?Por qu¨¦ los matan?
El autor sostiene que los pa¨ªses desarrollados presionan a los capitanes de barco de tal manera que ¨¦stos intentan deshacerse de los polizones aunque sea de forma criminal.
Hubo un tiempo, no tan lejano, en que la delincuencia se contemplaba desde una perspectiva estructural. Al delincuente se le comprend¨ªa en parte como fruto de una determinada estructura socioecon¨®mica, de un determinado contexto cultural. Hoy, por el contrario, la sociedad contempla al delincuente como un actor racional que dotado de plena autonom¨ªa rompe las reglas de la convivencia por su maldad o su propio inter¨¦s. En consecuencia, no se intenta comprender, sino s¨®lo sancionar. El derecho penal en boga trata al delincuente como una no persona, casi como un enemigo (D¨ªez Ripoll¨¦s).
Viene esto a cuento de la presentaci¨®n descontextualizada que se est¨¢ haciendo del caso de ese capit¨¢n que abandon¨® en la mar a unos polizones y les conden¨® a una muerte segura. Acto horrible, sin duda, pero del que no se nos explican sus causas, la situaci¨®n estructural que ha hecho que se repita en la mar. Lo ¨²nico que nos dicen los peri¨®dicos es que el capit¨¢n en cuesti¨®n es coreano y que el buque es de bandera de conveniencia. ?Y qu¨¦? No hay contexto, no hay explicaci¨®n, salvo la utilizaci¨®n soterrada de esa sospecha, de hondas ra¨ªces antropol¨®gicas en las sociedades costeras, hacia todo lo que viene de la mar, ante esa raza de hombres, los marinos, en los que cualquier maldad puede anidar.
La pol¨ªtica del "que se los lleve el que los ha tra¨ªdo" no conduce a ninguna parte
?Y por qu¨¦ lo hacen entonces? Pues no por maldad ni crueldad despiadada, sino porque los capitanes son personas humanas sometidas a una presi¨®n tan desorbitada que, en ocasiones, les lleva a intentar deshacerse de la causa inmediata de la presi¨®n aunque sea en forma criminal. Y esa presi¨®n, no se enga?en los lectores, procede precisamente de esos Gobiernos occidentales que una vez consumado el hecho se declaran espantados con grandes aspavientos. De nuestro Gobierno, sin ir m¨¢s lejos.
Los pa¨ªses desarrollados reaccionan ante el fen¨®meno del polizonaje mar¨ªtimo con un ego¨ªsmo salvaje: su ¨²nica pol¨ªtica ante este fen¨®meno es la de rechazar el desembarco en puerto de los polizones. El "rechazo en frontera", lo llaman burocr¨¢ticamente. Y para conseguir ese resultado no dudan en acudir a todo tipo de expedientes de m¨¢s que dudosa juridicidad: sancionar con multas desmesuradas a los buques en que aparezcan polizones, obligar bajo amenaza a los capitanes a convertirse en carceleros, a que encierren y engrilleten a los polizones para que no puedan saltar a tierra, forzar a que los buques zarpen de nuevo con los polizones a bordo, a pesar de que carecen de medios para atenderles a bordo, en violaci¨®n de todas las normas de seguridad mar¨ªtima. Convierten a los polizones en un cargamento forzoso que es imposible descargar en ning¨²n puerto, pues todos los Estados abordan la cuesti¨®n con la misma intransigencia. Han llegado a darse casos de grupos de polizones que han permanecido a?os (s¨ª lector, a?os) a bordo de un buque sin poder ser desembarcados, generando una convivencia muy dif¨ªcil a bordo.
Al capit¨¢n que se encuentra en la indeseada situaci¨®n de descubrir un poliz¨®n a bordo le llueven las piedras desde todos los cielos: las Autoridades de los sucesivos puertos a que va arribando le sancionan, su armador le rega?a, furioso por los problemas de demora y multas creados para el buque, y probablemente llegar¨¢ a despedirle, su buque se convierte en una c¨¢rcel ambulante en la que conviven los marineros, convertidos en carceleros, y los polizones, trastocados en prisioneros, ambos inc¨®modos en ese papel que no les corresponde. Lo que resulta verdaderamente sorprendente es que, a pesar de ello, en la mayor¨ªa de los casos se trate con cari?o y decencia a los polizones que aparecen a bordo de los buques mercantes.
En Espa?a, desde la ¨¦poca de Margarita Robles en el Ministerio de Interior, se han ido sucediendo ¨®rdenes e instrucciones sobre trato a los polizones: su denominador com¨²n es la apelaci¨®n al mecanismo represor (sancionar al buque) para lograr el resultado final perseguido (que se los lleven). Nuestros jueces contemplan impert¨¦rritos la situaci¨®n de unas personas sometidas en un puerto espa?ol a una aut¨¦ntica detenci¨®n ilegal (privados por la fuerza de libertad por unos particulares -los Capitanes mercantes no son Autoridad policial o penal- y en una dependencia privada), sin conceder nunca el obligado habeas corpus. Dicen que esas personas no est¨¢n bajo su jurisdicci¨®n, que est¨¢n en territorio extranjero y que pueden ser privadas de libertad sin atender a los requisitos constitucionales al efecto. Es curioso que a los jueces espa?oles les sea m¨¢s f¨¢cil encontrar razones para sostener su jurisdicci¨®n en cr¨ªmenes cometidos en Chile o Argentina que en casos de personas privadas ilegalmente de libertad en Santurtzi o Algeciras. Quiz¨¢s sea que un caso es pol¨ªticamente rentable, mientras que en el otro tratamos con un desheredado de la fortuna, con una no-persona.
La pol¨ªtica del "que se los lleve el que los ha tra¨ªdo", aplicada ego¨ªsta y concertadamente por todos los Estados costeros, no conduce a ninguna parte, salvo en ocasiones a la muerte de esas personas. Es muy c¨®moda la ceguera voluntaria por parte de los Estados desarrollados acerca de las consecuencias de su pol¨ªtica. S¨®lo cuando los polizones mueren, entonces s¨ª, nuestra indignaci¨®n de honestos ciudadanos de un pa¨ªs desarrollado despierta enfurecida ante este abominable crimen y lapida al infractor, el capit¨¢n de turno. S¨®lo entonces, cuando muere, el poliz¨®n alcanza por fin el estatus jur¨ªdico de persona humana reconocible como tal en nuestros Estados bienestaristas. Es el capit¨¢n, su asesino, quien se convierte ahora en no persona. Dram¨¢tico intercambio de roles. Pero toda la indignaci¨®n del mundo no conseguir¨¢ ocultar un hecho: que no somos inocentes de esas muertes, que las hemos provocado con nuestra ceguera culpable.
Jos¨¦ Mar¨ªa Ruiz Soroa es abogado especialista en derecho mar¨ªtimo.
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