El prodigio Bekele
El asombroso atleta et¨ªope, que ha batido en ocho d¨ªas los r¨¦cords mundiales de 5.000 y 10.000, se perfila como la gran estrella de los Juegos de Atenas
Ha hecho girar el libro de la historia del atletismo tan r¨¢pidamente en tan poco tiempo que no ser¨ªa f¨¢cil resistir a la tentaci¨®n de reducir el recorrido del fondo a tres grandes nombres, los de los casi prehist¨®ricos Paavo Nurmi, el finland¨¦s volador de los a?os 20, y Emil Zatopek, checo, la locomotora humana de los a?os 50, y el suyo, Kenenisa Bekele. Este et¨ªope de 21 a?os, de zancada potente y rob¨®tica, agresiva y de infernal mec¨¢nica, de potencia europea y ligereza de tobillo africana, ha resumido en una m¨¢gica semana de junio toda la evoluci¨®n posterior del atletismo, hasta el siglo XXI. Ha arrastrado consigo las veneradas figuras de Auita, Puttemans y Ron Clarke, y tambi¨¦n las de sus ancestros abisinios, Abebe Bikila, Mirus Yifter, Mamo Wolde, y el ¨²ltimo, Haile Gebrselassie.
Gebrselassie lo hab¨ªa vaticinado: "Cuando Bekele corra en pista se acabar¨¢ la historia"
Este ¨²ltimo, Gebre, el fondista que corre casi de puntillas y acaba con los pies sangrando todas sus carreras por las duras pistas, el et¨ªope sonriente y m¨ªnimo al que se cre¨ªa invencible hasta hace nada, lo hab¨ªa advertido hace poco m¨¢s de un a?o: "Cuando Bekele empiece a correr en pista, se acabar¨¢ la historia".
Hasta aquel mes de abril de 2003 en que Gebre profetiz¨® su propia destrucci¨®n, Benenisa Bekele era s¨®lo el superdotado del cross, doblemente doble campe¨®n mundial (corto y largo) en 2002 y 2003. Era un chico t¨ªmido y muy callado, casi soberbio en su forma de mirar, de disimular sus pocas ganas de hablar, arrogante, que corr¨ªa muy deprisa. Benenisa es el cuarto de ocho hermanos, hijo de un peque?o labrador y pastor del altiplano de Arsi, de la aldea de Bekoji, la misma aldea de las campeonas ol¨ªmpicas Fatuma Roba y Derartu Tulu, a m¨¢s de 3.000 metros de altitud, a m¨¢s de seis horas por carretera de Addis Abeba, la capital. Su historia es la misma que la de todos los atletas surgidos del inmenso valle del Rift, la falla tect¨®nica que desde Etiop¨ªa hasta Kenia divide ?frica. Aunque, gracias a las pocas propiedades de su padre pudo evitar las grandes hambrunas que arrasaron Etiop¨ªa, aunque no se vio obligado a aprender a correr de puntillas para evitar los cantos con los libros bajo el brazo para ir a la escuela como hizo Gebrselasie, Bekele tambi¨¦n empez¨® a correr para huir de la pobreza. Le gustaba m¨¢s el f¨²tbol, pero molestaba tanto a sus compa?eros de equipo, corriendo sin parar por todo el campo, que no le dejaron volver. As¨ª que se dedic¨® a correr. Corr¨ªa el cross descalzo, como Bikila, como todos los j¨®venes et¨ªopes con pocos medios, y ni siquiera era el mejor de su escuela, donde siempre le ganaba otro alumno que fracas¨® en el atletismo, pero al que el profesor de gimnasia no dud¨® en recomendarlo para el club del Cemento de la capital, de Addis Abeba. Con simplemente verle hacer footing adivin¨® que pocos podr¨ªan nunca correr como ¨¦l.
En Kenia, el gran vivero mundial del fondo, todo atleta joven que destaca, inmediatamente, a los 17 o 18 a?os, intenta hacerse rico, huye de las estructuras de la defecaci¨®n para caer en las redes de los m¨¢nagers que los transportan a Europa a exhibirlos en crosses y pistas, esclavitud del siglo XXI. Sus carreras son ef¨ªmeras, de gran rendimiento un m¨ªnimo tiempo, como testimonian los sangrantes casos de Daniel Komen, llegado al mundo para batir todos los r¨¦cords, o Noah Ngeny, el atleta que impidi¨® a El Guerruj ser campe¨®n ol¨ªmpico en Sydney. En Etiop¨ªa, el pa¨ªs vecino, las cosas son diferentes. La federaci¨®n, con mano de hierro, controla a sus atletas, los gu¨ªa. As¨ª hizo con Bekele, quien no empez¨® a correr en pista hasta que no fue invencible.
Su primera carrera, hace justamente un a?o, fue un 10.000 en Hengelo, la pista holandesa en la que hace ocho d¨ªas bati¨® el r¨¦cord del mundo de 5.000 metros. Su deb¨² fue tambi¨¦n, de forma fulgurante, el paso del testigo entre el viejo Gebre, el derrotado, de 31 a?os, y el nuevo prodigio, un traspaso de poderes que se oficializ¨® pocos meses despu¨¦s en el Mundial de Par¨ªs, cuando tambi¨¦n Bekele derrot¨® a Gebre en la final de 10.000.
El siguiente paso consist¨ªa en acotar su territorio, en empezar a borrar el nombre de Gebrselassie de las listas de r¨¦cords. A esa tit¨¢nica tarea se puso al aire libre el 31 de mayo, s¨®lo dos meses despu¨¦s de conseguir su tercer doblete en el mundial de cross y de batir el r¨¦cord del mundo en pista cubierta de 5.000 metros. Ha borrado dos veces el nombre de Gebre en ocho d¨ªas, una haza?a de resonancias heroicas, una haza?a a lo Zatopek, que en s¨®lo 48 horas tremendas, el 30 de mayo y el 1 de junio de 1954, bati¨® consecutivamente los r¨¦cords mundiales de 5.000 (13m 57s) y 10.000 metros (28m 54s). Tambi¨¦n a lo Gebrselassie, que necesit¨® 12 d¨ªas en 1998 para batir el r¨¦cord de 10.000 (1 de junio) y el de 5.000 (13 de junio). Los dos lo batieron en soledad, como Bekele.
Necesita unos ritmos tan r¨¢pidos Bekele en sus intentos de r¨¦cord que no encuentra qui¨¦n le pueda llevar. No hay liebres que lo resistan. Para bajar de 12m 39s, el anterior r¨¦cord de 5.000, necesitaba unas liebres que le dejaran en 7m 35s en el paso por 3.000, a poco m¨¢s de un minuto por vuelta de pista, un nivel dif¨ªcil de encontrar fuera de ?frica. Los dos que le intentaron marcar el paso en Hengelo desfallecieron a los 2.200 metros. Lleg¨® a los 3.000 en 7m 37s, dos segundos retrasado respecto a las previsiones, pero es tal su calidad que en s¨®lo 400 metros, en una vuelta de pista a mitad del r¨¦cord marcada en 58s rehizo el retraso. Volvi¨® a su ritmo sin aparente esfuerzo y, corriendo inevitablemente solo, guard¨® adem¨¢s resuello para hacer una ¨²ltima vuelta triunfal en 57,8s. Bati¨® a Gebre por dos segundos. El nuevo r¨¦cord mundial qued¨® en 12m 37,35s.
Al d¨ªa siguiente vol¨® de ?msterdam a Addis Abeba. Durmi¨®, cogi¨® su Jeep Gran Cherokee y a las 6.30 de la ma?ana ya estaba en el campo entren¨¢ndose. Tras unas cuantas sesiones volvi¨® a ?msterdam el s¨¢bado pasado. De all¨ª vol¨® a Ostrava, a la ciudad checa en la que Zatopek bati¨® el r¨¦cord de 10.000 en 1949, y el martes acab¨® con el r¨¦cord de 10.000 de Gebrselassie. Solo y contra el tiempo desde los 4.000 metros, remontando con su zancada rabiosa y regular, a 63 segundos por vuelta, los seis segundos de retraso con que las liebres le hab¨ªan dejado. Bati¨® la marca finalmente por dos segundos en un r¨¦cord asim¨¦trico y al rev¨¦s: 13m 16s los primeros 5.000, 13m 4s los ¨²ltimos. Prodigioso.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.