Hablando con el enemigo
Uno de los hechos m¨¢s interesantes de la pol¨ªtica internacional actual es la gran cantidad de procesos de paz que est¨¢n en marcha y los esfuerzos de muchas diplomacias para abrir negociaciones con grupos armados de oposici¨®n, est¨¦n o no incluidos en las listas de grupos terroristas. En la mitad de los conflictos armados actuales se han abierto canales de negociaci¨®n formal para finalizar con los enfrentamientos, un dato sumamente esperanzador si recordamos que detr¨¢s de estos conflictos hay una millonaria cifra de muertes y personas desplazadas. Parece evidente, por tanto, que el deseo m¨¢s razonable de cualquier persona sea el de esperar que estos procesos avancen por buen camino y que ello permita poner fin a la violencia.
Una mirada a lo que se est¨¢ haciendo en el mundo para tratar de acabar con estos conflictos armados o por terminar con la actividad de algunos grupos terroristas que mantienen vivos algunos conflictos que podr¨ªamos calificar de baja intensidad letal, pero de alta intensidad pol¨ªtica y emocional, permite evidenciar lo delicado que resulta gestionar el acercamiento, la interlocuci¨®n y la negociaci¨®n con dichos grupos, especialmente cuando est¨¢n en las listas de grupos terroristas de Estados Unidos o de la Uni¨®n Europea. Aun as¨ª, y por parad¨®jico que pueda resultar a primera vista, lo cierto es que son varios los pa¨ªses que prefieren buscar caminos de negociaci¨®n que permitan finalizar definitivamente con un conflicto armado, en vez de plantearse una v¨ªa exclusiva de enfrentamiento militar para derrotar al adversario alzado en armas. Evidentemente, otra cosa bien distinta es c¨®mo se afronta el terrorismo global y en red representado por Al Qaeda, donde quiz¨¢s lo ¨²nico que puede hacerse a trav¨¦s de la pol¨ªtica es convencer a algunos grupos para que no se integren en dicha red. El resto ha de ser acci¨®n policial. Veamos, por ello, los otros casos.
En Colombia, el Gobierno contin¨²a trabajando en la desmovilizaci¨®n de los grupos paramilitares, a trav¨¦s del Alto Comisionado de Paz y con la facilitaci¨®n de la Iglesia cat¨®lica. El Alto Comisionado ha viajado tambi¨¦n a Cuba para intentar abrir espacios de interlocuci¨®n con el ELN, y el representante de Naciones Unidas intenta buenos oficios para acercarse a las FARC, que ya han sido visitadas en dos ocasiones por una comisi¨®n de la Iglesia. Los tres grupos figuran en las listas terroristas de EE UU. En Filipinas, el Gobierno negocia con el MILF, con mediaci¨®n malasia y la promesa de EE UU de conceder 30 millones de d¨®lares para la desmovilizaci¨®n de dicho grupo una vez firme un acuerdo de paz. Otro grupo filipino que est¨¢ en las listas terroristas es el NPA, que opera en las islas de Luz¨®n y Mindanao. Ello no ha sido obst¨¢culo para que en la ¨²ltima d¨¦cada se hayan abierto negociaciones con este grupo, primero en los Pa¨ªses Bajos, despu¨¦s en Vietnam, otra vez en los Pa¨ªses Bajos, y despu¨¦s en Oslo. Para hacerlo, el Gobierno nombr¨® a una consejera presidencial de Paz, que interlocuta con el brazo pol¨ªtico del grupo terrorista.
En Palestina, el pasado a?o se negoci¨® varias veces una tregua con Ham¨¢s, la Brigada de los M¨¢rtires de Al Aqsa, la Yihad Isl¨¢mica Palestina y Ham¨¢s-Izz al-Din al Qassem (ala armada de Ham¨¢s), actuando como intermediarios los servicios de inteligencia egipcios y con los auspicios de la UE. En otras ocasiones ha sido el propio primer ministro palestino el encargado de negociar con estos grupos. En el Nepal, entre enero y agosto del pasado a?o, el Gobierno negoci¨® con el grupo mao¨ªsta CNP, que tambi¨¦n est¨¢ en la lista de grupos terroristas, formando ambos sus respectivos equipos de negociaci¨®n, y llevando a cabo encuentros con el primer ministro y con representantes de la UE, EE UU, India y China. El Gobierno nombr¨® un Secretariado de Coordinaci¨®n de las negociaciones de paz, que en estos momentos se encuentran interrumpidas, a la espera de una posible mediaci¨®n de Naciones Unidas.
En Sri Lanka, desde hace dos a?os hay negociaciones formales entre el Gobierno y el grupo LTTE, tambi¨¦n en la lista terrorista, con la mediaci¨®n del Gobierno de Noruega y rondas negociadoras en Tailandia, Oslo, Londres, Berl¨ªn y Jap¨®n. Los negociadores del LTTE han podido viajar por Europa a lo largo del pasado enero, visitando Suecia, Suiza, Alemania, B¨¦lgica, Italia y Pa¨ªses Bajos. Anteriormente hab¨ªan celebrado reuniones en Dubl¨ªn con expertos constitucionalistas para preparar su propuesta al Gobierno. EE UU, Jap¨®n, Noruega y la UE advirtieron hace escasos d¨ªas que condicionaban los 4.500 millones de d¨®lares prometidos el pasado a?o a Sri Lanka a la buena marcha de las negociaciones. En Uganda, finalmente, el estramb¨®tico y criminal grupo LRA, especializado en raptar a menores de edad y atacar campos de refugiados y que se encuentra igualmente en la lista de grupos terroristas, ha merecido la atenci¨®n de Naciones Unidas y de la UE, que desde finales del pasado a?o est¨¢n intentando elaborar un plan de paz.
Hay, por supuesto, muchos otros grupos que practican el terrorismo de manera continua, pero que no figuran en ninguna lista. Aunque este hecho es harina de otro costal, lo cierto es que en Burundi, Sierra Leona, Liberia, RD Congo, Angola, India, Indonesia, Somalia y otros muchos sitios, los gobiernos exploran o inician conversaciones con dichos grupos, sean cuales sean sus m¨¦todos de lucha, convencidos de que es la mejor manera de intentar poner fin a la barbarie, el secuestro, la extorsi¨®n y el sufrimiento de la poblaci¨®n civil. En muchas ocasiones intervienen organismos regionales, canciller¨ªas extranjeras y centros especializados en facilitar negociaciones. En otras ocasiones, las negociaciones son directas, ya sea con el grupo armado o con su brazo pol¨ªtico.
La conclusi¨®n sobre este tema, a mi parecer, es bastante clara. Ning¨²n conflicto est¨¢ condenado a perdurar para siempre si surgen actores clave en momentos clave, capaces de gestionar y combinar el pragmatismo, los principios aparentemente irrenunciables y la capacidad de escucha, intercambio y negociaci¨®n, y si saben encontrar los apoyos necesarios. Evidentemente, no es lo mismo interlocutar con una guerrilla hist¨®rica que tenga m¨¢s o menos reconocido un estatus pol¨ªtico que hacerlo con un grupo terrorista local, el terrorismo global agrupado en torno a Al Qaeda,una milicia urbana, un grupo de secuestradores, un clan armado, un grupo armado mesi¨¢nico, un grupo paramilitar o una mafia. Unos buscan reconocimiento pol¨ªtico, otros el poder pol¨ªtico, econ¨®mico o militar, el reconocimiento de derechos, la simple supervivencia o el mantenimiento de su capacidad de rapi?ar o destruir. Pero cuando la muerte y la violencia est¨¢n de por medio, el tema central no es la pureza de sus intenciones, la virtud de su discurso, ni tan s¨®lo el apoyo social que puedan recibir esos grupos, sino la estrategia m¨¢s inteligente que permita poner fin a dicha violencia, cuando ello sea posible. La actitud de "no hablar¨¦ jam¨¢s con mis enemigos" es leg¨ªtima y comprensible, especialmente cuando parte de las v¨ªctimas, pero ello no resuelve el problema. La guerra, el conflicto armado y el terror casi siempre se superan cuando surgen personas del ¨¢mbito pol¨ªtico y social dispuestas a ponerse las botas que permiten pisar fango y mierda, tragar saliva y muchos sapos, hablar con el enemigo o adversario, y llegar as¨ª a concertar los caminos que pueden llevar a un cese de hostilidades, un intercambio humanitario, un proceso de negociaci¨®n, la autodisoluci¨®n de un grupo u otros aspectos del amplio espectro de posibilidades que ofrece cada proceso de paz, pues cada uno tiene su toque espec¨ªfico, sus objetivos y posibilidades. As¨ª lo est¨¢n intentando en muchos lugares del planeta. La dificultad de combatir a Al Qaeda no deber¨ªa ser al precio de desperdiciar otras oportunidades como las que he mencionado.
Vicen? Fisas es director de la Escuela de Cultura de Paz, Universidad Aut¨®noma de Barcelona.
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