Una ¨®pera sobre 'El oto?o del patriarca', de Garc¨ªa M¨¢rquez, triunfa en Bremen
La m¨²sica es obra del italiano Giorgio Battistelli y el libreto de Gotthart Kuppel
El p¨²blico acogi¨®, con una cerrada ovaci¨®n de varios minutos y algunos bravos, una tarea imposible. En Bremen, la ciudad hanse¨¢tica del norte de Alemania, se estren¨® el pasado domingo una ¨®pera basada en una novela del premio Nobel colombiano Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez, cantada en espa?ol y con subt¨ªtulos en alem¨¢n. La novela, nada menos que El oto?o del patriarca. El autor de la ¨®pera, el compositor italiano Giorgio Battistelli (Albano Laziale, 1953), logra con su m¨²sica hacer olvidar la base literaria que sustenta la obra que adquiere vida propia.
La presencia de dos enormes aparatos con toda la parafernalia de la percusi¨®n a ambos lados del proscenio fuera del foso de la orquesta; dos actores, el soldado y la concubina, que suben desde el patio de butacas al escenario, y los primeros sonidos extra?os hacen temer lo peor. A partir de ese momento comienza la ¨®pera cuando el soldado, vestido con una gorra tipo Che Guevara, repite la cita textual con que Garc¨ªa M¨¢rquez inicia la novela: "Durante el fin de semana, los gallinazos se metieron por los balcones de la casa presidencial, destrozaron a picotazos las mallas de alambre de las ventanas y removieron con sus alas el tiempo estancado en el interior...". Se abre el tel¨®n y el espectador entra en el mundo del patriarca.
La acci¨®n transcurre durante dos horas en un solo acto dividido en seis escenas que coinciden con las partes en que Garc¨ªa M¨¢rquez separ¨® la novela, sin m¨¢s puntos y aparte que los que ponen fin a cada una de ellas. Sobre un decorado de diferentes niveles, que representa un cementerio y una especie de corte de los milagros, el patriarca que encarna el arquetipo del dictador suramericano asesina, fornica, muere y resucita una y otra vez en un intento imposible de trasladar a la ¨®pera la novela.
El director general de los teatros de Bremen, Klaus Pierwoss, ha emprendido la tarea de encargar casi cada a?o una ¨®pera. Una enorme tarea en los tiempos de malaria econ¨®mica en una ciudad-Estado que ostenta la marca de la m¨¢s endeudada per c¨¢pita de Alemania. Esto no ha impedido que Pierwoss se atreviese con el reto de convertir en ¨®pera El oto?o del patriarca. Cuando se habla de los derechos y se menciona el nombre de Carmen Balcells, la agente literaria de Garc¨ªa M¨¢rquez, Pierwoss emite un suspiro expresivo de que la tarea no result¨® f¨¢cil.
Tampoco lo tuvo f¨¢cil el autor del libreto, Gotthart Kuppel, que explica: "Cuando me transmitieron la propuesta de Klaus Pierwoss de hacer un libreto de la novela para Giorgio Battistelli, lo primero que dije fue: 'Es imposible y, por eso, quiero hacerlo". Tras dos meses de trabajo, Kuppel entr¨® en crisis y tir¨® a la papelera lo escrito para empezar de nuevo. Medio a?o despu¨¦s, tras una visita a Italia para hablar con el m¨²sico, Kuppel perdi¨® los papeles en el aeropuerto y tuvo que volver a la tarea de mezclar "vivos y muertos, olores y dichos, saltos en el tiempo y anacronismos, accidentes y enfermedades, nacimientos y muertes, mitos y f¨¢bulas". Recuerda el libretista que el mismo Garc¨ªa M¨¢rquez admite que en esa novela hay frases que s¨®lo comprende un taxista de Barranquilla, la ciudad de la costa colombiana del Caribe. Se mantiene el autor del libreto fiel al texto de Garc¨ªa M¨¢rquez y s¨®lo admite haber a?adido dos frases tomadas de un relato del libro Doce cuentos peregrinos.
Reducir a una ¨®pera de dos horas las 288 p¨¢ginas de la novela deja en el camino tal cantidad de literatura que, sin duda, tiene que haber producido dolor semejante tarea castradora. La versi¨®n convertida en ¨®pera en Bremen ha omitido buena parte de la carga obscena, sexual y asesina que contiene la novela. No obstante, los peores presagios no se cumplen gracias, sobre todo, a la m¨²sica de Battistelli que envuelve al espectador y le transporta de lleno al mundo del patriarca.
No se puede encasillar la m¨²sica de Battistelli, quien no duda en afirmar que "soy un compositor que devora todo y estoy convencido de que s¨®lo hay una necesidad absoluta cuando se escribe una ¨®pera: la impureza". El director de la orquesta, Stefani Klingele, casi entra en ¨¦xtasis ante la partitura de Battistelli, al que define como "un artista sensible que proyecta sus sentimientos en las notas" y se felicita de que la tarea de poner m¨²sica a El oto?o del patriarca no hubiese ca¨ªdo en manos de un alem¨¢n porque habr¨ªa resultado una versi¨®n m¨¢s agarrotada, fuerte y dura, sin la componente sensual de la versi¨®n del m¨²sico italiano.
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