Laboratorio de artes esc¨¦nicas
El centro Asvinenea de Aduna se ofrece a los artistas como un lugar de ensayo, creaci¨®n y experimentaci¨®n
Es un pabell¨®n industrial, pero en su interior no hay m¨¢quinas ni tornillos. Est¨¢ la gallega Maripili, una enorme mu?eca con problemas de narcolepsia. O Pinocho, quien narra la historia de su vida reconvertido en personajes como Jesucristo, S¨®crates, Einstein o Coco, quienes sobresalen de un panel pintado. Son algunos de los habitantes de Asvinenea, un espacio engendrado como laboratorio y lugar de promoci¨®n de las artes esc¨¦nicas, ubicado en el pol¨ªgono Zubitxiki de la localidad guipuzcoana de Aduna, a 18 kil¨®metros de San Sebasti¨¢n y nueve de Tolosa.
Bajo la f¨®rmula de asociaci¨®n cultural, el centro Asvinenea vio la luz a finales del pasado diciembre. Y lo hizo de la mano de 17 profesionales relacionados de una u otra forma con las artes esc¨¦nicas: trabajan en campos como los t¨ªteres, la danza, el teatro, el clown, la m¨²sica, el audiovisual... Todos so?aban con un espacio en el que poder trabajar sobre un escenario real, sin limitaciones de horarios y sin esperar al d¨ªa del estreno. Quer¨ªan tambi¨¦n un lugar de encuentro donde intercambiar ideas y recursos, investigar y experimentar cosas nuevas.
"Hay una escasez total de locales equipados con un escenario, luces y todo lo necesario para poder ensayar", sostiene Elena Arambarri, quien combina el teatro y la danza. Adem¨¢s est¨¢n las trabas de los horarios de los centros que dependen de las instituciones p¨²blicas. "La mayor¨ªa trabajamos durante el d¨ªa como profesores o t¨¦cnicos y podemos venir a ensayar a partir de las seis o las siete de la tarde y los fines de semana", apunta Carlos L¨®pez, quien da forma y vida a un buen n¨²mero de marionetas.
Elena y Carlos, junto al resto de los padres de Asvinenea -nombre que precisamente viene de otra de sus creadoras, Asvin L¨®pez- saben que hay muchos otros artistas que comparten sus inquietudes y limitaciones. Por eso abrieron su "hogar escenario" a todos aquellos grupos y artistas individuales que quieran hacerse socios y participar en un "disparate medieval que se col¨® en el siglo XXI", como se presenta la asociaci¨®n en su web (www.asvinenea.com).
En sus seis meses de trayectoria, Asvinenea ha sumado medio centenar de pipiripisocios, nombre que proviene de la mascota de la asociaci¨®n: el pipiripiojo, tres bolas de ping-pong que, convenientemente retocadas y maquilladas, hacen las veces de nariz y ojos, zona en que "concentran la expresividad" los t¨ªteres, explica Carlos.
Los pipiripisocios tienen a su disposici¨®n un escenario de 36 metros cuadrados, una iluminaci¨®n adecuada y un equipo de sonido camuflado en una pecera de madera. No falta el lugar para ensayar con las marionetas. Ni el taller, acotado por los paneles donde descansa la historia de Pinocho, donde construir t¨ªteres, decorados, pelucas,... "Aqu¨ª no ha entrado ning¨²n gremio. Cogimos el local vac¨ªo y lo hemos hecho todo nosotros", asegura Carlos, para a?adir que su objetivo es que salgan "mejores resultados, espect¨¢culos con mayor calidad".
?Han contado con apoyo institucional? "Hemos jugado diferente. Primero hemos hecho y ahora empezamos a pedir ayudas para cosas concretas", se?ala.
Los impulsores de Asvinenea est¨¢n perfilando la organizaci¨®n de cursillos especializados, que durar¨ªan entre diez y quince horas, y otros que se distribuir¨ªan a lo largo del curso escolar. Est¨¢n ultimando adem¨¢s algunos tr¨¢mites administrativos para programar actuaciones.
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