El refugio pol¨ªtico de un gay
Un activista colombiano es el primero que accede a este derecho por persecuci¨®n sexual
Hay dos cuestiones sobre las que John Jairo Romero prefiere no dar detalles. Una es su lugar de nacimiento; "es por seguridad, para proteger a mis padres". La otra est¨¢ relacionada con el mu?¨®n que tiene bajo el codo derecho. Se limita a comentar que perdi¨® parte del brazo en un atentado "vinculado a la vida reivindicativa como gay". Y que se trata de un episodio que a¨²n no ha superado del todo.
Este activista colombiano de 40 a?os, que comenz¨® su andadura en la Liga de Lucha contra el Sida de su pa¨ªs en 1989, es el primer refugiado pol¨ªtico que reconoce el gobierno espa?ol debido a su orientaci¨®n sexual.
Parti¨® hacia Ecuador en mayo de 1993 despu¨¦s de casi 15 a?os de militancia en defensa de los derechos de gays y lesbianas, un atentado y un reguero de amenazas y presiones. Uno de los principales motivos de su exilio fue la detenci¨®n de tres polic¨ªas de Bogot¨¢ vinculados al asesinato de chavales homosexuales que ejerc¨ªan la prostituci¨®n en las calles, en la que tuvo un papel protagonista. Los tres, uno de ellos un teniente, cumplen 25 a?os de c¨¢rcel. "Llegaron a matar hasta cinco chicos en una semana", apuntaba ayer en la sede del Col.lectiu Lambda, la entidad valenciana de defensa de gays y lesbianas en la que ahora colabora. "Un d¨ªa les cogimos con las manos en la masa, maltratando a uno de ellos, y s¨®lo as¨ª pudimos demostrar su responsabilidad en las desapariciones". A partir de la condena de los agentes, su situaci¨®n empeor¨®. ?l fue una de las tres personas que testificaron. Otro compa?ero muri¨® asesinado y una compa?era ha huido a una isla caribe?a para refugiarse. "No cesaban las intimidaciones; nunca volv¨ª a vivir tranquilo". Las presiones llegaban en forma de esquelas, coronas de flores e incluso un tiroteo del que sali¨® ileso. "Yo no quer¨ªa irme", comenta, pero tras unos meses marcados por el constante cambio de residencia para evitar ataques con la compa?¨ªa de escoltas, una conversaci¨®n con un familiar le hizo reconsiderar su decisi¨®n. "Me coment¨®: el cementerio est¨¢ lleno de valientes; prefiero que vivas".
Sali¨® hacia Ecuador y dej¨® su trabajo en un programa de la Organizaci¨®n Panamericana de la Salud relacionado con la educaci¨®n sexual de adolescentes que se prostitu¨ªan, adem¨¢s de un puesto como asesor de un concejal del Ayuntamiento de Bogot¨¢. Lo que no abandon¨® fue el trabajo en defensa de los derechos de homosexuales y bisexuales. Su primera batalla fue luchar contra un art¨ªculo del c¨®digo penal que castigaba la homosexualidad y que consigui¨® derogar. Adem¨¢s, mantuvo una campa?a de denuncias de asesinatos de transexuales. Pero las cosas no fueron mejor que en su pa¨ªs: "la sociedad ecuatoriana es mucho m¨¢s hom¨®foba que la colombiana". Y decidi¨® volver: "Me dije: prefiero morir en mi pueblo que en Ecuador". A su regreso se encontr¨® con nuevas amenazas y, aconsejado por diversas entidades, entre ellas la Cruz Roja,volvi¨® a salir de Colombia "tan r¨¢pido que ni sab¨ªa hacia donde part¨ªa". Lleg¨® a Valencia en diciembre de 2001, meses despu¨¦s de regresar a su pa¨ªs. En febrero de 2002, la Comisi¨®n Espa?ola de Ayuda al Refugiado (CEAR) solicit¨® el estatuto de refugiado para Romero. "Los casos como ¨¦ste no son f¨¢ciles", apuntaba ayer Carmen de Miguel, abogada de CEAR, que record¨® la reciente denegaci¨®n del estatuto a una mujer que huy¨® de Nigeria al negarse a aceptar un matrimonio forzado de su pa¨ªs y tras sufrir la ablaci¨®n de sus ¨®rganos genitales. "Esperamos que este reconocimiento abra la puerta a otras personas que sufren persecuciones sexuales en todo el mundo", coment¨® la letrada, que record¨® que decenas de pa¨ªses condenan la homosexualidad "incluso con la muerte".
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