Los residuos de alta radiactividad: ?hablamos de ellos?
Hablar hoy d¨ªa de la gesti¨®n de estos residuos, fuera de los c¨ªrculos conocedores de su problem¨¢tica, es como mentar a la bicha. Se ha convertido en un asunto tab¨² para el planeta pol¨ªtico; parece existir un pacto de silencio, para no abrir el debate. Es, cuando menos, llamativo que esto ocurra en una sociedad democr¨¢tica, en la que los temas problem¨¢ticos se debaten para alcanzar una soluci¨®n consensuada. Por esta v¨ªa, hemos conseguido, seg¨²n una encuesta del CIS de hace un a?o, que el 80% de los espa?oles no sepan que en nuestro pa¨ªs existen nueve reactores nucleares en operaci¨®n, que producen el 27% de la energ¨ªa el¨¦ctrica que consumimos. Y, como es natural, tampoco sabr¨¢n que los residuos radiactivos se producen y est¨¢n en las centrales nucleares, ni que desde 1985 contamos con una empresa, ENRESA, creada para resolver el problema.
Lo mejor es observar lo que hacen otros pa¨ªses e informar a los ciudadanos sin miedo
En Espa?a el volumen de desechos es muy peque?o y se guarda en emplazamientos seguros
La energ¨ªa nuclear se plantea como una opci¨®n de transici¨®n para reducir los gases contaminantes
Objetivamente, definir qu¨¦ hacer con esos residuos, deber¨ªa debatirse con profundidad, para establecer el camino a seguir y decidir que medios financieros y humanos hay que dedicar, o no dedicar, a su resoluci¨®n. Pues estamos gastando, que no dedicando, unos cien millones de euros cada a?o -17.000 millones de las antiguas pesetas- ?se dice pronto! Para llevar adelante la gesti¨®n de los residuos de baja y media radiactividad, en las instalaciones de El Cabril, en la Sierra Norte de C¨®rdoba y poco m¨¢s, pues respecto a los residuos de alta radiactividad, o echamos algo de imaginaci¨®n para hacer algo nuevo, o canalizamos los esfuerzos a otros asuntos prioritarios, distintos de los residuos radiactivos, mucho m¨¢s importantes para la sociedad espa?ola.
Adem¨¢s, es un problema que, como energ¨¦tico, est¨¢ muy relacionado con la eventual disminuci¨®n de la emisi¨®n de gases de efecto invernadero (GEI), ya que, si di¨¦ramos a los ciudadanos una v¨ªa de soluci¨®n, aunque fuera futura, a la gesti¨®n de los residuos de alta radiactividad, ayudar¨ªamos a modificar la percepci¨®n negativa que tienen sobre la energ¨ªa nuclear y, quiz¨¢s, no fuera tan problem¨¢tico utilizar esa energ¨ªa como puente tecnol¨®gico, hasta contar con otras fuentes de energ¨ªa con menores impactos ambientales, como son las renovables o la fusi¨®n termonuclear. Sobre todo pensando en la que se nos viene encima, cuando tengamos que empezar a pagar derechos de vertido de GEI para cumplir con los compromisos de Kioto, pues da la impresi¨®n de que la UE se lo va a tomar en serio.
Cuando se conf¨ªa en el sentido com¨²n de las personas, adem¨¢s de hacer lo que debemos, suelen conseguirse beneficios asociados aunque, normalmente, no nos atrevemos a adelantar ese voto de confianza, lo que es un mal comienzo. Ejemplos de Gobiernos que han apostado por el buen sentido de sus ciudadanos, los tenemos en la Uni¨®n Europea: as¨ª, en Finlandia, el Gobierno ha aprobado, con el respaldo de una mayor¨ªa parlamentaria, la construcci¨®n de un nuevo grupo nuclear, para cubrir las necesidades crecientes de energ¨ªa que demandan el pa¨ªs, sin aumentar el vertido de GEI. ?Esto significa que los finlandeses han enloquecido al aceptar un nuevo reactor? No. Significa que sus gobernantes se han tomado en serio que su poder viene de los ciudadanos y, por ello, les han informado de algo trascendente para todos, antes de tomar una decisi¨®n dif¨ªcil para cualquier Gobierno. Y esto ha sido posible, en parte, por haber resuelto la gesti¨®n de sus residuos radiactivos, con una pol¨ªtica consensuada e informando a los ciudadanos, sin demagogias. En efecto, Finlandia ha conseguido definir un emplazamiento para el almacenamiento definitivo de sus residuos de alta radiactividad, mediante la solicitud de emplazamientos voluntarios, proceso ya utilizado en su d¨ªa en Francia para continuar con la investigaci¨®n geol¨®gica acordada en su ley de 1991, otro ejemplo de consenso.
Asimismo, en Suecia, el Gobierno ha realizado un enorme esfuerzo en los ¨²ltimos 30 a?os, para informar a sus ciudadanos sobre las ventajas e inconvenientes de las diferentes formas de producir energ¨ªa, consiguiendo que la opini¨®n p¨²blica sea conocedora de los problemas asociados. As¨ª, ha podido resolver la gesti¨®n de sus residuos radiactivos, tambi¨¦n mediante el procedimiento de candidatos voluntarios.
En los dos casos, el m¨¦todo de gesti¨®n elegido es el del almacenamiento definitivo en formaciones geol¨®gicas profundas, procedimiento al que se han dedicado en el mundo, en los ¨²ltimos 35 a?os, muchos recursos humanos y financieros. El problema asociado a este procedimiento de gesti¨®n est¨¢ en que el periodo de tiempo que los residuos deben estar confinados es muy dilatado, pues no llegan a alcanzar la radiactividad del fondo natural, hasta despu¨¦s de transcurridos entre 100.000 y 1.000.000 de a?os. Este tiempo, no demasiado largo en t¨¦rminos geol¨®gicos, es excesivamente largo para que sea asumido por la mayor¨ªa de los ciudadanos, que usan como escala de medida la vida humana, mucho m¨¢s corta. Es decir, estamos ante un procedimiento de gesti¨®n de residuos, con un alto grado de rechazo por la sociedad actual, que preferir¨ªa una alternativa que minimizara el tiempo en el que los residuos mantengan su radiactividad.
Otros pa¨ªses de la UE, como es el caso de Francia, dedica una parte de su enorme potencial investigador en estas tecnolog¨ªas, al almacenamiento definitivo en formaciones geol¨®gicas y a la transmutaci¨®n de act¨ªnidos, que se cita m¨¢s adelante. Por su parte, Alemania decidi¨® parar la energ¨ªa nuclear en los pr¨®ximos 32 a?os, tiempo suficiente para que existan alternativas adecuadas y as¨ª poder tomar una decisi¨®n fundada.
El procedimiento alternativo al almacenamiento definitivo en formaciones geol¨®gicas profundas, es el propuesto hace pocos a?os por el premio Nobel de F¨ªsica, profesor Carlo Rubia, que consiste en la transmutaci¨®n de los elementos radiactivos, contenidos en los residuos, transform¨¢ndolos en otros is¨®topos, con periodos de semidesintegraci¨®n menores o, incluso, en elementos no radiactivos. Este proceso se encuentra actualmente en fase de investigaci¨®n y desarrollo tecnol¨®gico y dentro de unos cuantos a?os ser¨¢ una realidad industrial.
Mientras, ?qu¨¦ deber¨ªa hacer un pa¨ªs peque?o, como Espa?a, con los residuos de alta radiactividad existentes en las centrales nucleares? Pues por el momento, dejarlos donde est¨¢n, en sus emplazamientos actuales, hasta que se decida su destino final. No tenemos ninguna prisa, pues la realidad es que su volumen es muy peque?o y donde est¨¢n, se encuentran en condiciones seguras y fiables.
Por todo ello, no deber¨ªamos continuar consumiendo recursos humanos y financieros en proyectos que, quiz¨¢s no vayamos a utilizar, pues no hemos decidido todav¨ªa lo que vamos a hacer en el futuro; deber¨ªamos disminuir los gastos a los que nos obliga una organizaci¨®n, dimensionada para hacer mucho m¨¢s de lo que le permite la situaci¨®n de espera, en la que estamos sumergidos desde hace casi diez a?os y en la que nos mantendremos a¨²n hasta el a?o 2010, por lo menos, de acuerdo con la decisi¨®n que tom¨® en el Senado, en 1998, una ponencia que trabaj¨® para definir la estrategia a seguir en el asunto.
Hay un dicho ingl¨¦s que dice: espera y observa. Hag¨¢moslo, minimicemos los recursos financieros y humanos que dedicamos, para ahorrar a los espa?oles gastos superfluos, ya que todav¨ªa no sabemos lo que vamos a necesitar. Es decir, debemos conseguir el objetivo que coment¨¢bamos al principio: gastar s¨®lo lo absolutamente necesario. Esperemos y observemos c¨®mo resuelven el problema pa¨ªses como Francia, Alemania, Suecia, Estados Unidos, etc¨¦tera, y, a partir de sus resultados, hagamos nuestra apuesta, pero nunca de espaldas a los ciudadanos. La colaboraci¨®n estrecha con los pa¨ªses de la UE, y otros, debe mantenerse y potenciarse, pero no siendo l¨ªderes de los proyectos, pues nuestra situaci¨®n no lo aconseja.
Y, adem¨¢s, confiemos en el sentido com¨²n de los espa?oles e inform¨¦moslos sin miedo, como ya han hecho otros pa¨ªses de nuestro entorno pues, adem¨¢s, est¨¢n en su derecho. La pol¨ªtica de perfil subterr¨¢neo, evitando que los ciudadanos est¨¦n informados, se volver¨¢ en nuestra contra, pues impedir¨¢ tomar decisiones, cuando ¨¦stas sean necesarias. Adem¨¢s, desmotivar¨¢ a los t¨¦cnicos y trabajadores dedicados a la gesti¨®n de estos residuos que, con una formaci¨®n y experiencia excelentes, dejar¨ªan de pensar que est¨¢n haciendo algo que parece que hay que ocultar, nunca mejor dicho, a la opini¨®n p¨²blica. La resoluci¨®n de este problema, con la alta calidad que podr¨ªan hacerlo estos expertos, ser¨¢ un servicio p¨²blico de gran trascendencia. Y si estamos convencidos de que eso es as¨ª, no tenemos nada que ocultar.
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