La guerra fr¨ªa regresa a Berl¨ªn
La administradora del museo del muro proh¨ªbe el negocio de las fotos
El hist¨®rico Checkpoint Charlie, el lugar en que se pod¨ªa palpar el enfrentamiento Este-Oeste en los d¨ªas de la guerra fr¨ªa, punto de encuentro de esp¨ªas de toda laya, parece estos d¨ªas empe?ado en revivir su historia. Esta vez no en forma tr¨¢gica, sino m¨¢s bien de ¨®pera bufa. La administradora del museo del muro de Berl¨ªn, Alexandra Hildebrandt, se ha destapado como una seguidora del artista de origen b¨²lgaro Christo, especializado en cubrir con pl¨¢stico monumentos p¨²blicos y que hace nueve a?os tap¨® el edificio del Reichstag en la capital alemana. Hildebrandt ha cubierto con pl¨¢stico azul la caseta que reproduce la de los a?os del muro entre los sectores americano y sovi¨¦tico en el punto de separaci¨®n entre la libertad y la dictadura prusiano-estalinista. La motivaci¨®n de Hildebrandt no es art¨ªstica, como Christo, sino pol¨ªtica, y alguno sospecha que cremat¨ªstica.
Alexandra Hildebrandt no pudo soportar la comercializaci¨®n de la dictadura comunista
El esposo de Alexandra, Rainer Hildebrandt, fallecido el pasado enero a los 89 a?os, fue un personaje legendario. Perseguido por los nazis y despu¨¦s por los comunistas, Hildebrandt fund¨® en el lado occidental del Checkpoint Charlie un museo del muro que se convirti¨® en uno de los lugares de visita obligada de la capital alemana. All¨ª se expon¨ªan los utensilios y trucos empleados para escapar de la Alemania comunista, se repart¨ªa propaganda y se celebraban coloquios sobre los derechos humanos con gran indignaci¨®n del r¨¦gimen del otro lado. Con la ca¨ªda del muro, la famosa caseta se traslad¨® a un museo de los aliados en otro barrio de Berl¨ªn, pero despu¨¦s se reconstruy¨® en su lugar original y se entreg¨® la administraci¨®n a los Hildebrandt, que segu¨ªan all¨ª al frente del museo del muro.
Un par de actores sin muchos recursos tuvieron la idea de explotar la caseta y ganarse unos euros. Tom Lustzeit, de 30 a?os, y Marcel Trunsch, de 25, se disfrazaron con los uniformes de los temidos polic¨ªas populares (vopos), los encargados de la custodia del muro. Por un euro, los turistas que visitan el Checkpoint Charlie pod¨ªan sacarse una foto al lado de la famosa caseta junto a los falsos vopos. Se lleg¨® incluso a extender en la calle una alfombra roja. Por a?adidura, all¨ª mismo una tienda de recuerdos se ha especializado en la venta de la parafernalia cursi y hortera de la ex RDA.
Demasiado para Alexandra Hildebrandt, que no pudo soportar la comercializaci¨®n de la dictadura comunista y convertirla en Disneylandia. Afirma Hildebrandt que el propietario del negocio de recuerdos Gerhard Lindner, de 53 a?os, est¨¢ detr¨¢s del negocio de las fotos con los falsos vopos.
Un d¨ªa, a principios de este mes, a Hildebrandt se le cruzaron los cables y dio orden de tapar con pl¨¢stico azul la caseta del Checkpoint Charlie para impedir as¨ª que contin¨²e el sacr¨ªlego negocio con las fotograf¨ªas y lo que considera explotaci¨®n comercial del dolor de la dictadura comunista. Los turistas que llegan al Checkpoint Charlie reaccionan con perplejidad ante la hist¨®rica caseta, cubierta de pl¨¢stico. El Senado (Gobierno) de Berl¨ªn se ha declarado incompetente y afirma que el conflicto compete a los distritos. Aqu¨ª nos topamos de nuevo con la vieja divisi¨®n de la ciudad de Berl¨ªn. El distrito Centro (Este) y el de Kreuzberg (Oeste) coinciden en ese punto donde un d¨ªa se divid¨ªa el mundo por los acuerdos de Yalta. Las posiciones de los dirigentes de distrito no coinciden. El del Centro (Este) considera inadmisible el negocio con el recuerdo de la dictadura en su territorio. El de Kreuzberg (Oeste) ve las cosas con m¨¢s tolerancia.
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