Ilegalizar a los legales
Nadie debe llamarse a enga?o. No puede haber papeles para todos. Ning¨²n pa¨ªs democr¨¢tico podr¨ªa soportar una legalizaci¨®n autom¨¢tica de quienes atraviesan en alud sus fronteras en busca de trabajo. Los ciudadanos extranjeros que fueron desalojados en la noche del s¨¢bado de dos iglesias de Barcelona plantean, bajo esta consigna, reivindicaciones maximalistas que pueden revolverse contra ellos mismos. No cabe, pues, plantear objeciones de fondo al desalojo, siempre y cuando el Gobierno no considere que se trata de un simple problema de orden p¨²blico.
Una parte importante de los extranjeros que reivindicaban sus papeles en este pa¨ªs tienen leg¨ªtimas razones para hacerlo, aunque no sea defendible el lema de papeles para todos. Seg¨²n las informaciones que viene publicando este peri¨®dico, en los ¨²ltimos meses se han acumulado 375.000 expedientes administrativos de inmigrantes en demanda de permisos de residencia. M¨¢s de la mitad (cerca de 200.000) corresponden a extranjeros que ten¨ªan sus papeles en regla y que se han convertido en irregulares por desidia de la Administraci¨®n, que fue incapaz de resolver sus expedientes antes de la extinci¨®n de sus permisos de residencia. En algunos casos est¨¢ citando estos mismos d¨ªas a trabajadores para despachar sus papeles en una fecha tan lejana como noviembre, cuando a muchos de ellos les habr¨¢n caducado sus documentos.
Aceptado el criterio de que no puede haber papeles para todos, la Administraci¨®n p¨²blica tiene que asumir igualmente que no puede establecer tr¨¢mites burocr¨¢ticos que no es capaz de atender en tiempo y forma, con la consiguiente inseguridad jur¨ªdica para miles de inmigrantes que se ven abocados a situaciones de ilegalidad.
Los responsables de este formidable desaguisado burocr¨¢tico est¨¢n en el anterior Gobierno. Pero el actual debe intervenir con prontitud y eficacia para recuperar el retraso e impedir que los encierros se conviertan en la chispa de un conflicto de mayores dimensiones. Una parte del esfuerzo pasa, naturalmente, por legalizar a los trabajadores que estaban en situaci¨®n regular. Si no se repara esta injusticia, ser¨¢ f¨¢cil que prendan iniciativas como las de los recluidos en una de las iglesias de Barcelona, liderados por una autodenominada Asamblea por la Regularizaci¨®n sin Condiciones, que act¨²a al margen de los sindicatos mayoritarios y que no atiende a otro lema que el de "papeles para todos". No deja de ser sospechoso que algo as¨ª se produzca justo cuando se anuncian medidas de progreso para un colectivo cuya fuerza de trabajo este pa¨ªs necesita.
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