D¨ªgalo en e-espa?ol
?Cu¨¢nto pesa nuestra lengua en Internet? Es una cuesti¨®n interesante por tres razones. Primera, el futuro de las lenguas se juega en ese terreno precisamente: las nuevas tecnolog¨ªas de la comunicaci¨®n y la informaci¨®n; segunda, dicho terreno genera una riqueza considerable: seis mil millones de euros es la suma anual que pagan las empresas, en todo el mundo, por usar sistemas de acceso a Internet. Esa cantidad es la que produce la industria editorial en espa?ol que, al menos en Espa?a, es una de nuestras empresas m¨¢s pr¨®speras. Tercera raz¨®n que se deduce de las dos anteriores: nada ser¨¢ tan beneficioso para las econom¨ªas de los pa¨ªses donde se hable espa?ol como el hecho de que la lengua se popularice en la red. De modo que estamos ante un particular reto: la consolidaci¨®n de lo que algunos han llamado Ciberhispania, un territorio tan novedoso como productivo. Todo indica que los grandes circuitos econ¨®micos tender¨¢n a canalizarse progresivamente a trav¨¦s de menos lenguas y, por esas casualidades de la historia, el espa?ol ocupa un lugar en esta selecci¨®n idiom¨¢tica.
Es un gran reto. Un aspecto interesante de Internet es que trastorna las tradicionales mediciones que se utilizan para las lenguas, como puedan ser su n¨²mero de hablantes, su presencia internacional, su tradici¨®n cultural o literaria, y orienta el nuevo criterio de medici¨®n hacia territorios econ¨®micos, industriales y de comercio. Dadas las novedades tecnol¨®gicas en que se sustenta esta revoluci¨®n comunicativa, es comprensible que los usuarios de pa¨ªses con mayores ¨ªndices de desarrollo econ¨®mico y humano tengan mayor presencia en la red que aquellos provenientes de pa¨ªses con menores rentas. Esto explica que una lengua como el japon¨¦s, que no es internacional, que tiene una posici¨®n geogr¨¢fica m¨¢s bien aislada y unos doscientos cincuenta millones de hablantes menos que el espa?ol, ocupe en la red casi el doble de espacio que este, pero no en vano la renta per c¨¢pita de Jap¨®n es superior a la de cualquier pa¨ªs hispanohablante.
El ingl¨¦s, el alem¨¢n, el franc¨¦s y el chino tambi¨¦n preceden al espa?ol en la red y ocurre que el coreano se sit¨²a apenas por detr¨¢s de nuestro idioma. Parece un c¨ªrculo vicioso: dado que un porcentaje no despreciable de hispanohablantes tiene una renta baja, su huella en la alta tecnolog¨ªa comunicativa es poca y como su huella en la alta tecnolog¨ªa comunicativa es poca, las rentas que esta podr¨ªa producirles son bajas en relaci¨®n a lo que prometen. ?Se puede romper el c¨ªrculo? S¨ª, y aunque el caso encierra cuestiones pol¨ªticas cuyo comentario nos llevar¨ªa lejos, todo indica que cuanto m¨¢s se acerquen los pa¨ªses hispanohablantes al modelo de democracia y libre empresa, cuanto m¨¢s se invierta en desarrollo humano, educaci¨®n, tecnolog¨ªa y comunicaciones, con m¨¢s facilidad aflorar¨¢ el idioma en la nueva fuente de riqueza que es el ciberespacio.
Hay un dato interesante: EE UU es el pa¨ªs con mayor n¨²mero de usuarios de contenidos en espa?ol de la red y el que m¨¢s negocia en este campo, no por otra cosa sino porque su inversi¨®n en desarrollo tecnol¨®gico -superior a la de la Uni¨®n Europea- si bien se expresa, como es lo l¨®gico, en ingl¨¦s hace que la segunda lengua del pa¨ªs, el espa?ol, se beneficie del empuje.
El futuro econ¨®mico e industrial de Ciberhispania, como su crecimiento, parecen asegurados y esto nadie lo pone en duda. Pero aqu¨ª surge otra inquietud: ?qui¨¦n los va a asegurar? Alguien ha comparado el nuevo territorio de las ciberlenguas con una gran red de autopistas. Todos se benefician pero unos pagan por circular por ellas y otros cobran. Ciberhispania ser¨¢ una de las autopistas importantes en los pr¨®ximos a?os, pero autoridades muy se?aladas en la materia tienen razonables dudas respecto a que los beneficios de explotaci¨®n de Ciberhispania recaigan sobre los propios hispanohablantes. Dicho de otra manera: el e-espa?ol puede convertirse en una excelente materia prima explotada por quienes no lo hablan, as¨ª pues, los pa¨ªses hispanohablantes tendr¨ªan que verse en el trance de pagar peajes para usar productos que otros elaboran en su lengua. No se trata de un lamento en tono nacionalista -el espa?ol, no lo olviden, nos hace internacionales- ni se trata de competir con el ¨²til y ubicuo ingl¨¦s, se trata de una oportunidad econ¨®mica importante que se puede escapar. No faltan en Ciberhispania iniciativas inteligentes para poner al espa?ol en su sitio y algunas pioneras en su g¨¦nero, pero muchos de sus responsables expresan esta duda razonable respecto al pago o al cobro de peajes. Es importante que seamos conscientes de que el e-espa?ol (y no solo el espa?ol) debe ser considerado como un elemento clave en la estrategia comercial de los pa¨ªses hispanohablantes. Por eso mismo deber¨ªamos de ser conscientes de lo que se puede perder si se arbitran estrategias que mermen la instalaci¨®n social del espa?ol o su eco internacional y, en el terreno de las estrategias de la lengua, hay que ser conscientes de que la Uni¨®n Europea es un territorio mucho m¨¢s resbaladizo que Am¨¦rica.
El caso de Internet lleva aparejada otra cuesti¨®n no menor: la calidad del idioma que se produzca cuando algunos centros de elaboraci¨®n ling¨¹¨ªstica se hayan instalado fuera del medio hispanohablante, ?tendremos que abandonar las e?es, las tildes, se podr¨¢ arbitrar una terminolog¨ªa com¨²n para todos los hispanohablantes o se abrir¨¢n brechas de fragmentaci¨®n en el idioma? El hecho de que Bill Gates haya reconocido la autoridad de la Real Academia para sus productos en espa?ol no obsta para que otros operadores act¨²en por su cuenta y riesgo. Son asuntos sobre los que reflexionar pues las lenguas se debilitan no solo cuando sus hablantes dejan de hablarlas sino, principalmente, cuando como c¨®digos idiom¨¢ticos se muestran incapaces de expresar las novedades que se producen. Es como si poco a poco se fueran quedando in¨²tiles para expresar la modernidad. As¨ª que la lengua no se pierde hablante por hablante sino funci¨®n por funci¨®n y es indudable que Internet supone un reto novedoso en la funcionalidad de las lenguas.
En fin, las cuestiones que nos plantea el e-espa?ol son importantes para nuestro futuro econ¨®mico, industrial y, por supuesto, cultural. Los pa¨ªses donde se habla espa?ol no deber¨ªan considerar sus circunstancias ling¨¹¨ªsticas y comunicativas en clave nacional, pues esa es una orientaci¨®n equivocada cuando se trata de ciberlenguas, sino reconocer que transcurre por ellos un gran canal ling¨¹¨ªstico de rango internacional por donde circulan ideas, personas y bienes. Y un consejo para terminar: conviene crear conciencia sobre el valor de nuestra lengua com¨²n en este nuevo horizonte comunicativo que se ha abierto ante nosotros. Esta tarea -crear conciencia de comunidad ling¨¹¨ªstica y de la responsabilidad multinacional que ello conlleva- tiene dos grandes ventajas: es simple y barata.
Juan R. Lodares es profesor de Lengua Espa?ola en la Universidad Aut¨®noma de Madrid.
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