Camille Froidevaux-Metterie, fil¨®sofa: ¡°Desde la pubertad aprendemos a tener verg¨¹enza del propio cuerpo¡±
La profesora de Pol¨ªticas francesa se duele de que el feminismo est¨¦ siendo tan atacado. Este movimiento no odia a los hombres, dice. Al contrario: aspira a una gran reconciliaci¨®n
Camille Froidevaux-Metterie (Par¨ªs, 56 a?os) aparece en una cafeter¨ªa cerca de la Porte de Clichy, en los l¨ªmites del Par¨ªs central. La fil¨®sofa y feminista, profesora de Ciencias pol¨ªticas en la Universidad de Reims Champagne-Ardenne, es autora de obras como Pechos. En busca de una liberaci¨®n (Oveja Roja, 2023) o de Un corps ¨¤ soi (2021, un cuerpo propio, sin traducir al espa?ol). Llega de preparar un debate para el programa de radio de Alain Finkielkraut con Caroline Fourest, otra feminista con algunas visiones distintas, incluso hostiles, hacia el movimiento #MeToo.
Froidevaux-Metterie ha dedicado parte de su obra a establecer el cuerpo de la mujer como centro de gravedad de la lucha contra el patriarcado, un sistema de pensamiento que permite analizar muchos de los casos actuales, como el juicio de Gis¨¨le Pelicot o el asunto de ??igo Errej¨®n. ¡°Estamos en un momento cr¨ªtico para el feminismo en Francia, una fragilizaci¨®n donde las fuerzas conservadoras avanzan. Un contexto donde las feministas son atacadas en todos los foros¡±, alerta casi antes de quitarse la chaqueta.
Pregunta. Podr¨ªa parecer lo contrario: la sociedad asume sus postulados, vemos juicios como el de Gis¨¨le Pelicot o G¨¦rard Depardieu, cambios en la legislaci¨®n
Respuesta. Todos los grandes periodos de conquistas han venido acompa?ados de retornos al silencio. Pas¨® con los derechos civiles, con los reproductivos¡ Los movimientos duran unos 10 a?os y luego observamos una ca¨ªda, un descuido.
P. ?Estamos ah¨ª?
R. S¨ª, tomamos el #MeToo como principio, en 2017. Pero la secuencia se abri¨® unos a?os antes. Fue una batalla de lo ¨ªntimo, la lucha y reivindicaci¨®n sobre cuestiones corporales. No solo la sexualidad: la maternidad, la regla, la apariencia. Y esos combates se desarrollan desde hace unos 10 a?os. El #MeToo no solo denuncia a los agresores, reivindica una sexualidad m¨¢s satisfactoria y plena.
P. Muchas feministas en Francia consideran que ha ido demasiado lejos y esto ha generado una grieta social.
R. Hay mucho debate. Se empieza por el libro de alguna personalidad se?alada o por una denuncia. Explota, hace ruido y luego¡ silencio. No hay traducci¨®n pol¨ªtica, contrariamente a lo que ha sucedido en Espa?a. Aqu¨ª no hemos creado tribunales espec¨ªficos, leyes¡ Sin eso, todo sigue igual. Y el hecho de que muchas mujeres se opongan ahora al #MeToo esconde un combate te¨®rico sobre las muchas maneras de ser feminista.
P. ?Qu¨¦ formas?
R. Simplificando, tenemos a las autodenominadas ¡°universalistas¡±, que rechazan distinguir entre individuos por raz¨®n de raza o g¨¦nero. Y las interseccionales, que apelan a tomar en cuenta distintos factores de presi¨®n y a cruzar elementos como raza, discapacidad¡ El feminismo es un proyecto pol¨ªtico de transformaci¨®n de la sociedad. Consiste en destruir la base patriarcal de nuestra sociedad, o sea la definici¨®n de la mujer por su funci¨®n corporal: maternal y sexual.
P. Cuando el presidente de la Rep¨²blica, Emmanuel Macron, habla de rearmamento demogr¨¢fico, ?qu¨¦ piensa?
R. Expresa que la funci¨®n de la mujer es hacer hijos y, por consiguiente, estar disponible sexualmente.
P. Usted habla de la verg¨¹enza asociada a la evoluci¨®n del cuerpo de la mujer: la pubertad, la regla, el embarazo, la menopausia.
R. Desde la pubertad aprendemos a tener verg¨¹enza del propio cuerpo. Eso est¨¢ cambiando, pero la verg¨¹enza es un motor muy poderoso del sistema patriarcal para encerrar a las mujeres en el sentimiento de su propia imperfecci¨®n o inadecuaci¨®n. Es una manera de marcarlas para recordarles que nunca ser¨¢ suficiente y que hasta que no suscriban el ideal patriarcal de lo que debe ser una mujer se sentir¨¢n avergonzadas.
P. ?De qu¨¦?
R. De no estar suficiente tiempo con sus hijos, de anteponer su trabajo¡ Y el hecho de que nunca est¨¦n a la altura de lo que se espera. Es un sentimiento devastador que se vive sola, no se osa compartir y separa a las mujeres. Es alucinante pensar que una v¨ªctima de violencia sexual tenga verg¨¹enza.
P. Gis¨¨le Pelicot ha querido transformar su juicio en un cambio de paradigma.
R. Y lo que viene a decir ella, o extrapolo yo, es que es necesario dejar de educar a nuestras hijas en el sentimiento de que su cuerpo es un espacio de verg¨¹enza: por estar gordas, por tener pelos en las piernas, por no ser aptas para los criterios dominantes. La f¨®rmula que utiliza Pelicot (¡°es hora de que la verg¨¹enza cambie de bando¡±) es una manera de cuestionar todo lo que el sistema patriarcal cree que deber¨ªan ser las mujeres. El juicio es una ocasi¨®n para evocar una din¨¢mica de liberaci¨®n que va m¨¢s all¨¢ de la violencia.
P. Una parte del feminismo sugiere que todos los hombres deber¨ªamos sentir verg¨¹enza ante este proceso. Como si todos llev¨¢semos dentro a un violador en potencia.
R. No s¨¦ si un violador, pero todos los hombres han sido educados en el sexismo. No hay que acusar a los hombres, sino poner en evidencia que sois educados para sentiros poderosos y dominantes f¨ªsicamente. Esto puede ser tambi¨¦n dram¨¢tico para vosotros.
P. ?No corremos el riesgo de abrir una guerra de g¨¦neros se?alando a todos los hombres como culpables?
R. Esa es la principal acusaci¨®n de quienes son hostiles al feminismo.
P. Ups¡
R. Es esa idea de que las feministas son una tropa de mujeres frustradas y col¨¦ricas que detestan a los hombres. Yo soy una mujer heterosexual que ama a los hombres, pero combato el sistema patriarcal. Las feministas no detestamos a los hombres, reinventamos el amor, la sexualidad. El feminismo es la aspiraci¨®n a una gran reconciliaci¨®n.
P. ?Est¨¢ de acuerdo con la idea de la banalizaci¨®n del mal usada en el caso Pelicot para referirse al variado perfil de los violadores?
R. M¨¢s bien dir¨ªa la banalidad del macho [macho y mal se escriben casi igual en franc¨¦s], de la violencia masculina. El proceso es una ocasi¨®n para hacer pedagog¨ªa feminista sobre el continuum de la violencia, que abarca toda la vida de la mujer, desde la broma sexista hasta la violaci¨®n. El grado es distinto, pero la naturaleza es igual. La idea de la disponibilidad de su cuerpo.
P. Usted tiene un hijo. ?Qu¨¦ tal responde a esta educaci¨®n contra el patriarcado?
R. ?l no creci¨® en ese sistema¡ Es cuidadoso con eso, s¨ª¡
P. Lo digo porque los hijos se rebelan contra lo que piensan sus padres.
R. Es verdad que los 15 o 16 fueron complicados. Sobre todo en cuestiones LGTBI. Soy madrina de una mujer trans y al principio no le gustaba. Ahora va mejor. Algunas cosas han mejorado. En el confinamiento, cuando ten¨ªa 17 a?os, me di cuenta de que no sab¨ªa ni poner una lavadora. Y su hermana de 13, perfectamente. Fue un aviso. No es f¨¢cil educar a los chicos en el feminismo.
P. ?Qu¨¦ lectura har¨ªa de un hombre que se declara feminista pero act¨²a de forma machista y pone en pr¨¢ctica esa idea de disponibilidad? Pienso en el caso de Errej¨®n.
R. La violencia sexual est¨¢ por todos lados. Tambi¨¦n en hombres j¨®venes hiperfeministas. Pero ?qu¨¦ hacemos al descubrirla?
P. Si dispusiera de otra vida, ?le gustar¨ªa probar qu¨¦ se siente siendo hombre?
R. Me gustar¨ªa, como en Orlando, de Woolf, vivir en una misma vida una de mujer y otra de hombre, y acabar como mujer.
P. ?Y qu¨¦ har¨ªa cuando fuera un hombre?
R. ?Ah! Lo tengo claro: hacer el amor. Me encantar¨ªa saber qu¨¦ tal es.
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