Desmontando las mentiras
Algunos miembros del jurado del Premio Pr¨ªncipe de Asturias de Ciencias Sociales habr¨¢n tenido la dificultad, por ejemplo, entre dar su voto al intelectual b¨²lgaro asentado en Par¨ªs Tzvetan Todorov (Memoria del mal, tentaci¨®n del bien) o al economista estadounidense Paul Krugman. Resulta muy discutible escoger entre la lucidez filos¨®fica del primero o la lucidez econ¨®mica del ¨²ltimo, que en ambos casos son lucidez pol¨ªtica: compromiso. Seguramente, el hecho de que el galard¨®n se haya inclinado por Krugman tiene que ver con el don de la oportunidad.
Todorov posee los suficientes m¨¦ritos para asumir el premio en cualquiera de sus ediciones; Krugman tambi¨¦n, pero su elecci¨®n se realza en la actual coyuntura. Cuando el a?o que viene se re¨²na el jurado correspondiente, quiz¨¢ los ciudadanos del mundo hayamos tenido la suerte de un cambio en la presidencia de Estados Unidos, y Bush y sus neocons habr¨¢n pasado a un rinc¨®n de la historia. Si se produce esa gozosa circunstancia, una de las personas que m¨¢s habr¨¢n influido en la misma ser¨¢ Paul Krugman, que ha dedicado su acci¨®n intelectual de los ¨²ltimos a?os (a trav¨¦s de sus centenares de art¨ªculos en The New York Times -muchos de ellos reproducidos en EL PA?S- y de sus libros) a desmontar la gigantesca patra?a y el paso atr¨¢s para la historia de la humanidad que han representado semejantes personajes.
Krugman se ha convertido en la bestia negra de los neocons, algunos de los cuales no s¨®lo han intentado descalificarle con el calificativo de "liberal" (en el sentido estadounidense del t¨¦rmino, es decir, progresista) sino que le han tildado de "socialista" (tambi¨¦n lo utilizaron para describir al antepen¨²ltimo director gerente del Fondo Monetario Internacional, el franc¨¦s Michel Camdessus). ?Por qu¨¦? Por su denuncia de que ha llegado al poder una camarilla de extrema derecha que controla la Casa Blanca, el Pent¨¢gono, el Congreso, gran parte del poder judicial y un sector de los medios de comunicaci¨®n.
Con el cambio de siglo ha habido una extremizaci¨®n pol¨ªtica en EEUU, basada en la desigualdad creciente de las rentas y la riqueza. El centro no se sostuvo. El resultado "es una especie de guerra de clases que no se genera porque los pobres intenten quitarle el dinero a los ricos, sino porque una ¨¦lite econ¨®mica se esfuerza por expandir sus privilegios" (El gran enga?o. Editorial Cr¨ªtica).
Krugman ha desmontado los intentos de los neocons de acabar con los programas del New Deal de Roosevelt, como la Seguridad Social y el seguro de paro, y los de la Great Society, de Johnson, como el Medicare (asistencia sanitaria federal parcial para los jubilados). En un memorable art¨ªculo publicado en la revista semanal del The New York Times describ¨ªa la operaci¨®n: al tiempo que se incrementan los gastos p¨²blicos en seguridad y defensa, se reducen sistem¨¢ticamente los impuestos de las clases m¨¢s favorecidas. El resultado es un aumento espectacular del d¨¦ficit p¨²blico, que supera en la actualidad los cinco puntos de PIB (antes, la Administraci¨®n Bush se trag¨® dos puntos del super¨¢vit que hered¨® de Clinton, por lo que el esfuerzo fiscal de esta legislatura asciende a ?siete puntos de PIB! ?Se imagina alguien qu¨¦ hubiera sucedido si alg¨²n pa¨ªs de la UE hubiese practicado tan heterodoxa pol¨ªtica econ¨®mica?). Llegar¨¢ un d¨ªa en que alguien diga que tal nivel de deuda es imposible de financiar. Y como los gastos de defensa y seguridad son intocables en una moral de guerra contra el terrorismo, ?qu¨¦ cap¨ªtulo sufrir¨¢ los recortes?: las pensiones.
No es ciencia ficci¨®n. El pasado febrero, el presidente de la Reserva Federal, el incombustible Alan Greenspan, hizo un llamamiento a los dirigentes pol¨ªticos para que se tomen en serio el problema del d¨¦ficit, y vuelvan a la disciplina presupuestaria recortando las pensiones.
No se libra Greenspan de la iron¨ªa de Krugman por no haber resultado ser quien se pensaba que era (el firme defensor de la austeridad y la disciplina fiscales en la ¨¦poca en que los dem¨®cratas ocupaban la presidencia), sino por haberse transformado en alguien que hace "apolog¨ªa de los recortes irresponsables de impuestos y los autorizaba, incluso con un d¨¦ficit creciendo vertiginosamente, una vez la Casa Blanca hubo cambiado de manos".
?Alguien se puede extra?ar de que Krugman defina a Bush como el peor presidente de la historia de Estados Unidos? ?Qu¨¦ pensar¨¢n de su Pr¨ªncipe de Asturias nuestros neocons castizos?
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