Retrato del perdedor impenitente
En el jugoso volumen La guerra contra el clich¨¦ (Anagrama, 2003), Martin Amis incluye 'Una primera ministra, un presidente, y una primera dama', su rese?a de la biograf¨ªa The Iron Lady escrita a su vez por Hugo Young. All¨ª asegura que, "cuando la se?ora Thatcher vio las primeras im¨¢genes de los disturbios y los saqueos cometidos por los despose¨ªdos urbanos en el paroxismo del odio y la desesperaci¨®n, exclam¨®: '?Oh, pobres tenderos!". Pues sepan que ese despose¨ªdo tendero es el antih¨¦roe concebido en Vientos de hurac¨¢n por Tim Lott (Londres, 1956), que nos ofrece a modo de estreno en nuestro mercado una patada a la amarga era Thatcher en el culo de Charles Buck, arquetipo del perdedor impenitente al que vemos con iron¨ªa cruzando el para¨ªso, como reza el t¨ªtulo de Sam Shepard, de la violencia sindical y la hipocres¨ªa social, de la indiferencia conyugal ante la ca¨ªda en desgracia y el despotismo de Estado, el para¨ªso, en fin, de la modernidad mal entendida y el s¨¢lvese quien pueda. El retrato un tanto caricaturesco del truncado matrimonio de Charlie y Maureen trae a la memoria la cr¨®nica que Nick Hornby, un a?o m¨¢s joven que Lott y aplaudido cronista de la Inglaterra contempor¨¢nea, escribi¨® en C¨®mo ser buenos (Anagrama, 2002) acerca de la crisis de la pareja, la end¨¦mica infelicidad del individuo y la devaluaci¨®n de la vida familiar, motivos todos presentes tambi¨¦n en esta inmisericorde epopeya de la clase media.
VIENTOS DE HURAC?N
Tim Lott
Traducci¨®n de Javier Calvo
Tusquets. Barcelona, 2004
391 p¨¢ginas. 18 euros
?Cabe a¨²n duda acerca de que "la literatura comercial est¨¢ presionando de forma desaforada a la m¨¢s seria ficci¨®n literaria"?, como asegura Malcolm Bradbury en The Modern British Novel (Penguin, Londres, 2001, p¨¢gina 539). Seguramente no, y la novela de Lott servir¨ªa de argumento contundente con el que refrendar tal negativa, pues persigue la excelencia literaria pero se deja en cambio engatusar por unos modos que la acercan a la teleserie social, tan cara a los ingleses, o al cine comercial de denuncia. Sea como fuere, ¨¢ndese el lector con pies de plomo en materia electoral, que Vientos de hurac¨¢n ense?a con sobrada eficacia que la pol¨ªtica cambia en efecto nuestras vidas, como la de la Dama de Hierro trunc¨® la de Charlie, que ni siquiera pudo sobrevivir sum¨¢ndose a los Full Monty de Peter Cattaneo porque, aun coleccionando maquetas ferroviarias, perdi¨® todos los trenes.
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