Una comisi¨®n devaluada
Aznar debe comparecer ante la comisi¨®n de investigaci¨®n sobre el 11-M. Sin su presencia la comisi¨®n quedar¨ªa definitivamente devaluada. PP y PSOE deben reconsiderar su decisi¨®n inicial de no llamarle. Piqu¨¦ ya ha dado una primera se?al de rectificaci¨®n. El PSOE argumenta que el ex presidente "en estos momentos no aporta nada". ?Ser¨¢ que no se han enterado de lo que se va investigar? El 11-M, Aznar era presidente del Gobierno, es decir, el principal responsable pol¨ªtico del Estado. Sabemos que nada se mov¨ªa en el Gobierno o en el PP sin su autorizaci¨®n. Su principal preocupaci¨®n, el lema de su reinado, fue la lucha antiterrorista. Fue ¨¦l quien acu?¨® los criterios doctrinales que presidieron la pol¨ªtica antiterrorista del Gobierno. Entre ellos, su principal dogma: "Todos los terrorismos son iguales". Principio que hace que, a estas alturas, sus herederos sigan buscando la unidad de cooperaci¨®n entre ETA y Al Qaeda. De la lectura del libro de Pepe Rodr¨ªguez (11-M, mentira de Estado), queda clar¨ªsimo que Aznar dirigi¨® la catastr¨®fica operaci¨®n comunicativa que ten¨ªa por objetivo mantener hasta el d¨ªa de las elecciones que ETA era la autora de la matanza. Es decir, Aznar es el principal responsable de la estrategia antiterrorista (y, por tanto, de sus errores de an¨¢lisis y de sus negligencias) antes del 11-M, y de todos los pasos en falso que dio el Gobierno entre aquel tr¨¢gico jueves y el domingo electoral. Si ¨¦l no aporta nada, ?qu¨¦ aportar¨¢n los dem¨¢s?
Citen o no a Aznar, la realidad es que ni el PSOE ni el PP tienen demasiado inter¨¦s en la comisi¨®n. El PSOE ya gan¨® y el PP ya perdi¨®. Las comisiones de investigaci¨®n, tal como est¨¢n dise?adas, sirven, fundamentalmente, para desgastar al Gobierno con una serie de comparecencias de impacto medi¨¢tico, aun sabiendo que ¨¦ste al final impondr¨¢ con su mayor¨ªa las conclusiones que m¨¢s le convengan. Pero el Gobierno que estaba al frente del pa¨ªs el 11-M ya no est¨¢, de modo que nada se puede reclamar al actual. Incapaz de asumir sus errores, el PP intentar¨¢ organizar una bulla con su paranoico discurso de la conspiraci¨®n medi¨¢tica. Aislado como est¨¢ en el Parlamento, poco puede ganar en una comisi¨®n cuya tarea principal es detectar las imprevisiones de su gobierno, para que no pueda repetirse un atentado parecido.
Una vez m¨¢s se ponen en evidencia las enormes limitaciones de las comisiones de investigaci¨®n. La verdad de los hechos no puede establecerse por mayor¨ªas parlamentarias. Las comisiones ser¨¢n un parip¨¦ mientras los diputados que la constituyen no act¨²en con independencia de criterio y responsabilidad. Aqu¨ª la estrategia a seguir la determinan las direcciones de los grupos parlamentarios. En un sistema en que el diputado debe su esca?o al criterio del Pepi?o Blanco de turno, y no a la voluntad de los ciudadanos, dif¨ªcilmente se puede hablar de autonom¨ªa. En otros Parlamentos -EE UU o el Reino Unido- el diputado tiene el peso que le da el haber ganado en su circunscripci¨®n. El partido se ve obligado a respetar a quien aporta votos y gana elecciones. Aqu¨ª, en cambio, las elecciones las gana el cabeza de lista y los dem¨¢s son escogidos para votar y obedecer. Este sistema convierte a nuestra democracia en una democracia burocr¨¢tica, que es una contradicci¨®n en los t¨¦rminos. Sin autonom¨ªa, no hay responsabilidad. Sin responsabilidad, no hay democracia. Esta es la gran coartada con la que se justifican los diputados cuando aprueban o votan cosas con las que est¨¢n flagrantemente en desacuerdo: "Yo s¨®lo cumplo ¨®rdenes". No es muy ejemplar que los representantes de los ciudadanos utilicen la misma coartada que los torturadores.
Con estos ingredientes, la comisi¨®n del 11-M parece de corto vuelo. El Gobierno que deber¨ªa ser controlado ya no gobierna. Y el nuevo dio por amortizada pol¨ªticamente esta historia con sus dos victorias electorales. Los Gobiernos son, por definici¨®n, al¨¦rgicos a las comisiones de investigaci¨®n. Incluso cuando no les conciernen.
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