La Monnaie de Bruselas, una referencia
Han cambiado mucho los criterios de valoraci¨®n de los teatros de ¨®pera en el ¨²ltimo cuarto de siglo. La tetralog¨ªa cl¨¢sica -Scala de Mil¨¢n, Staasoper de Viena, Metropolitan de Nueva York, Covent Garden de Londres- se ha visto igualada e incluso superada por teatros de dimensiones y presupuestos considerablemente m¨¢s moderados. Una de las referencias europeas hoy es, sin duda, el teatro de La Monnaie de Bruselas.
Los or¨ªgenes se remontan a 1695. El italiano Paolo Bombarda adquiri¨® unos terrenos para construir un teatro en un lugar donde se acu?aban monedas. De ah¨ª el nombre de De Munt o La Monnaie. Los Lully, Rameau, Pergolesi o Gluck empezaron a ser familiares en Bruselas. Durante la ¨¦poca de tutela francesa, Napole¨®n ordena construir detr¨¢s del teatro convertido en ruinas uno nuevo de estilo neocl¨¢sico que se inaugura en 1819. Un incendio arrasa la sala y el escenario en 1855, salv¨¢ndose afortunadamente la columnata de Louis Damesme y el front¨®n de Eug¨¨ne Simonis. El arquitecto belga Joseph Poelaert rehabilita la sala inspir¨¢ndose en el estilo franc¨¦s entonces de moda. En 1985 se acomete una reforma t¨¦cnica muy ambiciosa que, en el terreno puramente est¨¦tico, se complementa con algunas obras de artistas de finales del XX, como Sam Francis o Sol Lewitt. La convivencia de lo moderno y lo antiguo o, si se prefiere, la perspectiva de lo cl¨¢sico contemplado con ojos contempor¨¢neos marca en todos los terrenos la filosof¨ªa del teatro belga.
La d¨¦cada de los ochenta es, en cualquier caso, determinante para el despegue fulgurante de La Monnaie. Son los a?os de G¨¦rard Mortier como director. Mozart y los compositores del XX se convierten de la noche a la ma?ana en los pilares de las temporadas, con unas puestas en escena innovadoras de una nueva generaci¨®n de directores teatrales. El matrimonio formado por Uriel y Kart-Ernst Herrmann conquistan con su original visi¨®n de Mozart. Un montaje como el dirigido por Luc Bondy en 1984 de Cos¨¬ fan tutte es aclamado internacionalmente. En los cinco primeros a?os del periodo Portier el n¨²mero de abonados pasa de 2.000 a 16.000, con un predominio de edades entre 30 y 35 a?os. Bruselas exportaba al mundo otra manera de acercamiento a la ¨®pera.
Bernard Foccroulle, director
del teatro desde 1992, mantiene una pol¨ªtica art¨ªstica de continuidad, con un equilibrio a partes iguales entre obras de repertorio, ¨®peras poco conocidas y aventuras. Dedica una atenci¨®n especial al barroco y as¨ª han surgido montajes tan emblem¨¢ticos como La Calisto, de Cavalli, a cargo de Herbert Wernicke (se program¨®, con enorme ¨¦xito en el Teatro Nacional de Catalu?a, con Mar¨ªa Bayo y Ren¨¦ Jacobs). Del mismo autor se ha desempolvado hace un par de meses su desconocida Eliogabalo. El arco entre las ¨®peras m¨¢s pret¨¦ritas y las nuevas creaciones permite un tratamiento de la historia de la ¨®pera en toda su amplitud, sin limitarse al XIX ampliado. Sirva de ejemplo la presente temporada, compuesta por Agrippina, de H?ndel; Marc'Antonio e Cleopatra, de Hasse; The women who walked into doors, de Defoort; Le roi Arthus, de Chausson; Don Giovanni, de Mozart; Alceste, de Gluck; Il retorno di Ulisse in patria, de Monteverdi; Peter Grimes, de Britten; el estreno de Thyeste, de Asbury; I masnadieri, de Verdi; Eliogabalo, de Cavalli, y, actualmente en cartel, Tannh?user, de Wagner. Nada define mejor la filosof¨ªa de un teatro que tiene entre sus medallones destacados rodeando el patio de butacas en el lugar preferente a Mozart, a ambos lados a Monteverdi y Verdi y, a continuaci¨®n, a Jan¨¢cek y Rossini.
Una de las bazas importantes de La Monnaie es la calidad de sus cuerpos estables, orquesta y coro. El fichaje de Kazushi Ono como director musical no ha podido ser m¨¢s acertado, como se ha podido comprobar esta temporada en las visitas de la compa?¨ªa belga al Liceo de Barcelona y al Palacio Euskalduna de Bilbao, dentro del curso oper¨ªstico de la ABAO. En la Ciudad Condal presentaron Winterm?rchen, de Boesmans, una obra reciente inspirada en el texto de Shakespeare, con una puesta en escena de Luc Bondy; en la villa del Nervi¨®n representaron, como ya hab¨ªan hecho en la primera temporada del Real de Madrid, Peter Grimes, de Britten, bajo la direcci¨®n esc¨¦nica de Willy Decker.
Y es que seguramente el teatro de La Monnaie es el m¨¢s viajero del planeta. En Nueva York, por ejemplo, alcanzaron un ¨¦xito espectacular con una versi¨®n escenificada de Winterreise, de Schubert (interpretado por Keenlyside); con Orfeo, de Monteverdi, en la lectura esc¨¦nica de la core¨®grafa Trisha Brown y, sobre todo, con una puesta en escena de marionetas de Il ritorno monteverdiano. Las giras, al margen de cuestiones econ¨®micas, son, por as¨ª decirlo, su mejor y m¨¢s aut¨¦ntica carta de presentaci¨®n.
El p¨²blico de Bruselas responde a las propuestas del teatro con un 94% de fidelidad. Un 12% del mismo est¨¢ por debajo de los 20 a?os. Destaca, asimismo, la diversificaci¨®n de los estratos sociales. La capacidad de la sala no es elevada, 1.152 localidades, y hay un proyecto de construir una nueva que pueda albergar hasta 2.000 personas. Cultiva el teatro los peque?os formatos para ¨®peras de c¨¢mara actuales (de Sciarrino, por ejemplo), las cartas blancas a artistas de m¨²sicas fronterizas (en el caso de Kris Defoort el piano-jazz desemboc¨® en una curiosa ¨®pera multimedia) o las actividades pedag¨®gicas para j¨®venes. Las charlas previas a cada representaci¨®n se dan por duplicado en espacios distintos, para as¨ª sortear la cuesti¨®n del idioma flamenco o franc¨¦s. En cuanto al presupuesto anual, no llega a lo 40 millones de euros.
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