Cr¨®nica
A las nueve de la ma?ana, cuando lleg¨® mi ama de cl¨¦s, le dije: quiero la condecoraci¨®n chilena peque?a, la de llevar en la solapa. Aquella que, hace tres o cuatro a?os, el propio presidente de Chile, don Ricardo Lagos, me impuso -y, entre otros, tambi¨¦n a Guinovart, a Serrat, a Jordi Borja, a V¨¢zquez Montalb¨¢n: gente que, de una u otra forma, estuvimos cerca del Chile del coraz¨®n, en alma y cuerpo-, con la Orden de la Docencia y la Cultura Gabriela Mistral; en presencia del entonces presidente de Catalunya, Jordi Pujol, que estuvo encantador, como es en ¨¦l costumbre. Y ahora Lagos ha vuelto. Y Maragall es honorable y, en Madrid, Zapatero. Toma del frasco.
- ?R¨¢pido!, conmino a mi ama de llaves. Reg¨ªstrelo todo, busque, compre y llegue primero. No puedo presentarme sin el pin de la bandera chilena ante quien resisti¨® las azn¨¢ricas y bushianas presiones, y los embates del capitalismo tejano-vallisoletano. ?Lagos, que se neg¨® a participar en la invasi¨®n de Irak! Adoro a este hombre.
Pero ¨¦l no me recuerda. S¨®lo tiene ojos para Ana Bel¨¦n, lo cual comprendo, porque ella y V¨ªctor somos vecinos y Jose es nuestro mutuo quiosquero, en Madrid (me entreg¨® la Orden de Cascorro de la Asociaci¨®n de Vendedores de Prensa; ¨¦l y los suyos, o nuestros). "Quiero que todos los chilenos sepan que hoy no tendr¨¢n que explicar a sus hijos por qu¨¦ est¨¢n matando a gente en Irak", cito de memoria, pero sin equivocarme, lo que Lagos dijo el aciago d¨ªa en que invadieron Irak sin nuestro permiso. "Que Chile no est¨¢ ah¨ª". Soberbia lecci¨®n moral de un pa¨ªs peque?o, de un pa¨ªs heroico. Grande.
Ayer me enter¨¦ de que Lagos -todo un se?or- recibi¨® al Aznar como parte de su protocolo. El ex todo se encontraba firmando sus libros en Barcelona, para la otra Catalunya, que tambi¨¦n existe. Mientras almorz¨¢bamos, Ana Bel¨¦n -que hoy cumple a?os y por quien brindamos-, V¨ªctor Manuel, Serrat, Candela y varios apuestos seres culturales chilenos, m¨¢s Borja y Guinovart, recordamos el mundo de anta?o y el de hoy, mejor porque gente como Lagos, Maragall y la compa?a existen.
- Nunca le perdonar¨¦ a V¨¢zquez Montalb¨¢n que se haya muerto, dijo Serrat. Y yo asent¨ª:
- Las mesas cada d¨ªa son m¨¢s peque?as.
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