El desembarco de Bush
Estados Unidos actu¨® con generosidad, y tambi¨¦n en defensa de sus intereses, al liberar a Europa del facismo. ?A toda Europa? No. Cada cual tiene su historia. A Franco no s¨®lo no le quitaron, sino que con la posterior guerra fr¨ªa le reforzaron. Y la otra Europa qued¨® en manos del imperio sovi¨¦tico. Pero si algo significa nuestra integraci¨®n en Europa y la unificaci¨®n del continente es que este pasado es ya historia com¨²n.
Sin duda los muertos estadounidenses en la Segunda Guerra Mundial merec¨ªan un monumento conmemorativo como el que Bush inaugur¨® el pasado s¨¢bado en Washington, y algo m¨¢s que un recuerdo en Omaha Beach el pr¨®ximo domingo, en el 60? aniversario del desembarco que comenz¨® en esta playa, en la que murieron m¨¢s de 2.500 soldados estadounidenses para que otros refuerzos pudieran pasar y llegar a liberar Par¨ªs y Berl¨ªn. Lo que resulta indecente es vincular, como ha hecho Bush, esa generosidad de hace 60 a?os en la guerra contra Hitler, a la actual guerra de Irak en nombre de la libertad. Este tipo de discurso refleja la incapacidad de enmienda del actual presidente de EE UU. Se ha equivocado en Irak como en su d¨ªa alguno de sus predecesores se equivoc¨® en Vietnam.
Su rival para noviembre, John Kerry, va discretamente asomando la cabeza para pedir que EE UU vuelva a la diplomacia que despreci¨® con imprudencia para lanzarse a esta guerra, al multilateralismo y a la b¨²squeda de alianzas firmes, y salga del espejismo que supone creer que EE UU no necesita ayuda, sino s¨®lo aliados ad hoc m¨¢s o menos decorativos. En este sentido, la llegada de Bush a Europa el viernes, y las posteriores cumbres del G-8, con la UE en Irlanda y de la OTAN en Estambul, antes de la fecha clave del 30 de junio para el traspaso formal, m¨¢s que real, de soberan¨ªa en Bagdad podr¨ªan ser la ocasi¨®n de intentar recomponer unas relaciones transatl¨¢nticas maltrechas, no por la reacci¨®n solidaria al 11-S, sino por el unilateralismo y la ilegitimidad de la invasi¨®n de Irak.
Puede ser, lamentablemente, que estas relaciones nunca vuelvan a ser lo que fueron. Pero hay suficientes intereses y valores comunes como para "reinventar Occidente". Todos -Bush, Chirac y Schr?der- deber¨ªan moverse, y practicar el arte de saber escuchar antes que convencer. Los europeos tampoco tienen una pol¨ªtica alternativa para resolver la crisis iraqu¨ª, que nos afecta a todos, aunque s¨®lo sea por las incertidumbres geopol¨ªticas que provoca. Probablemente haya que esperar a noviembre. Europa no puede ni debe apostarlo todo a que pierda Bush. Pero s¨ª hacer lo posible para que cambie en el caso de que gane.
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