Jack G. McClelland, editor
Jack McClelland, el extravagante editor canadiense que contribuy¨® a fomentar las carreras de varios de los escritores m¨¢s prominentes de su pa¨ªs, entre ellos Margaret Atwood, Alice Munro y Mordecai Richler, muri¨® el 14 de junio en Toronto, a los 81 a?os, a causa de un fallo cardiaco. Llevaba varios a?os gravemente enfermo.
La pasi¨®n de McClelland por la literatura canadiense y su talento natural para la promoci¨®n est¨¢n ampliamente acreditadas por el hecho de haber atra¨ªdo atenci¨®n hacia muchos de los m¨¢s famosos escritores canadienses.
"Dio un enorme impulso a la producci¨®n editorial canadiense y a mi carrera,", coment¨® la novelista Margaret Atwood en una entrevista telef¨®nica. Aun as¨ª, McClelland tuvo que batallar para mantener a flote McClelland & Stewart, su editorial familiar. Los editores canadienses han luchado durante muchos a?os para competir contra las empresas estadounidenses y europeas, mucho m¨¢s grandes, y las subvenciones del Gobierno han desempe?ado un importante papel en la financiaci¨®n del negocio editorial en este pa¨ªs.
Nacido en Toronto en 1922, tras servir como capit¨¢n en un barco torpedero de la Armada Real en la Segunda Guerra Mundial, se incorpor¨® a la empresa editorial de su padre. En aquella ¨¦poca el negocio consist¨ªa principalmente en distribuir t¨ªtulos estadounidenses y brit¨¢nicos. Jack McClelland accedi¨® a la presidencia en el a?o 1961.
Combinando un astuto criterio literario con su buena presencia, carisma y talento para dar fiestas memorables, McClelland atrajo gradualmente a muchos de los escritores m¨¢s importantes de Canad¨¢ de los sesenta y setenta. Adem¨¢s de Atwood, Munro y Richler, su cat¨¢logo incluye a Leonard Cohen, Margaret Laurence, Michael Ondaatje y Pierre Berton.
Dec¨ªa a menudo que publicaba escritores, no libros. Seg¨²n una colecci¨®n de cartas de McClelland editada en 1998, reaccion¨® ante el manuscrito de Leonard Cohen para la novela experimental Los hermosos vencidos (1965), escribiendo al autor: "Es salvaje e incre¨ªble y est¨¢ maravillosamente bien escrita y a la vez es atractiva, sorprendente, repugnante y morbosa. A lo mejor sencillamente es un gran novela, no tengo ni pu?etera idea".
Conocido por sus pintorescos trucos publicitarios, sol¨ªa montar en los tranv¨ªas de Toronto vistiendo lo que ¨¦l llamaba su "abrigo de muchos autores", estampado con cubiertas de libros de McClelland & Stewart.
A pesar de sus ¨¦xitos, la editorial estuvo varias veces al borde del desastre financiero con la gesti¨®n de McClelland. Tras una costosa expansi¨®n a finales de los sesenta, la empresa tuvo que ser rescatada por medio de un pr¨¦stamo del Gobierno provincial de Ontario, y en 1984, un grupo de inversores y el Gobierno organizaron otra misi¨®n de ayuda. Para entonces McClelland hab¨ªa abandonado la gesti¨®n cotidiana y era director general.
Vendi¨® la editorial en 1986. La empresa pertenece ahora a la Universidad de Toronto, con una participaci¨®n del 75%, y a Random House, con un 25%. Mont¨® despu¨¦s una peque?a agencia literaria, pero pronto tuvo que cerrarla.-
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