Sorpresas playeras al sur de Turqu¨ªa

La costa mediterr¨¢nea turca no se ha librado de los promotores inmobiliarios ni de las construcciones de hormig¨®n de toda clase. Pero afortunadamente siguen existiendo espacios que se han salvado y que guardan tesoros naturales y culturales. La costa licia, que se extiende entre Dalyan y Phaselis, es uno de esos lugares. Seg¨²n la leyenda, todav¨ªa la sobrevuela Pegaso, el caballo alado, y aunque bastante frecuentada, a¨²n se encuentran calas y playas desiertas, paisajes incontaminados, pueblos encantadores y tranquilos puertos pesqueros. Todo ello salpicado de yacimientos arqueol¨®gicos de primer orden de una cultura que se remonta en el litoral sur de Anatolia al siglo XIII antes de Cristo -seg¨²n Homero, los licios fueron aliados de los troyanos en la guerra de Troya-. Y, como en toda Turqu¨ªa, sus habitantes son de una amabilidad infinita.

La visita a esta regi¨®n, que durante mucho tiempo fue de dif¨ªcil acceso -lo que garantiz¨® a los licios en la Antig¨¹edad una relativa tranquilidad frente a los griegos, persas o romanos-, empieza con el descubrimiento del sorprendente yacimiento arqueol¨®gico de Caunus, situado en la desembocadura de un ancho r¨ªo, frente al pintoresco pueblo de Dalyan. S¨®lo se puede acceder a las ruinas, bastante bien conservadas, en barco. Ocultas entre los juncos gigantes se extienden, en medio de un paisaje soberbio de abruptos acantilados, unas impresionantes tumbas rupestres, algunas de las cuales reproducen fachadas de templos cl¨¢sicos. No lejos de ah¨ª, la playa de Iztuzu permite hacer una parada agradable. Durante las noches de verano, esta larga franja de arena fina -zona natural protegida- es invadida por tortugas marinas babaua (Caretta caretta), que acuden a depositar sus huevos.

A continuaci¨®n, el viajero se dirigir¨¢ a Fethiye, localidad que guarda unas magn¨ªficas tumbas rupestres. Aunque moderna, la ciudad desprende cierto encanto y constituye una base ideal para descubrir la regi¨®n. Adem¨¢s de la c¨¦lebre laguna de Ol¨¹deniz -la playa m¨¢s famosa de Turqu¨ªa-, no hay que dejar de dar un paseo en barco por el golfo de Skopea y sus 12 islas, salpicadas de calas desiertas y peque?os yacimientos arqueol¨®gicos, algunos apenas excavados. As¨ª, la isla de San Nicol¨¢s alberga, entre la vegetaci¨®n de pinos y romero, los restos de una ciudad bizantina y su gran iglesia.

Un pueblo fantasma

De vuelta a tierra firme se impone una visita al pueblo fantasma de Kaya. Como muchas otras localidades de Anatolia, Kaya fue abandonada por sus habitantes griegos al nacer la Rep¨²blica turca en 1923. Las 2.000 casas y las tres iglesias del pueblo siguen en pie, m¨¢s o menos en ruinas. Deambular por las calles desiertas y silenciosas, entre casas descoloridas, tiene algo de sobrenatural y profundamente conmovedor.

En la carretera que va de Fethiye a Kalkan se pueden visitar los yacimientos de Tlos -para conocer la leyenda del h¨¦roe Belerofonte, domador de Pegaso, que venci¨® a la Quimera, el monstruo de tres cabezas- y de Pinara, con 12.000 tumbas rupestres, vistas espl¨¦ndidas y ambiente agradable. Kalkan, un encantador pueblo de pescadores de arquitectura greco-turca, ser¨¢ una buena base para visitar algunos lugares tur¨ªsticos y las playas. Dos puntos fundamentales son Xanthos y Leto¨®n, declarados patrimonio mundial por la Unesco. El primero es interesante por su teatro y sus pilares y tumbas funerarias. Los sarc¨®fagos que se ven, y cuyo techo reproduce la forma de un cascar¨®n de barco boca abajo, son exclusivos de los licios, y se encuentran por toda la costa: en los pueblos, al borde del agua o en pleno campo. Leto¨®n, antiguo centro espiritual dedicado a la ninfa Leto, amante de Zeus y madre de Artemisa y Apolo, se ba?a en el agua. Una pesadilla para los arque¨®logos, pero una maravilla para los visitantes. La fuente monumental est¨¢ alimentada por el manantial en el que se dice que Leto ba?¨® a sus dos hijos, guiada por unos lobos (lykos, en griego) que dieron su nombre a Licia.

En las proximidades se extiende la inmensa playa de Patara, una de las m¨¢s bellas del Mediterr¨¢neo. En la carretera a la playa advertiremos el lugar donde se levantaba la antigua Patara, con su arco de triunfo y su teatro. Desde Kalkan nos dirigiremos a Kas, bonito puerto lleno de sarc¨®fagos licios y de casas blancas. Se sit¨²a justo frente a la peque?a isla griega de Castelorizo. No lejos de ah¨ª se oculta la bah¨ªa de Kekova, uno de los lugares m¨¢s luminosos de la costa. Aguas claras, ruinas medio sumergidas, sarc¨®fagos que asoman a la superficie del agua... Un lugar envolvente -y afortunadamente protegido-, que s¨®lo puede descubrirse en barco.

La carretera de la costa conduce a continuaci¨®n a Demre, la antigua Myra, donde no hay que dejar de visitar la iglesia de San Nicol¨¢s. El santo patr¨®n de los ni?os era el obispo de la ciudad y fue enterrado ah¨ª. Entre Demre y Phaselis se vuelven a suceder las playas y yacimientos arqueol¨®gicos. Se puede parar en Cirali, pueblecito tranquilo construido junto a una larga playa. Desde ah¨ª se visita Olympos, enclave perdido entre pantanos, no lejos de una playa desierta. Luego, ya de noche, iremos a Chimera para observar las llamas naturales que surgen de la roca. La Quimera, desde las entra?as de la tierra, sigue escupiendo su fuego mortal.