Segunda oportunidad
Si damos por buena la definici¨®n del diccionario seg¨²n la cual entretener es hacer menos molesta y m¨¢s llevadera una cosa, Diez en Ibiza podr¨ªa pasar por entretenida ante un jurado ben¨¦volo. En cambio, si elegimos la acepci¨®n m¨¢s optimista del verbo, la cosa cambia, ya que esta serie semanal, estrenada por La Primera de TVE para las noches de los lunes (22.15), divierte m¨¢s bien poco y no puede decirse que recree el ¨¢nimo. Como tantas telecomedias formalmente correctas y para todos los p¨²blicos, va acumulando situaciones y di¨¢logos, personajes y malentendidos, con el noble prop¨®sito de mantener despierta nuestra infiel atenci¨®n. ?De qu¨¦ modo? Juntando las familias de dos amigos, Ram¨®n Langa y ?ngel de Andr¨¦s, con vidas paralelas, casados con dos amigas, Cristina Higueras y Emma Ozores, y sus hijos, incluidos dos adoptados, que se suman a la costumbre de absorber la realidad sociol¨®gica. Breve sinopsis del argumento: un alem¨¢n millonario les ofrece a Ram¨®n, cirujano, y Andr¨¦s, masajista, pasar un a?o sab¨¢tico a bordo de su yate, en Ibiza. Este arranque, que convierte la excedencia en motivo de envidia primero y de conflictos despu¨¦s, apunta a una futura sucesi¨®n de l¨ªos con el barco, la isla y sus circunstancias de por medio. Si en La sopa boba la fuente de cambios es una traum¨¢tica separaci¨®n, en Diez en Ibiza es un regalo que generar¨¢ m¨¢s de un problema.
Fiel al molde del g¨¦nero, se combinan tres niveles generacionales, un anzuelo m¨²ltiple para pescar la identificaci¨®n de adultos, j¨®venes y ni?os. Este esquema se repite tanto en la ficci¨®n televisiva espa?ola que, m¨¢s que aburrir, satura. El esfuerzo, pues, debe dirigirse a intentar averiguar qu¨¦ distingue Diez en Ibiza de todas las dem¨¢s. Despu¨¦s de la primera entrega, s¨®lo se me ocurren Ibiza y los actores, dos motivos que, me temo, no bastar¨¢n para enganchar al respetable. ?El humor? Blando, extra?o, irregular, con alg¨²n momento de verg¨¹enza ajena, como esa recreaci¨®n escolar con Langa y De Andr¨¦s disfrazados de ni?os de El florido pensil. Un mal momento lo tiene cualquiera y, por suerte, el resto de la serie se mueve en un marco m¨¢s convencional y amable. El a?o sab¨¢tico se vuelve segunda oportunidad para revitalizar los dos matrimonios. Y cualquiera puede adivinar que el desembarco en Ibiza provocar¨¢ celos, inseguridades, alg¨²n que otro momento de hero¨ªsmo y numerosos malentendidos aderezados con una leve reflexi¨®n ecol¨®gica, im¨¢genes de publirreportaje tur¨ªstico y vaivenes er¨®tico-sentimentales que aprovechar¨¢n los innegables encantos de la isla. ?Los di¨¢logos? ?ngel le llama a su mujer "mi rajita de mel¨®n". No les digo m¨¢s.
[Diez en Ibiza cont¨® el pasado lunes, d¨ªa de su estreno en TVE-1, con una media de 3.284.000 espectadores y un 19,9% de cuota de pantalla].
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