Villa Valeria
Despu¨¦s de muchos a?os he vuelto a Villa Valeria, en los altos del Guadarrama, a aquella mansi¨®n situada en una preservada colonia de la Instituci¨®n Libre de Ense?anza, donde los disc¨ªpulos de Giner de los R¨ªos trataron de fundir el esp¨ªritu de la Rep¨²blica con el perfume del espliego. Era mayo del 68 la primera vez que sub¨ª a ese lugar y entonces Villa Valeria estaba en ruinas en medio de un gran jard¨ªn de pinos y robles tambi¨¦n abandonado. All¨ª se reun¨ªa los fines de semana un grupo de j¨®venes progresistas con sus ni?os sin traumas. Eran los tiempos del pantal¨®n de campana y las patillas de hacha, de los senos libres, las faldas de viscosa y la cara lavada con simple jab¨®n. En aquel jard¨ªn se celebraban comidas comunitarias sin ahorrarse los pepinillos de Bulgaria y cada uno se lam¨ªa las heridas del franquismo a su manera retozando bajo la felicidad de los pinos. ?ramos j¨®venes mientras el dictador menguaba y Villa Valeria se hallaba destruida por dentro. Guardo una foto de aquel tiempo junto al montador de cine Pablo del Amo. A su lado, entre retales de sol, estoy sentado en un sill¨®n de mimbre descalabrado, con una camisa psicod¨¦lica, una cazadora de guerrero de boutique y un sombrero blando, a lo Sorolla. En el aire del aquel jard¨ªn arruinado hab¨ªa quedado en suspensi¨®n la espiritualidad agreste de la Instituci¨®n Libre de Ense?anza, pero el perfume de espliego hab¨ªa sido sustituido por el olor de la marihuana. Desde el inicio de los a?os sesenta mi h¨¦roe absoluto era Ray Charles. Comparados con ¨¦l, los Beatles me parec¨ªan unos chuflas simp¨¢ticos que hac¨ªan m¨²sica ligera para hippies y adolescentes hist¨¦ricos; en cambio, Ray Charles fue la primera pasi¨®n de los beatniks, una gente seria, de botas muy profundas, y a m¨ª su voz me liber¨® del bolero italiano. Despu¨¦s de muchos a?os he regresado a Villa Valeria, que hoy es una mansi¨®n restaurada en medio de un jard¨ªn muy cuidado. Me he hecho una foto en el mismo lugar, en el mismo sill¨®n, bajo los retales de sol que filtraba el mismo pino. Ha pasado el tiempo, se han perdido los sue?os m¨¢s azules, pero esta ma?ana de primavera no experiment¨¦ ninguna nostalgia mientras contemplaba aquel jard¨ªn de mi juventud con la pradera segada y las retamas floridas hasta que, de pronto, la radio del coche dio la noticia de la muerte de Ray Charles y comenz¨® a sonar Georgia on my mind y despu¨¦s se apoder¨® de todo el aire su versi¨®n de Yesterday, que era mi ayer verdadero, y en ese momento en el jard¨ªn de Villa Valeria no pude evitar las l¨¢grimas.
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