Casa para la memoria
Lejos de d¨®nde? Es la pregunta que respond¨ªa un gallego al ser interrogado por otro con un ?te vas muy lejos? Cuando la propia casa se lleva encima en forma de equipaje sentimental, la lejan¨ªa o la proximidad son t¨¦rminos relativos, y la cercan¨ªa al hogar es una cuesti¨®n balad¨ª. En un libro con el mismo t¨ªtulo, el traductor de Claudio Magris hace la misma cita sustituyendo al gallego por un jud¨ªo. Que el gallego Gallego gane en su propia tierra a cuatro forasteros y a tres equipos espa?oles m¨¢s no quiere decir que para ese viaje no hac¨ªan falta tantas alforjas. Lo global elimina fronteras, pero tambi¨¦n tiene que derribar los prejuicios que minusvaloran lo local.
El proyecto Artabria, como tambi¨¦n se conoce este concurso, comprende una serie de actuaciones que van a transformar el castro de Elvi?a y su entorno en un ¨¢rea cultural y de esparcimiento. El Ayuntamiento quiere recuperar para A Coru?a m¨¢s de 66 hect¨¢reas de un terreno amenazado por la especulaci¨®n, situaci¨®n que en Galicia es especialmente grave porque el territorio rural se est¨¢ convirtiendo en un inmenso solar edificable. En marzo de 2001, con el inicio de los trabajos arqueol¨®gicos sobre el castro de Elvi?a y con la elaboraci¨®n de un proyecto museogr¨¢fico, se puso en marcha un largo proceso. ?Por qu¨¦ precisamente en este emplazamiento? Porque, adem¨¢s del yacimiento arqueol¨®gico del castro -restos de un poblado fortificado de la Edad del Hierro situado tan s¨®lo a tres kil¨®metros de A Coru?a-, en esa misma zona tuvo lugar, en enero de 1809, durante la guerra de la Independencia, la batalla de Elvi?a entre tropas francesas e inglesas. El lugar, por tanto, est¨¢ cargado de acontecimientos y, debido a ello, los planteamientos que se dirig¨ªan a levantar un museo sobre los antiguos pobladores se han ampliado. En torno a la construcci¨®n prerromana del castro se tiene la voluntad de crear un gran parque periurbano y construir un museo para completar la oferta cultural de la ciudad.
El Ayuntamiento quiere recuperar para A Coru?a m¨¢s de 66 hect¨¢reas de un terreno amenazado por la especulaci¨®n
La red de museos de A Coru?a est¨¢ realizando, gracias al impulso de Ram¨®n N¨²?ez, director de Museos Cient¨ªficos Coru?eses, una labor divulgativa importante desde tres casas: la Casa de las Ciencias, Domus o Casa del Hombre -obra del japon¨¦s Arata Isozaki- y la Casa de los Peces o Aquarium Finisterrae. Si el museo de Elvi?a llega a materializarse se sumar¨¢ a esta red y ser¨¢ la cuarta casa, la Casa de la Historia. Con ese fin, en marzo de 2003 se convoc¨® un concurso internacional entre ocho equipos, cuatro nacionales, Manuel Gallego, Mansilla y Tu?¨®n, Torres y Mart¨ªnez Lape?a y Carlos Ferrater, y cuatro extranjeros, los holandeses MVRDV, los suizos Gigon y Guyer, el brit¨¢nico David Chipperfield y la angloiraqu¨ª Zaha Hadid, para elegir el dise?o del centro de recepci¨®n de visitantes y la zona muse¨ªstica. Este edificio contar¨¢ con recepci¨®n, sala de exposiciones temporales, auditorio, restaurante, oficinas y un ¨¢rea muse¨ªstica en la que se desarrollar¨¢ un viaje hacia atr¨¢s, desde la actualidad hasta la ¨¦poca castre?a, con una parada especial en la batalla de Elvi?a.
El jurado design¨® ganadora la propuesta de Manuel Gallego (Carballi?o, Ourense, 1936) por su elaborada integraci¨®n museo-entorno, y decidi¨® conceder una menci¨®n especial al proyecto de MVRDV "por su aportaci¨®n innovadora e imaginativa, en l¨ªnea con las nuevas tendencias". Tambi¨¦n se concedieron menciones a los trabajos de Mansilla y Tu?¨®n y de Torres y Mart¨ªnez Lape?a.
El peso de Manuel Gallego en la
arquitectura espa?ola ha sido constante, y desde Galicia ha venido ejerciendo un alejado magisterio. En su proyecto para la Casa de la Historia trabaja con la vegetaci¨®n y con la niebla del bosque animado. El material es la magia de ese microcosmos, que va m¨¢s all¨¢ de su percepci¨®n f¨ªsica. Trabaja tambi¨¦n con la luz, "con la luz existencial del tiempo c¨®smico de la memoria". Pero en este mundo de cambios veloces, marcas y reclamos, el peso simb¨®lico de la arquitectura no puede recaer s¨®lo en la construcci¨®n y por eso a?ade a su edificio tres prismas inmateriales de vidrio como una gran se?al luminosa. En su proyecto, el parque se entiende de una manera espacial: todo camino que conduzca a Elvi?a puede ser una v¨ªa de acceso, una forma de aproximaci¨®n sensible. Talla la vegetaci¨®n como si de piedra se tratara, y sustituye los eucaliptos por ¨¢rboles aut¨®ctonos de hoja caduca.
Winy Maas, de MVRDV, tiene claro que la neutralidad de la arquitectura va a desaparecer en la batalla de los objetos y propone para A Coru?a una estratificaci¨®n del tiempo. Levanta un proyecto de trece plantas y apila el programa en bandas estrechas, atravesadas por escaleras mec¨¢nicas. La Historia estar¨¢ por encima de nosotros. El planteamiento deja ¨²nicamente dos cabos sueltos, el pavor de los ediles a las desmesuras econ¨®micas de la tecnolog¨ªa que no se ve y la identificaci¨®n de la silueta del edificio con el mapa de Galicia en un municipio, como A Coru?a, poco dado a nacionalismos. Daba miedo la transgresi¨®n de adosar a un yacimiento arqueol¨®gico un drive-in medi¨¢tico, sobre cuya fachada se pod¨ªa proyectar hasta un partido Deportivo-Real Madrid.
En el proyecto de Luis M. Mansilla, Emilio Tu?¨®n y Luis D¨ªaz-Mauri?o, el af¨¢n es descubrir la geometr¨ªa oculta de la naturaleza. La Casa de la Historia aparece esparcida, como las cuentas de "un collar de flores t¨¦cnicas", sobre el campo arqueol¨®gico. Un regalo de estrellas con cinco puntas para A Coru?a y una apuesta fuerte por una visi¨®n paisaj¨ªstica. El otro equipo mencionado, Torres y Mart¨ªnez Lape?a, despliega su acostumbrada sensibilidad con el lugar y el antifaz ca¨ªdo que proponen se cubre en parte de tierra, convirti¨¦ndose en topograf¨ªa.
Los dem¨¢s proyectos recorren caminos divergentes. Gigon y Guyer recrean un poblado de prismas de precisa geometr¨ªa. La idea consiste en reproducir, mediante tres construcciones abstractas, un asentamiento b¨¢sico. Esta sencilla composici¨®n volum¨¦trica, conectada a nivel de s¨®tano por el auditorio, se construye con tres materiales: hormig¨®n, estuco y metal. Por su parte, Ferrater esboza un zigzag de contenedores escalonado y act¨²a sobre el terreno con un m¨¦todo arqueol¨®gico, colocando una serie de marcas a intervalos fijos que localizan la obra en el espacio y en el tiempo. La estructura del edificio responde a la sucesi¨®n de unas grapas-p¨®rtico que no necesitan soportes intermedios y que se adec¨²an a la distinta altura de los contenedores. Mientras, Chipperfield implanta en el paisaje una culebra semicircular y su museo se extiende a todo el parque. Reduce la materialidad del edificio a una instalaci¨®n art¨ªstica; m¨¢s que arquitectura, produce una obra de land-art. Por ¨²ltimo, Zaha Hadid dise?a con su lenguaje habitual un hito paisaj¨ªstico en el que dialogan en plano de igualdad la abstracci¨®n, la topograf¨ªa y la arquitectura.
El resultado construido de
te concurso ser¨¢ tanto m¨¢s coherente con el fallo cuanto el contenido muse¨ªstico que albergue se haga m¨¢s objeto y menos espect¨¢culo multimedia. De esta forma, la propuesta ganadora de Manuel Gallego, con un fuerte contenido t¨¢ctil y tect¨®nico, har¨¢ efectivo su alejamiento de una virtualidad que le es ajena. Estamos, y ¨¦sta es una de las escasas coincidencias que se aprecian en todos los proyectos, volviendo al estado "narcisista" que identificaron Alexander Tzonis y Liane Lefaivre en la arquitectura de finales de los setenta. Este estado se caracteriz¨® por el encantamiento con el poder de sugerencia del medio gr¨¢fico, por el placer del dise?o exquisito, por colocar la arquitectura en un nivel supremo capaz de determinar la calidad del espacio construido, por una fe ciega en la originalidad de las propias ideas y por la convicci¨®n de que la funci¨®n no sirve para crear forma.
es-
Los proyectos presentados a este concurso respiran, en cierta medida, por estos poros y lo que se echa en falta, al margen de la calidad de las propuestas, es un mayor grado de compromiso. Para tocar el mundo, la arquitectura debe abandonar su postura narcisista, implicarse m¨¢s con la vida y entender su tarea como el resultado no de una cultura s¨®lo visual, sino vital.
Javier Mozas fue miembro del jurado del concurso de la Casa de la Historia, del que asimismo formaron parte los arquitectos Rafael Baltar, Manuel de las Casas, Roberto Ercilla, Antonio Fern¨¢ndez-Alba, V¨ªctor P¨¦rez Escolano y Andr¨¦s Fern¨¢ndez Albalat.
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