Fantas¨ªa contra corriente
Deco, el astro brasile?o cuya capacidad f¨ªsica ha crecido de modo espectacular en el Oporto, ha dejado fuera a Rui Costa
La defensa de Espa?a tendr¨¢ que tener hoy mucho ojo con Anderson Luis de Souza, un hombre m¨¢s bien peque?o, de ojos oblicuos y tristes, como traspasado por una saudade que le ha dejado medio taimado, medio curtido, m¨¢s espabilado y siempre listo para dar la vuelta a los partidos con un golpe de autoridad que por su aspecto nadie anunciar¨ªa. Le llaman Deco, es brasile?o nacionalizado portugu¨¦s y su capacidad f¨ªsica creci¨® espectacularmente tras ponerse en manos de los m¨¦dicos del Oporto. Es el media punta de Portugal y atraviesa uno de esos momentos dulces en que lo ve todo y se anima con todo. Tan despierto est¨¢ y tan bien pone los ¨²ltimos pases y lanza las faltas que, a pesar de ser extranjero, los hinchas lusos toleran con gusto que haya dejado a Rui Costa, ¨ªdolo nacional, en el banquillo. Eso, con el agravante de que el pa¨ªs vive sacudido por una ola de patriotismo exhibicionista sin precedentes.
Rui Costa es el jugador m¨¢s imaginativo y completo que dio Portugal en los ¨²ltimos dos decenios. Lo protege el prestigio y su amistad con Figo. Pero tiene 32 a?os y se ha pasado la ¨²ltima temporada en el banquillo del Milan, languideciendo y en declive desde 2002, cuando acudi¨® al Mundial de Corea y Jap¨®n pr¨¢cticamente como espectador. Hace tres d¨ªas, contra Rusia, su seleccionador, Luiz Felipe Scolari, lo mand¨® a donde van los jugadores que se disponen a cerrar su carrera, al banquillo, a la espera de unos minutos. En su lugar jug¨® Deco, que dio el primer gol y encamin¨® el partido.
Deco es un hombre tranquilo y algo t¨ªmido, pero desencadena grandes tensiones. La selecci¨®n de Portugal se divide entre los que se arremolinan en torno a Deco, al amparo de su duende, y los dem¨¢s. Los que no protegen a Deco son los veteranos, la guardia pretoriana de Figo, con Rui Costa y Couto como ¨²ltimos exponentes. Los que abrazan a Deco son sus colegas del Oporto, esa mayor¨ªa silenciosa que encabezan Costinha, Maniche, Carvalho y el deportivista Andrade. El medio centro, el volante y los dos centrales han formado la espina dorsal de Portugal y saben que sin Deco perder¨ªan el rumbo.
"No hablo de los compa?eros", dijo ayer Figo cuando le preguntaron por su N¨¦mesis. El extremo del Madrid, que disimula mal, no ha olvidado la grave lesi¨®n que le hizo Deco en el tobillo izquierdo, en 2002. Un pisot¨®n del brasile?o le lastr¨® la articulaci¨®n durante un a?o. Fue lo peor que ha sufrido en su carrera. Y Figo tiene poder, pero no el suficiente para evitar que Deco juegue en el equipo en vez de su amigo Rui Costa. "Deco es un hombre de gran val¨ªa para el conjunto", coment¨® Figo; "igual que los hombres que se tuvieron que quedar fuera por decisi¨®n del entrenador".
Contra el destino, contra los prejuicios, contra Graeme Souness, su preparador en el Benfica, y contra los s¨ªmbolos nacionales portugueses, Deco ha remontado la corriente hasta situar su peque?o cuerpo en el centro del equipo anfitri¨®n. Naci¨® a 15.000 kil¨®metros de Portugal, en una barriada de las afueras de S?o Paulo, hace 26 a?os. Cuando ten¨ªa 19 lo ¨²nico que hab¨ªa trascendido de ¨¦l era que se trataba de un 10 escu¨¢lido: le llamaban Maradonita y hab¨ªa jugado unos meses en el Corinthians. Pero el mundo nunca contuvo la respiraci¨®n por o¨ªr su nombre.
Lleg¨® a Portugal hace ocho a?os, fichado por los ojeadores del Benfica, los mejores de Portugal. Pero Souness no vio nada en ¨¦l y le mand¨® al Alberca, un club de Segunda. All¨ª pas¨® dos a?os. Fich¨® por el Salgueiro y del Salgueiro fue al Oporto en 1998. En el Oporto dio el salto de calidad.
Ahora Deco tiene la Liga de Campeones, la Copa de UEFA y un pu?ado de Ligas portuguesas. Hoy ser¨¢ la fantas¨ªa de Portugal contra Espa?a.
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