El cineasta Jes¨²s Franco evoca en sus memorias los hitos de su vida
El libro arranca con un c¨¦lebre mon¨®logo de Miguel Gila: "El d¨ªa que nac¨ª yo, mi madre no estaba en casa. As¨ª que baj¨¦ y le dije a la portera: se?ora Patro, he nacido; soy ni?o". Jes¨²s Franco Manera - tambi¨¦n conocido como Joan Almirall, Terry de Corsia, Raymond Dubois, James Lee Johnson, Lul¨² Laverne, Marius Lefr¨¨reo o, simplemente, Jess Frank- naci¨® en Madrid en 1930. Con una filmograf¨ªa que supera las 200 pel¨ªculas, el director de Orgasmo perverso, Gritos en la noche, Falo Crest o Tender flesh publica Memorias del t¨ªo Jess (Aguilar), un libro sobre el jazz (la otra pasi¨®n del director), sobre la posguerra en Madrid, los a?os 60 en Par¨ªs, sobre Orson Welles (Franco fue segundo operador de Campanadas a medianoche) y sobre el cine como una forma de irrenunciable de vida. "Es un libro sincero", asegura el cineasta. "Me ha ido lo suficientemente mal como para no tener que mentir".
"El cine nunca ha sido una profesi¨®n para m¨ª", a?ade el director, que present¨® esta semana el libro junto a Luis Garc¨ªa Berlanga. "El cine", dijo, "es una aventura simp¨¢tica, misteriosa e hija de puta. Uno depende de estupideces. Cuando yo empec¨¦ era un mundo ca¨®tico y extra?o, pero ten¨ªa la poes¨ªa de lo ins¨®lito y lo prohibido", dice el cineasta.
Parecido a Peter Lorre
Convertido en un director de culto por generaciones amantes del cine de serie B ("y Z", aclara ¨¦l), Franco (al que le gusta que le recuerden su parecido con Peter Lorre y al que tambi¨¦n le gusta presumir de que jam¨¢s "maltrat¨®" a ninguna actriz) asegura que s¨®lo se ha limitado a seguir sus deseos: "Yo no puedo ser de otra manera. Un d¨ªa decid¨ª que yo era como era. Y no fue una decisi¨®n f¨¢cil. G¨®mez de la Serna escribi¨® una vez: no s¨¦ por qu¨¦ escribo loq ue que escribo, pero si lo escribo ser¨¢ por algo. Pues eso, yo no s¨¦ porque hago lo que hago, pero si lo hago ser¨¢ por algo".
A Franco le gusta hablar del cine independiente americano, y puestos a elegir una pel¨ªcula de la historia del cine se queda con Dos cabalgan juntos y no con Casablanca ("de las peores", dice), le gusta contar an¨¦cdotas sobre Orson Welles, c¨®mo le conoci¨® en su casa de Madrid y c¨®mo le hablaba de la gente ("era un tipo extra?o, pero ten¨ªa un ojo incre¨ªble para detectar a los gilipollas").
El realizador insiste con orgullo que no hubiera cambiado ninguna de sus 200 pel¨ªculas (la mayor¨ªa realizadas de forma casera y, en muchos casos, chapucera) por ninguna superproducci¨®n de lujo: "No he buscado el ¨¦xito, sino s¨®lo expresar lo que quer¨ªa. Para hacer cine s¨®lo hace falta una c¨¢mara y libertad", y concluy¨® con rotundidad: "y la libertad no se cambia nunca por pasta, ?qu¨¦ le den por c
ulo a los grandes presupuestos?".
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