Una lucidez desgarradora
Claudio Magris es un modelo de intelectual de referencia para el siglo XXI. Escribe desde una posici¨®n crucial, con un pie en la tradici¨®n del humanista que percibe la vida como una totalidad y otro en el estado de perplejidad que se sigue de admitir la fragmentariedad procedente de la conciencia atomizada del hombre moderno. Mirar el mundo desde esta posici¨®n obliga a un ejercicio de lucidez ciertamente desgarrador porque el terreno que pisa es, sobre todo, inseguro, pero la mirada no puede sostenerse en el vac¨ªo; en pie, pues, sobre la incertidumbre, Magris cree que cada momento significativo presupone la b¨²squeda de un centro: ¨¦sa ser¨¢ su gu¨ªa en este tiempo de tribulaci¨®n.
Es un pensador que narra; o quiz¨¢ un narrador que critica; o un cr¨ªtico que ordena el sentido de lo narrativo
El cambio de siglo avisa, adem¨¢s, de la presencia inquietante de una sombra, una presencia de totalitarismo blando apoyado en "las gelatinosas ideolog¨ªas d¨¦biles, promovidas por el poder de las comunicaciones" por las cuales la gente cree querer lo que sus gobernantes quieren. Y Magris defiende tres modos de defensa ante esta amenaza coloidal: defensa de la memoria hist¨®rica, rechazo del falso realismo que absolutiza el presente y acepci¨®n del fin del mito de la Revoluci¨®n. Las utop¨ªas se han visto sucedidas por el desencanto, los valores de ayer son escarnecidos hoy cuando la solidaridad da paso a la eliminaci¨®n del Estado de bienestar que desean los nuevos capitalistas que absolutizan el presente y estigmatizan como ingenuos a los esperanzados. Y es posible que la esperanza tambi¨¦n haya cambiado de rumbo, pero mientras esto se dilucida, Magris practica ese "ir¨®nico juego con el desencanto que es una elusiva sabidur¨ªa, un arte de escabullirse del jaque y defender el encanto".
Por este camino, siempre incierto, pero no menos apasionante, se ha convertido Claudio Magris en un pensador que narra; o quiz¨¢ en un narrador que critica; o en un cr¨ªtico que ordena el sentido de lo narrativo, que lo hace aflorar como ensayo, como biograf¨ªa del hombre moderno y de s¨ª mismo, como andanza literaria por el mundo actual del pensamiento y la comprensi¨®n del siempre poderoso y persistente asunto que, desde la Revoluci¨®n Francesa, es el conflicto entre tradici¨®n y modernidad. Reconvertido en tradici¨®n y nihilismo en la literatura moderna lo encontraremos en El anillo de Clarisse -prodigioso an¨¢lisis de la literatura centroeuropea que mir¨®, percibi¨® y sufri¨® la ca¨ªda del Imperio Austro-H¨²ngaro-; y lo reencontraremos en el an¨¢lisis de la conciencia del hombre moderno a trav¨¦s de la literatura en Utop¨ªa y desencanto.
Sin embargo, la popularidad de quien es, no olvidemos mencionarlo, uno de los grandes germanistas contempor¨¢neos, le viene de la mano de dos libros que, en absoluta concordancia con su idea del mundo actual, se mueve entre la narraci¨®n y la historia, sea la gran historia (en El Danubio), sea la peque?a historia (en Microcosmos). Recuerdo haber le¨ªdo la secci¨®n dedicada a Panonia yendo en vuelo a Budapest, mientras un sol anaranjado se ocultaba en el horizonte azul oscuro; la belleza y verdad que hab¨ªa en esa visi¨®n ha venido siendo para m¨ª una suerte de resumen pl¨¢stico y m¨ªtico de esa lectura que sigue el curso del Danubio como el fluir de la conciencia mitteleuropea, desde el h¨¦roe Sigfrido, puro y m¨ªtico, al b¨¢rbaro Atila: "El Danubio es la Panonia, el reino de Atila, la marea oriental y asi¨¢tica que al final de la canci¨®n de los Nibelungos trastoca el valor germ¨¢nico". Ni qu¨¦ decir tiene que este viaje, tanto como el viaje caleidosc¨®pico y recogido de Microcosmos, convierte la vida en literatura por medio de un alarde inolvidable de sabidur¨ªa y sensibilidad.
Claudio Magris es un hombre grande de tama?o, gran conversador, que aprecia el buen vino blanco con verdadera satisfacci¨®n, que convierte la duda en un deseo de vivir tanto como de indagar, que se ha despedido para siempre de los dioses -aunque los guarde en su memoria- para entrar en el siglo XXI tan atento a lo que tiene delante como a lo que queda detr¨¢s. Debemos acompa?arlo. Y premiarlo, por supuesto: la gratitud es tambi¨¦n una forma de solidaridad.
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