Desencuentro holand¨¦s
No hay d¨ªa en que no se tiren los trastos a la cabeza y la mayor¨ªa tiene por diana a Advocaat, que no sabe qu¨¦ hacer para que no le pongan a caldo
Pas¨® Seedorf y dijo que no hablaba porque no hab¨ªa jugado. Despu¨¦s apareci¨® Kluivert, que vio el partido contra Alemania (1-1) desde el banquillo y, malhumorado, salt¨® una valla de la zona mixta y se march¨®, raudo, sin admitir la m¨¢s m¨ªnima pregunta, pues ni mir¨® a los periodistas. Detr¨¢s de ¨¦l iba Makaay hablando por tel¨¦fono, qui¨¦n sabe si para evitar justamente que le pudieran detener, alemanes u holandeses, y le demandaran por el Bayern de M¨²nich o la selecci¨®n holandesa, en la que tambi¨¦n es suplente.
Para cerrar el desfile, se present¨® Frank de Boer, otro que guarda tanda para saltar al campo y que, a diferencia de sus compa?eros, no tiene pelos en la lengua. "?Ha castigado Advocaat a Kluivert y Makaay por haberle criticado?", se le pregunt¨® al defensa ex barcelonista. "No tienen motivos para quejarse", respondi¨®; "basta con mirar su rendimiento en los ¨²ltimos amistosos. Es normal que no jueguen. Yo tampoco lo he hecho. Igual salgo el pr¨®ximo d¨ªa. No es nada bueno que haya once caras largas en el banco".
Acto seguido, se present¨® Reiziger para dejar a su amigo Kluivert a la intemperie y proclamar: "Makaay es un jugador de equipo". Finalmente, habl¨® Overmars, el hombre del partido para Holanda, que dijo: "Estoy contento con mi actuaci¨®n".
Ovemars revolucion¨® a Holanda con su salida. El cuadro recuper¨® sus se?as de identidad, con dos extremos abiertos, y la hinchada orange se anim¨® despu¨¦s de haberse pasado media contienda en silencio. A la mayor¨ªa de los 20.000 holandeses que el martes se paseaban por Oporto le pareci¨® que el seleccionador hab¨ªa metido la pata con la alineaci¨®n y despu¨¦s cuando dio entrada a Van Hooijdonk, un ariete de 34 a?os, ex del Vitesse, el Benfica y el Feyenoord y actualmente en el Fenerbahce. "Yo soy la mejor opci¨®n para el seleccionador cuando las cosas van mal", terci¨® el propio Van Hooijkdonk, que complic¨® la vida a los centrales germanos y permiti¨® mayor libertad de acci¨®n a Van Nistelrooy, autor del gol del empate en una acci¨®n muy complicada. Ni con las tablas par¨®, sin embargo, el debate futbol¨ªstico en la selecci¨®n tulip¨¢n. No pasa d¨ªa en que no se tiren los trastos a la cabeza. La mayor¨ªa coincide en la diana: Advocaat, que no sabe qu¨¦ hacer para que no le pongan a caldo.
A Holanda se la ha eximido siempre de ganar desde que perdi¨® (2-1) la final de la Copa del Mundo de 1974 contra Alemania. Pero a cambio se le exige que juegue como s¨®lo ella sabe, con su f¨²tbol din¨¢mico, abierto y de toque, heredero de alguna manera del total de La Naranja Mec¨¢nica de Michels y Cruyff. Pero fue durante largo tiempo muy dif¨ªcil de reconocer en Oporto, incluso con Van Hooijdonk ejerciendo de segundo ariete, junto a Van Nistelrroy. Dos delanteros: lo nunca visto, puesto que en otra ¨¦poca el seleccionador era capaz de mandar a un defensa central al punto de penalti antes que claudicar.
Futbolistas de la nueva generaci¨®n como Heitinga, Van der Vaart, Sneijder y Robben parecen tener la suficiente personalidad para que la selecci¨®n recupere sus or¨ªgenes y se reencuentre con el juego genuinamente holand¨¦s.
A no ser, claro est¨¢, que a Holanda le haya dado finalmente el mismo ataque de resultadismo que a cualquier otro pa¨ªs. Por el momento, en cualquier caso, el desencuentro entre sus jugadores parece tan apreciable como el de muchos aficionados, cuya militancia no est¨¢ en consonancia con el juego. Al fin y al cabo, si los hinchas holandeses se mezclaron sin problema con los alemanes puede ser que el juego alem¨¢n acabara por tener alguna influencia en el holand¨¦s.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.