"El profesor debe trabajar en equipo"
Rosana Camps se?ala que el docente de infantil necesita mucha energ¨ªa diaria para rendir en clases excesivamente masificadas
Las 1.556 solicitudes en junio del curso pasado situaron a Magisterio especialidad Infantil como la carrera predilecta de los universitarios valencianos. Rosana Camps finaliz¨® la diplomatura hace tres a?os. A sus 24 es funcionaria de carrera. El pr¨®ximo viernes 25, los aspirantes a compartir su suerte participar¨¢n en el concurso oposici¨®n convocado por la Consejer¨ªa de Educaci¨®n para ingresar en el cuerpo de maestros valencianos. "Recuerdo el a?o de la oposici¨®n como el m¨¢s duro de mi vida. Estudiaba cinco horas diarias y, casi no sal¨ªa, excepto una ma?ana para ir a la academia de la oposici¨®n", relata. El abrumador esfuerzo tuvo su recompensa: aprob¨® a la primera, en realidad, a la segunda, tras examinarse un mes antes de la misma oposici¨®n en Tarragona en una experiencia que se tradujo en ensayo. Para lograr plaza, no basta con el apto, cabe destacar: "Es muy triste, pero con un 6 en uno de los tres ex¨¢menes es muy complicado obtener plaza, si careces de m¨¦ritos. Yo la consegu¨ª porque obtuve dos dieces y un nueve", se?ala. Y denuncia la precariedad de los interinos, que cobran por d¨ªa trabajado.
De su trabajo, que desempe?a en el Colegio P¨²blico Rodr¨ªguez Fornos de Valencia destaca inicialmente las cosas estupendas: "De los ni?os aprendes mucho. Te llegas a convertir en su madre, porque con algunos pasas m¨¢s de ocho horas al quedarse en el comedor. Y lo mejor llega al final de curso cuando aprecias la evoluci¨®n". Sin embargo, esta figura para la que se necesita una infinita combinaci¨®n de "energ¨ªa, paciencia y responsabilidad" tropieza con limitaciones, seg¨²n ha vivido desde su comprimida experiencia de un par de a?os. A la educaci¨®n infantil vuelve el fantasma de la masificaci¨®n, en contra de lo que ocurre en las universidades: "El a?o pasado tuve veinte alumnos de tres a?os y ¨¦ste veinticinco", una ratio "excesiva", y fija como id¨®nea la cifra de quince. "Con tantos ni?os es dif¨ªcil realizar actividades en grupos como pinturas de dedos". Y agrega que "siempre se presentan imprevistos, como que alguno se te ponga enfermo o que tengas que llevarlo al aseo". Para sortear esto reclama un profesor de apoyo que, en estos momentos en su colegio comparten las nueve unidades de infantil. Por otra parte, el curso pasado, en su debut docente afront¨® otra joven realidad: la inmigraci¨®n en las aulas. Bajo su tutela se hallaban veinte ni?os de tres a?os, entre los que hab¨ªa dos latinoamericanos, un ingl¨¦s y un b¨²lgaro. Pese a las clases de recepci¨®n dice que "a estos alumnos le cuesta llegar a los niveles m¨ªnimos de sus compa?eros".
Los centros p¨²blicos en los que ha trabajado carec¨ªan, en su opini¨®n, de material suficiente por lo que al inicio de curso pidi¨® a los padres 20 euros para comprar, entre otros enseres, puzzles, mu?ecos o rotuladores.
En su labor diaria le han ayudado mucho sus colegas, con las que se re¨²ne semanalmente para planificar actividades y acometer otras en com¨²n. Y su madre: una profesora con un bagaje de treinta a?os que es su espejo: "Sin darme cuenta he aprendido la profesi¨®n en casa", se?ala de un trabajo que tanto ella como su progenitora califican de "muy gratificante".
La necesidad de trabajar en equipo la interioriz¨® en la propia carrera, donde se pide "mucha constancia y trabajo en equipo". La experiencia en la Escuela Ausi¨¤s March, de la Universitat de Val¨¨ncia la califica de "muy familiar" por las peculiaridades de un centro que se ubique en un ¨²nico edificio, distanciado del campus. La mezcolanza en aulas y asignaturas con otros alumnos de Magisterio de otras especialidades y el dise?o de itinerarios pr¨¢cticamente cerrados en primer curso propician, asimismo, el contacto entre el alumnado de una escuela formadora de maestros.
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