcel de Villabona (Asturias) con el cu?ado de Jos¨¦ Emilio Su¨¢rez Trashorras.
Jos¨¦ Emilio trabaj¨® como ayudante de minero hasta el 31 de octubre de 2002, en que caus¨® baja por finalizaci¨®n de contrato, en Mina Conchita, una explotaci¨®n de caol¨ªn en Asturias. El caol¨ªn es una arcilla blanca muy pura que se emplea en la fabricaci¨®n de porcelanas y medicamentos, entre otros productos. La mina es propiedad de la sociedad Caolines de Merill¨¦s, una empresa de 35 trabajadores.
Poco a poco, d¨ªas antes del atentado, todos los terroristas dejaron sus casas y trabajos
Jos¨¦ Emilio se dio cuenta muy pronto de que el m¨¢s integrista de los cuatro marroqu¨ªes con quienes se hab¨ªa reunido en la hamburgueser¨ªa era el Chino. Tanto que, en un momento dado, la charla se volvi¨® tensa cuando el Chino lleg¨® a justificar los atentados del 11-S y Jos¨¦ Emilio se lo reproch¨®.
Pero ese detalle, ese par¨¦ntesis en el negocio, no impidi¨® que todos llegaran a un acuerdo. El Chino quer¨ªa explosivos y el antiguo minero sab¨ªa d¨®nde y c¨®mo encontrarlos. Pod¨ªa ir el d¨ªa siguiente, el 28 y 29 de febrero. ?l los guiar¨ªa.
Era tan f¨¢cil como llegar a Mina Conchita, la explotaci¨®n donde ¨¦l hab¨ªa trabajado hasta hace dos a?os, o a Mina Collada y Anexas, que se encuentra s¨®lo a tres kil¨®metros de Mina Conchita, ambas a unos 60 kil¨®metros de Oviedo. Pero era imposible dar con los polvorines sin la ayuda de un minero.
La polic¨ªa sostiene que el explosivo sali¨® de esas dos minas. No alberga dudas. Sin embargo, la empresa Caolines de Merill¨¦s asegura que nunca ha sido objeto de robo alguno de explosivos, que ha superado sin incidencias todos los controles peri¨®dicos que realiza la Guardia Civil y que el almacenamiento de explosivos con que cuenta sus minas -se trata de explotaciones peque?as, que manejan cantidades diarias reducidas- no permite, aun en el supuesto de que hubiera habido sustracciones, que se pueda obtener de sus explotaciones los casi 200 kilos que, seg¨²n la investigaci¨®n, ten¨ªan en su poder el Chino, el Tunecino y compa?¨ªa.
Esa opini¨®n la comparten varios mineros avezados en el manejo de explosivos y algunos encargados de otras empresas. La Guardia Civil sabe la cantidad de explosivos que se suministra a cada explotaci¨®n, la fecha, el tipo y la cantidad, as¨ª como las referencias de serie de cada cartucho.
Adem¨¢s, hay que tener en cuenta que los suministros de Goma 2 se hacen bajo pedido (uno al mes, precisando la cantidad y el destino exacto del mismo) y los controla la Direcci¨®n General de Minas y la Guardia Civil.
El instituto armado supervisa asimismo el transporte y entrega. Tambi¨¦n controla peri¨®dicamente el estado de cada polvor¨ªn y sus medidas de seguridad. La Goma 2 llega a la mina en cajas de 25 kilos, cada una de las cuales contiene 10 bolsas de 2,5 kilos cada una. Las autoridades saben qu¨¦ ruta ha seguido cada uno de los cartuchos de dinamita, y en qu¨¦ fechas, desde la f¨¢brica de Burgos hasta la mina o cantera a la que se haya suministrado. S¨®lo se fabrica Goma 2 bajo pedido autorizado.
Varios mineros consultados aseguran que la posibilidad de que alg¨²n trabajador de las explotaciones pueda quedarse con cartuchos cuando son trasladados al interior de la mina es factible, aunque nada f¨¢cil, dado que existen controles diarios, se anota cada d¨ªa lo que se saca, lo que se usa y lo que se devuelve al polvor¨ªn sin utilizar. Esos libros son visados mensualmente por la Guardia Civil. En todo caso, a?aden, la cantidad que se pueden sustraer en cada voladura para que no se note su robo es ¨ªnfima y dif¨ªcilmente pueden acumularse, agregan, cantidades como las que parece que obtuvieron en Asturias los terroristas.
Por su caducidad, el presunto robo de casi 200 kilos tuvo que hacerse en un periodo limitado de tiempo, lo que dificulta la sustracci¨®n de grandes cantidades si se hiciese mediante el m¨¦todo de ocultamiento de cartuchos en cada explosi¨®n programada en la mina.
-Aunque alguien pudiese sacar dos kilos diarios, se necesitar¨ªan m¨¢s de tres meses para llegar a tener casi 200 kilos- sostiene un minero experto.
La posibilidad de robo en el minipolvor¨ªn obligar¨ªa a forzar la puerta de seguridad o a tener copia de la llave.
-No es nada f¨¢cil acceder a los explosivos. Incluso cuando la Guardia Civil hace la inspecci¨®n peri¨®dica del polvor¨ªn, el acceso s¨®lo es posible con la llave del responsable del minipol [minipolvor¨ªn, en la jerga minera]- indica un minero avezado en el manejo de la dinamita.
Los sindicatos mineros son muy parcos sobre esta cuesti¨®n y se remiten al secreto del sumario. En el ¨²nico pronunciamiento que han hecho los responsables del SOMA-FIA-UGT y de CC OO de la Miner¨ªa de Asturias sobre el asunto, todos expresaron su extra?eza por las mismas razones que apuntan los trabajadores consultados: las minas de caol¨ªn son peque?as, suelen recibir suministros casi diarios porque su capacidad de almacenamiento es escasa y todo ello, aseguran, est¨¢ sometido a severos controles y vigilancia por la Guardia Civil.
No obstante, el informe de la polic¨ªa se?ala que el explosivo sali¨® de all¨ª, de esas dos minas, situadas en un paisaje agreste de una belleza apabullante. Durante el viaje a Mina Cochita y a Mina Collada, el Chino y sus secuaces pudieron presenciar un paisaje natural imponente.
A ratos ve¨ªan zonas de roca desnuda y a ratos grandes espacios de pradera y bosque, casi siempre en pendientes escarpadas.
Cuando llegaron a Mina Collada comprobaron lo que ya les hab¨ªa dicho Jos¨¦ Emilio Su¨¢rez Trashorras: no hab¨ªa vigilancia -ni la hay ahora- y en la zona s¨®lo existe un r¨®tulo que prohibe el acceso a la explanada de la mina e indica el peligro por explosiones.
Acceder al lugar en el que se almacenan los explosivos pudo resultarles muy f¨¢cil porque se encuentra a la vista en la misma explanada (la plazoleta, en el argot minero). El minipol es una especie de caja fuerte de acero, de tama?o similar al que se usa en algunos hogares (unos 40 por 60 cent¨ªmetros), encastrado en la propia roca de la monta?a y reforzado con hormig¨®n. El polvor¨ªn posee una puerta de seguridad. Un r¨®tulo escrito con pintura naranja sobre el cemento indica el contenido: Goma 2.
Los viajes se hicieron entre el 28 y 29 de febrero. El explosivo se carg¨® en un Golf Negro que conduc¨ªa Mohamed Oulad. El Chino conduc¨ªa delante de ¨¦l un Toyota Corolla con el que pretend¨ªa avisar de los posibles controles.
La Guardia Civil lleg¨® a detener al chino aquel domingo 29 de febrero. Y tres veces lo mult¨® por tres infracciones diferentes. Pero los agentes no se percataron de que aquel tipo con gafas y dentadura prominente, Jamal Ahmidan, el Chino, llevaba un pasaporte belga falso a nombre de Youssef Ben Salaf y que el veh¨ªculo que conduc¨ªa ten¨ªa la matr¨ªcula doblada.
As¨ª que el Chino pag¨® las tres multas en efectivo sobre el terreno para que no lo investigasen en los d¨ªas posteriores y continu¨® su camino. La pareja de guardias civiles intent¨® ponerse en contacto con su base, pero en el lugar de la infracci¨®n no hab¨ªa cobertura para la radio. Y no pudo contrastar ni la matr¨ªcula, ni el carn¨¦ de conducir de El Chino.
Despu¨¦s de la matanza del 11-M, la polic¨ªa pudo reconstruir el viaje del Chino y sus secuaces a trav¨¦s de las llamadas de tel¨¦fono que hicieron desde los m¨®viles. Los agentes investigaron tambi¨¦n los coches que hab¨ªan utilizado los terroristas en sus viajes. Y as¨ª pudieron dar, dos semanas despu¨¦s del atentado, con el paradero de los hermanos Rachid y Mohamed Oulad Akcha.
Los Oulad participaron en el atentado, intentaron volar el AVE el 2 de abril y finalmente se suicidaron al d¨ªa siguiente, el 3 de abril, en Legan¨¦s junto a otros cinco integristas.
Rachid y Mohamed Oulad Akcha vivieron durante un a?o en un peque?o piso de Villaverde, en una de las barriadas m¨¢s humildes de Madrid. Se instalaron en el 5? derecha del n¨²mero 13 de la calle Litos, una peque?a entrada en un complejo de casas tipo colonia, con una calle sin salida para los coches y tres entradas peatonales que alguna vez fueron ajardinadas.
En la casa, de cinco pisos sin ascensor, no destacaron demasiados entre los muchos inmigrantes que viven all¨ª. Nada m¨¢s llegar al barrio, lo primero que preguntaron los Oulad al vecindario fue d¨®nde pod¨ªan encontrar una carnicer¨ªa isl¨¢mica. Algunos vecinos los describen como "serios, trabajadores y amables, en especial el m¨¢s bajo, Rashid".
En el piso viv¨ªan los dos hermanos y, seg¨²n algunos vecinos, "otra chica marroqu¨ª" que no era la hermana Naima.
Naima Oulad, de 41 a?os, los visitaba al menos una vez a la semana y les tra¨ªa la compra. Despu¨¦s se iba a dormir a la casa de unos ancianos a los que cuidaba. La polic¨ªa sospechaba que ella conoc¨ªa los planes de sus hermanos. Tal vez la ¨²nica vez que Naima descubri¨® su cabello ante desconocidos fue cuando le hicieron la fotograf¨ªa de la ficha policial, cosa a la que intent¨® negarse. Finalmente fue puesta en libertad, aunque como otros imputados en la matanza, ha de presentarse regularmente ante la Audiencia Nacional.
El viernes 14 de mayo Naima Oulad acudi¨® al piso de la calle Litos donde vivieron sus hermanos. Se llev¨® varias bolsas y dej¨® dicho que no pensaba volver.
Los Oulad volv¨ªan cada tarde de trabajar, "pero con el mono azul limpio", recuerdan sus vecinos. Tambi¨¦n recuerdan que los viernes sal¨ªan de excursi¨®n de fin de semana "con mochilas". Unos d¨ªas antes del 11-M tambi¨¦n los vieron salir de casa cargados con mochilas.
El d¨ªa en que los vecinos le comunicaron a los hermanos Oulad Akcha que les tocaba limpiar su tramo de la escalera, recibieron una respuesta escueta:
-Nuestras mujeres no salen de casa.
Se refer¨ªan a la chica marroqu¨ª con la que viv¨ªan y de la que no se conoce su identidad. Daban por supuesto que era a ella y s¨®lo a ella a quien corresponder¨ªa el trabajo.
Discreci¨®n a ultranza. A medida que se acercaba la fecha del 11 de marzo, el comando iba eliminando gota a gota sus se?ales de vida en Madrid. El 3 de marzo, siete d¨ªas antes del atentado, Rachid Oulad Akcha anunci¨® en la empresa donde trabajaba que se iba de vacaciones a Granada hasta el 23 de marzo. Dej¨® su mono de trabajo, los guantes, las zapatillas y un taladro. Su hermano tambi¨¦n abandon¨® la casa que compart¨ªan en Villaverde.
El mismo d¨ªa, la hermana de ellos, Naima Oulad, de 41 a?os, les entreg¨® 13.500 euros. Quedaban a¨²n ocho d¨ªas para el atentado del 11-M y un mes para el intento de hacer saltar el AVE por los aires, en cuyo atentado se piensa que participaron los dos hermanos.
Uno a uno, todos los suicidas iban esfum¨¢ndose de Madrid. El 8 de marzo desaparec¨ªa de su domicilio Serhane El Tunecino. Y el 9 de marzo desaparec¨ªa tambi¨¦n Said Berraj, presunto autor material en b¨²squeda y captura. La polic¨ªa no sabe si Said es uno de los siete terroristas que se suicidaron el tres de abril en Legan¨¦s, porque los restos de uno de ellos a¨²n no han podido ser identificados.
Lo que s¨ª le consta a la polic¨ªa es que Said asisti¨® en octubre de 2000, un a?o antes de los atentados de las Torres Gemelas, a una reuni¨®n en Turqu¨ªa en la que particip¨®, entre otros terroristas implicados en los atentados de Casablanca el a?o pasado, el propio Amer el Azizi, quien desapareci¨® de Lavapi¨¦s tras la matanza de las Torres Gemelas.
Una vez que los terroristas guardaron los 200 kilos en el zulo de la casa de campo que hab¨ªan alquilado en Chinch¨®n; una vez que abandonaron sus casas y trabajos de Madrid para replegarse en el silencio del campo, s¨®lo les quedaba respirar tranquilos el aire puro de la Vega del Taju?a hasta que llegase el momento de pegar el zarpazo. El 11 de marzo s¨®lo iba a ser la fecha de la primera matanza. Hab¨ªa que prepararse para las siguientes.
Reportaje elaborado con informaciones de Pablo X. Sandoval y Jorge A. Rodr¨ªguez.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.