Una vida injusta, una muerte indigna
Los hermanos de un inmigrante asfixiado en una furgoneta se quejan de la necesidad de jugarse la vida para trabajar
Hassan sent¨ªa que su vida era injusta. Con 20 a?os, atend¨ªa su peque?a tienda de especias en Er-Rachidia y cuidaba a sus padres mientras -eso pensaba- sus hermanos hac¨ªan dinero en Francia. Por eso decidi¨® ir a Europa. Nadie le explic¨® que, encerrado en la furgoneta en la que iba a cruzar los 700 kil¨®metros hasta Algeciras, bajo pesados fardos de artesan¨ªa magreb¨ª en la etapa final, puede que el aire no llegara a los pulmones. No imaginaba que el conductor, al que le hab¨ªa dado 6.000 euros, abandonar¨ªa su cad¨¢ver junto a la carretera en C¨¢diz. "Eso s¨ª que es injusto, Hassan", menea la cabeza su hermano Lahbib. Otros dos inmigrantes fallecieron, dos escaparon y uno est¨¢ en el hospital, seg¨²n la familia de Hassan.
Hassan sali¨® de casa sin decir adi¨®s y tras liquidar en secreto la mercanc¨ªa de su tienda
Lahbib, como el tercer hermano, Mohamed, es alba?il en Montpellier. Lahbib, traje blanco, recuerda las intenciones de Hassan: "Desde hace un a?o dec¨ªa que quer¨ªa venir a Francia. Le insist¨ªamos en que la vida en Europa no es tan f¨¢cil como parece. Hace unos meses olvid¨® el tema. Le compramos el local, mont¨® la tienda y todo le iba bien". Mohamed insiste: "No era pobre. Se fue porque ten¨ªa 20 a?os y no pensaba en lo que hac¨ªa". Su casa est¨¢ llena de hombres que rezan y mujeres que cocinan. Est¨¢ bien amueblada y tiene dos televisores.No es f¨¢cil abandonar la roja Er-Rachidia. La ¨²nica salida est¨¢ al norte, 70 kil¨®metros al sur est¨¢ el S¨¢hara.
Para llegar a Europa hay que atravesar 100 kil¨®metros de desierto de piedra, el Atlas, el Rif y el Estrecho. Er-Rachidia, antigua plaza de la legi¨®n extranjera, pertenece a lo que los franceses llamaban "el Marruecos in¨²til", seg¨²n Jalil Jemah, presidente de la Asociaci¨®n de Familiares y Amigos de V¨ªctimas de la Inmigraci¨®n Clandestina.
La ciudad, de 100.000 habitantes, es la antesala del desierto. Muchos turistas duermen aqu¨ª antes de llegar al S¨¢hara. Mohamed recuerda su ¨²ltima conversaci¨®n con Hassan: "El s¨¢bado pasado habl¨¦ con ¨¦l y dijo que todo iba bien". Hassan sali¨® de casa el domingo, sin decir adi¨®s. No volvi¨®.
El martes, a media ma?ana, un telefonazo al m¨®vil alter¨® a Lahbib: "Me llamaron del tanatorio. '?Conoce usted a Hassan El Idrissi? Est¨¢ aqu¨ª' me dijeron, y sent¨ª que me romp¨ªan las piernas", narra. Hassan hab¨ªa conseguido los 6.000 euros que cuesta el viaje con la venta a escondidas de todas las almendras, d¨¢tiles, pistachos y especias de la tienda.
El cad¨¢ver de Hassan fue hallado a las siete de la ma?ana del martes pasado en la cuneta de la autov¨ªa A-7, en el kil¨®metro 134, cerca del bar Merci. La Guardia Civil sospecha que el conductor de la furgoneta, blanca y con matricula marroqu¨ª, fue a dejar bajar a los inmigrantes y los hall¨® entre muertos y moribundos. Los tir¨® a la cuneta y sigui¨® viaje. A¨²n no ha sido detenido. Mohamed asegura que el conductor es un conocido de la familia y que vive en un pueblo llamado Rissani, a 70 kil¨®metros. "S¨¦ por un amigo de Francia que le ha llamado desde Algeciras y dijo que se quedaba all¨ª unos d¨ªas. Coge la furgoneta, la carga de gente, cruza y se vuelve. Es su trabajo y nunca le detienen".
Hassan llevaba en la camisa el carn¨¦ de identidad, que a¨²n est¨¢ envuelto en el papel transparente de la Guardia Civil. En la fotograf¨ªa aparece serio, con los ojos ca¨ªdos. Tiene las orejas grandes y el pelo corto. Gracias al carn¨¦ fue identificado el mismo d¨ªa y repatriado el viernes pasado. Algunos inmigrantes tardan meses en ser identificados.
Lahbib y Mohamed llegaron el viernes a C¨¢diz, para repatriar el cad¨¢ver. Pagaron los 2.500 euros del traslado y lanzaron un mensaje en ¨¢rabe por la televisi¨®n marroqu¨ª para advertir de que hab¨ªa dos cad¨¢veres sin identificar. Ayer, dos familias de Erfoud, a 60 kil¨®metros de Er-Rachidia, admitieron que sendos hijos viajaban en la misma furgoneta. Un cuarto permanece ingresado en el Hospital de La L¨ªnea de la Concepci¨®n. Seg¨²n Mohamed, otros dos inmigrantes salieron del veh¨ªculo vivos y huyeron.
Lahbib no perdona al conductor fugitivo, contra el que van a presentar denuncia. Tampoco a la aduana: "?C¨®mo se pueden colar seis personas en una furgoneta? Cuando los agentes quieren fumar un cigarrillo, los camiones pasan sin que nadie mire nada".
Tambi¨¦n critica al Gobierno espa?ol: "En Europa hay trabajo, pero no hay contratos, as¨ª que tenemos que cruzar como podemos. En los consulados espa?oles hay cientos de personas con sus papeles pidiendo trabajo, pero dicen que no hay. S¨ª hay, pero hay que cruzar primero el Estrecho para conseguirlo". En el camino quedan muchas vidas como las de Hassan, historias terribles hundidas en el fondo del mar, varadas en la playa, agonizantes en una cuneta. No es f¨¢cil escapar del desierto.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.