'La estanquera de Vallecas', de Eloy de la Iglesia
EL PA?S presenta, por 5,95 euros, la adaptaci¨®n de la obra de Alonso de Santos
Desde que en 1969 dirigiera Algo amargo en la boca, Eloy de la Iglesia ha sido un cineasta interesado "por los personajes que se salen de la raya de la normalidad, los seres marginales, navajeros, drogotas, homosexuales y dem¨¢s ralea de esa que enciende la santa ira de las asociaciones de padres de familia", seg¨²n Jorge Berlanga en Fotogramas. Siguiendo lo m¨¢s destacado de su filmograf¨ªa -Los placeres ocultos (1977), El diputado (1979), Navajeros (1980), Colegas (1980), El pico (1983)-, Jorge Berlanga deduc¨ªa: "Le gusta bucear entre el lumpen, y no desde?a nunca la ocasi¨®n de meter alguna guinda de cr¨ªtica social o alusi¨®n pol¨ªtica", comentario actualizado por Carlos Garc¨ªa Brusco en Dirigido por...: "Para un director que ha buscado el estilo de la inmediatez para una m¨¢s f¨¢cil comunicaci¨®n con el espectador popular, y para quien la ¨²nica raz¨®n de ser de su cine es la relaci¨®n de estrecho contacto con un p¨²blico muy condicionado por la realidad m¨¢s inmediata, con sus mismas preocupaciones cotidianas y sus mismos intereses, no pod¨ªa dejar de interesarle la actualizaci¨®n de los presupuestos tem¨¢ticos y dram¨¢ticos del social-realismo teatral".
"La tensi¨®n viene dada porque el mayor oponente de un pobre es siempre otro pobre"
Efectivamente, tras filmar El pico 2 (1984) y Otra vuelta de tuerca (1985), una adaptaci¨®n libre de la obra de Henry James, el director se interes¨® por el ¨¦xito teatral de Alonso de Santos La estanquera de Vallecas, "cuyo texto le viene como anillo al dedo porque se trata de nuevo de una historia sobre marginados a la que ¨¦l le aporta su sello tan personal", como se se?alaba en Dirigido por...: "Lo m¨¢s curioso es que esta obra que atiende a la regla de las tres unidades como si fuera una tragedia griega y que plantea problemas de acuciante actualidad -el paro, la seguridad ciudadana, la funci¨®n real de las fuerzas del orden, la instrumentalizaci¨®n que los pol¨ªticos hacen de estos factores para la pervivencia de su propio estatus... - y que no desde?a la proyecci¨®n simb¨®lica -la plaza como representaci¨®n de la Espa?a actual- parece tender un puente entre el social-realismo teatral y el sainete desde una perspectiva actualizadora. Farmac¨¦uticos fascistas, se?oras gordas, mariquitas esperp¨¦nticos rodeados de jovencitos que se adivinan disponibles, caricaturas de pol¨ªticos que son a su vez aut¨¦nticas caricaturas como el que incorpora Sim¨®n Andreu... forman parte del bestiario propuesto por De la Iglesia". Para Rafael Besoli en Diari de Barcelona, en la pel¨ªcula "no faltan puntos de denuncia y un retrato, simplista y tramposo, de la pobreza, pero todo aparece matizado por un dibujo cuidadoso y efectivo de los protagonistas, que, con sus relaciones, hacen olvidar la an¨¦cdota argumental y sostienen acertadamente el peso dram¨¢tico de la historia".
En Abc, Pedro Crespo sintetiz¨® la peripecia argumental: "Un alba?il en paro, con una navaja (Jos¨¦ Luis G¨®mez), y un jovencito amigo suyo, Tocho (Jos¨¦ Luis Manzano), que tiene una pistola, atracan un estanco en Vallecas -'porque es mas f¨¢cil robarle a un pobre'-, pero no calculan los inconvenientes de su relativa inexperiencia, ni las dificultades que provoca el valor desesperado de la estanquera (Emma Penella), viuda de un guardia civil, y de su sobrina (Maribel Verd¨²), jovencita que encuentra ocasi¨®n en la impuesta compa?¨ªa de sus amenazantes secuestradores para despertar a la sensualidad y a la relaci¨®n con los varones, con lo cual el atraco se convierte en un secuestro, organiz¨¢ndose un teatral huis-clos, un fondo de saco sin salida donde los cuatro personajes fundamentales acaban mostrando sus sentimientos, su psicolog¨ªa, estableci¨¦ndose as¨ª entre ellos unas relaciones at¨ªpicas y no carentes precisamente de humor". El director lo explicaba en una entrevista con Carlos Aguilar y Francisco Llin¨¢s: "Es una pel¨ªcula en la que los conflictos se dan dentro de la misma clase social: la tensi¨®n viene dada porque los personajes enfrentados est¨¢n del mismo lado, porque el mayor oponente de un pobre es siempre otro pobre. En un momento dado la estanquera les dice el t¨®pico ese de que por qu¨¦ no han atracado a un rico, y ellos contestan que atracan lo que pueden, no lo que desean".
Del amplio reparto, Emma Penella, "una fuerza de la naturaleza", seg¨²n el director, se llev¨® la palma: "Las 24 horas de encierro sirven para que Emma Penella d¨¦ un recital de exuberancia interpretativa y se coma la pantalla", en opini¨®n de Jorge Berlanga. "Los int¨¦rpretes secundarios", al decir de Pedro Crespo, "no pasan de ser mero relleno: del agitador vecinal (Antonio Iranzo) al sargento de la Polic¨ªa Nacional (Antonio Gamero), pasando por el comisario esnifador (Jes¨²s Puente) o el delegado del Gobierno con aspecto guerrista (Sim¨®n Andreu). La pel¨ªcula sigue siendo divertida y justifica la visi¨®n del conjunto. Menci¨®n especial merece por su calidad y condici¨®n pegadiza la canci¨®n de Patxi Andi¨®n, del mismo t¨ªtulo que la pel¨ªcula, donde se glosa, con indudable inspiraci¨®n, la condici¨®n de las gentes de Vallecas".
Tras el rodaje de esta pel¨ªcula, De la Iglesia se retir¨® del cine durante 13 a?os, hasta su regreso con Los novios b¨²lgaros (2003). Dicha ausencia fue comentada por Mirito Torreiro: "Cualquiera que se interese por la zigzagueante, siempre compleja y a menudo apasionante trayectoria del cine espa?ol no puede dejar de echar de menos su mirada ¨¢cida, su esp¨ªritu cr¨ªtico siempre vigilante, su sana voluntad provocadora. Nadie ha sido capaz de ocupar el vac¨ªo que ha dejado en nuestro cine durante este tiempo: su pr¨¢ctica f¨ªlmica, solitaria e insobornable, es el testimonio de una voz jam¨¢s adocenada, de una conciencia siempre alerta, de una lucha en pro de una sociedad m¨¢s justa, tolerante y sincera, radicalmente democr¨¢tica".
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