El salvaje y nosotros
Una exposici¨®n en el Centre Cultural Bancaixa rastrea la representaci¨®n art¨ªstica del mito europeo a lo largo de 2.000 a?os
El hombre-le¨®n existi¨®. Era polaco, y el pelo le crec¨ªa por todo el cuerpo, incluida la nariz. Hay dos retratos suyos. En el primero aparece vestido de forma extra?a y con el vello erizado, tal y como lo hac¨ªa en el circo. En el segundo, m¨¢s perturbador, aparece peinado, con esmoquin, y una mirada apacible y algo melanc¨®lica, en una fotograf¨ªa color sepia propia del siglo XIX. Se llamaba Stephen Bilgraski.
Su caso sirve de cartel a la estupenda y estremecedora exposici¨®n El salvaje europeo -desde ayer y hasta el 29 de agosto en el Centro Cultural Bancaixa-, un rastreo de esta figura por la historia del arte, desde las vasijas griegas a fragmentos de pel¨ªculas de Bu?uel o Truffaut. Hay m¨¢s, porque la muestra, que cuenta como comisarios con la escritora valenciana Pilar Pedraza y el antrop¨®logo mexicano Roger Bartra, re¨²ne cuadros de Goya, Jos¨¦ de Ribera o D¨¹rer; esculturas renacentistas; representaciones literarias de Cervantes o Swift; junto a material cinematogr¨¢fico, entre el que destaca una enorme imagen del director Tod Browning rodeado por varios actores de Freaks, la parada de los monstruos, uno de los cuales abraza al realizador estadounidense.
La exposici¨®n no es una simple acumulaci¨®n de ejemplos de salvajes, sino un repaso y una reflexi¨®n sobre los cambios que este mito, la idea del otro, ha sufrido a lo largo de 2.000 a?os de cultura europea.
Para los griegos, el salvaje era aquel que viv¨ªa fuera de la polis y sus normas, pero al contrario que los b¨¢rbaros no resultaba amenazador. Se trataba de personajes que viv¨ªan en plena naturaleza, y fueron representados como s¨¢tiros, centauros o c¨ªclopes.
En la Edad Media el concepto var¨ªa, pero su condici¨®n queda fijada como aquella que no responde a las reglas de la civilizaci¨®n. Son temidos y perseguidos, como deja clara una ilustraci¨®n de Robinet Tesard de finales del siglo XV, en la que un centauro y una mujer velluda son asesinados por hombres. La idea del salvaje se asocia a la magia, los hombres lobo y las brujas, pero al mismo tiempo aparece una categor¨ªa a la que los comisarios aluden como "salvajes de Dios". Son santos, como San Onofre, a los que su misticismo transforma, lo que se manifiesta de nuevo con un desmedido crecimiento del cabello.
La Ilustraci¨®n, con Rousseau a la cabeza, crea la idea del buen salvaje; ingenuo y no contaminado por la sociedad. Ya entonces y durante los siglos siguientes, sin embargo, al rechazo se une una cruel curiosidad que convierte al salvaje en carne de circo y objeto de variadas humillaciones.
El salvaje Europeo termina con un directo en la mand¨ªbula. Una serie de fotograf¨ªas que retrata con crudeza a los salvajes de hoy; los excluidos: borrachos, prostitutas, toxic¨®manos, personas pobres con terribles malformaciones. Captados en Berl¨ªn, Londres o San Petersburgo, hay entre ellos individuos con simbolog¨ªa nazi, e impresiona, por el contraste, la fotograf¨ªa de un hombre de pie en un descampado, vestido con una gabardina cara y mugrienta que se aferra tenazmente a su malet¨ªn.
La muestra llega despu¨¦s de su ¨¦xito en el Centre de Cultura Contempor¨¤nia de Barcelona, y est¨¢ acompa?ada por otra llamada Picasso y el salvaje, integrada sobre todo por grabados de la Suite Vollard.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.