Bob Wilson pone en escena 40 piezas precolombinas
El Museo Barbier-Mueller de Barcelona se ha esfumado y en su lugar ha aparecido un teatro en el que 40 piezas de arte precolombino act¨²an, inm¨®viles, al ritmo que les ha marcado el creador esc¨¦nico Robert Wilson. ?sta es, al menos, la sensaci¨®n que da en una primera visita la exposici¨®n Im¨¢genes del cuerpo. El museo interpretado por Robert Wilson, que puede verse hasta el 31 de octubre en la instituci¨®n barcelonesa.
La exposici¨®n, en principio, vincula el arte precolombino con la creaci¨®n contempor¨¢nea, entendiendo ¨¦sta como la que representa el mismo Wilson como gran inventor de escenarios. Se le ha dado carta blanca para realizar la exposici¨®n y ¨¦l ha revolucionado el museo. El gui¨®n es bastante esquem¨¢tico. Ha dividido la exhibici¨®n de acuerdo con tres de los m¨¢s tradicionales g¨¦neros de la pintura cl¨¢sica: retrato, naturaleza muerta y paisaje. Cada ¨¢mbito tiene una escenograf¨ªa diferente en la que sit¨²a las obras, todas ellas procedentes de los fondos del propio museo o de la colecci¨®n Barbier-Mueller.
El primer apartado de la exposici¨®n est¨¢ dividido por paredes hechas con retazos de cajones de pl¨¢stico de los que se usan para guardar la fruta. En este ambiente entre pobre y urbano se exhiben en varias vitrinas unas 21 piezas de arte maya, olmeca, mochica, azteca y de otras culturas precolombinas. Casi todo m¨¢scaras o bustos.
El segundo ¨¢mbito, el de las naturalezas muertas, es el m¨¢s espectacular. En una gran sala rectangular, Wilson ha situado en cada lado una serie de vitrinas, sin cristal, en las que ha creado una especie de dioramas contempor¨¢neos. Son como poemas visuales en los que igual puede verse c¨®mo se abalanza un peque?o avi¨®n sobre una peque?a escultura peruana de la cultura chim¨² (1100-1400 despu¨¦s de Cristo) que tres esculturistas de la mexicana cultura mezcala (300-100 antes de Cristo) sorprendidas ante una estructura en forma de rascacielos. En fin, una escultura ritual sobre un volc¨¢n; peque?os dioses a punto de ser partidos por un rayo; t¨®temes que parecen ovnis entre las cl¨®nicas casas de una urbanizaci¨®n suburbial; figuras antropom¨®rficas que vuelan entre los ¨¢rboles...
Cada vitrina, adem¨¢s, tiene un sonido que recrea el ambiente y convierte este espacio en una sucesi¨®n de miniespect¨¢culos en los que no falta ni el humor de un perro de juguete articulado que abre el recorrido. El ¨¢mbito dedicado al paisaje tiene una sola obra, una escultura olmeca, que aparece solitaria en el centro de una playa de piedra negra habitada tambi¨¦n por una serpiente como de purpurina. Hay que estarse al menos cinco minutos sentado en esta sala, dispuesta como un teatro, para ver el espect¨¢culo del cambio de luces que va modificando la percepci¨®n de la figura.
La exposici¨®n, que cuenta con un presupuesto de 300.000 euros de los que el 73% los ha aportado el F¨®rum, no favorece mucho el conocimiento del arte precolombino, e incluso algunos podr¨ªan decir que lo banaliza. Pero, seg¨²n explica Wilson, "lo importante es la experiencia".
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