'La marrana', una comedia de Jos¨¦ Luis Cuerda
EL PA?S ofrece ma?ana, por 1,95 euros, la historia de dos p¨ªcaros en 1492
Corr¨ªa el a?o 1992, y Espa?a celebraba con fastos extraordinarios el V centenario de la primera llegada de Col¨®n a Am¨¦rica. Hubo Expo, Juegos Ol¨ªmpicos, publicaciones de lujo, ciclos en la tele, subvenciones especiales, pel¨ªculas extranjeras de gran espect¨¢culo... El director Jos¨¦ Luis Cuerda, que hasta entonces hab¨ªa rodado para televisi¨®n y cine algunas comedias con toques surreales, decidi¨® hacer su propia versi¨®n del aniversario, que "en vez de subirse al carro del V centenario, pretende hacer el mismo trayecto a pie, m¨¢s barato", y a?adi¨®: "En mi opini¨®n, faltaba una perspectiva espa?ola de aquellos acontecimientos y me parecer¨ªa trist¨ªsimo que se hubiese hecho con un enfoque de gran alharaca, paneg¨ªrico y cantos de gesta. A m¨ª no me interesa demasiado la vida de los h¨¦roes; es m¨¢s, si profundizo en ella, termina repugn¨¢ndome". As¨ª lo entendi¨® en Fotogramas Jordi Batlle Caminal: "Cuerda ha preferido recordar la odisea desde el punto de vista del humor y desde los personajes de a pie, y no desde los nombres propios que protagonizaron la gran aventura americana".
"Los pobres tienen que echarle una buena dosis de ilusi¨®n a la vida para seguir adelante"
La acci¨®n de La marrana arranca precisamente en el verano de 1492. Bartolom¨¦ Guti¨¦rrez (Alfredo Landa), que ha estado cautivo de los sarracenos en T¨²nez, regresa a Extremadura. Lo que m¨¢s ans¨ªa el pobre hambriento es volver a comer cerdo, su manjar preferido, y se encuentra con un hombre joven (Antonio Resines), desertor del asedio de Granada, que intenta llegar a Portugal acompa?ado por la marrana del t¨ªtulo, una hermos¨ªsima y apetecible cerda que ha robado por el camino... Los dos p¨ªcaros unen sus destinos, intercambian enga?os, se hacen amigos, y finalmente llegan a Palos de Moguer con la esperanza de embarcar en las naves de Col¨®n, y as¨ª poder comer, es decir, seg¨²n el director, se trata de una historia que "contin¨²a vigente para desgracia de la humanidad, porque los pobres tienen que echarle una buena dosis de ilusi¨®n a la vida para seguir adelante".
Cuerda recalc¨® igualmente que la historia de la pel¨ªcula "fue escrita con materiales de las v¨ªsperas de la gran picaresca espa?ola. Se ha cuidado el factor hist¨®rico, se han evidenciado las preocupaciones de la ¨¦poca, se han tra¨ªdo a la boca de los personajes las leyendas, ideas y prejuicios de aquel mundo y se ha hecho que Bartolom¨¦, Ruy y la gorrina recorran un doloroso camino con el mejor talante, con un esp¨ªritu que les permite sobrevivir".
Cuando La marrana se present¨® en la Semana de Cine de Valladolid, a ?ngel Fern¨¢ndez-Santos le pareci¨® "una pel¨ªcula destinada al ¨¦xito seguro. De manera algo tosca, con tendencia a la escatolog¨ªa y al di¨¢logo de novela picaresca, Jos¨¦ Luis Cuerda construye un relato muy bien ordenado, s¨®lido y divertido, que atrapa con facilidad a la gente, sobre todo gracias a la contagiosa comicidad transmitida por Alfredo Landa, que da lecciones de buen histrionismo, de excelente sentido de la sobreactuaci¨®n, y tambi¨¦n a la sobria e igualmente divertida composici¨®n de Antonio Resines, cada d¨ªa mejor actor". El director estuvo de acuerdo con estos elogios a sus actores: "Debo agradecerle a la vida el hecho de que exista Alfredo Landa, que es uno de los mejores actores del mundo. Sin ¨¦l, pero tambi¨¦n sin Antonio Resines, que le da una r¨¦plica estupenda, o sin Agust¨ªn Gonz¨¢lez, Manuel Alexandre, Cayetana Guill¨¦n Cuervo, El Gran Wyoming y Fernando Rey, que hacen unas intervenciones cortas pero espl¨¦ndidas, la pel¨ªcula no se mantendr¨ªa en pie. Dado que el gui¨®n es premeditadamente barroco, los di¨¢logos sin ellos sonar¨ªan imposibles".
Opiniones que a Batlle Caminal, en Fotogramas, le parecieron correctas: "En La marrana no hay grandilocuencia ni superespect¨¢culo, ni mucho menos paneg¨ªrico, sino todo lo contrario: mesura y modestia expositiva, personajes sin ninguna significaci¨®n hist¨®rica -aunque ellos son, como siempre se dice, los que escriben la historia- y, hasta cierto punto, desmitificaci¨®n. Luego est¨¢, claro, el mam¨ªfero de cuatro patas. Todo un s¨ªmbolo sobre el que -nos viene a decir la pel¨ªcula- gira la vida, todas las vidas y todas las esperanzas. Muerto o vivo, el cerdo es el mensaje".
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